La realidad y el filete

DIJO en una ocasión Woody Allen: “Odio la realidad, pero es en el único sitio donde se puede comer un buen filete”. Es indudable que el cineasta es un pragmático, que entiende que la fe es una virtud individual, pero la confianza debe ser un valor compartido. Los ciudadanos debemos ser capaces de asimilar que está bien que nuestros políticos tengan sueños, pero los votamos para que gobiernen despiertos. Un proverbio ruso advierte: “Reza, pero no dejes de remar hacia la orilla”.

En Catalunya, la gobernabilidad parece estar atada de pies y manos. Cualquier pacto de la Generalitat con el Gobierno central resulta poco menos que una deslealtad a los políticos que están en la cárcel o a los que están expatriados. Pero en la campaña electoral se comprometieron a hacer avanzar el país, a mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Nadie en las cárceles catalanas ha manifestado que se oponga a ello.

Esta semana, el disgusto de muchos catalanes se ha hecho evidente en la calle. La huelga de médicos y sanitarios de asistencia primaria cumplió ayer su tercer día y hubo manifestaciones ante el Parlament. A la concentración se unieron los bomberos para pedir mejoras materiales y salariales. También hubo protestas de los estudiantes para reclamar una reducción de las tasas universitarias. Y el sindicato mayoritario en la escuela pública convocó a los maestros a parar hoy para exigir que se reviertan los recortes.

En la última década, los recortes en sanidad han sido del 27,5% y en educación del 12%, mientras las tasas universitarias se han incrementado un 60%. Son comprensibles las protestas, si bien no se entiende que el Govern sea contrario a aprobar los presupuestos en Madrid, cuando suponen una mejora de los ingresos. O como le dijo la vicepresidenta Calvo a una consellera: “¿No sería lógico que mientras no seáis independientes os entendierais con un Gobierno que reconoce que Catalunya está mal financiada?”.