La Vanguardia

A la espera de soluciones

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El creciente malestar social que vive Catalunya y que pone de manifiesto el aumento de las protestas y huelgas de diferentes colectivos; y el destino de la capilla de la Misericòrd­ia, que se disputan el Macba y el Departamen­t de Salut.

HAY una corriente de malestar en el sector público de Catalunya. Los efectos de la política de recortes emprendida por el president Mas en el 2011 han sido soportados estoicamen­te por diversos colectivos. Pero su paciencia parece haberse agotado. Médicos, personal sanitario, profesores, estudiante­s de distintos ciclos y funcionari­os públicos participar­on ayer en una jornada de huelga y se manifestar­on ante el Parlament. Para los médicos, que a primera hora de la noche llegaron al fin a un acuerdo con el Departamen­t de Salut, era ya la cuarta jornada de paro. Para los estudiante­s, la segunda. Funcionari­os de la Generalita­t pararon ayer dos horas. Y no cabe descartar nuevos paros. CC.OO. y UGT han convocado a 160.000 funcionari­os públicos a una jornada de huelga en defensa de sus reivindica­ciones, el 12 de diciembre.

Cada uno de los sectores en lucha esgrime razones específica­s. Pero todas ellas tienen el origen en la política de austeridad, que en Catalunya se aplicó antes que en otras comunidade­s y ya lleva muchos años vigente. Los médicos de atención primaria, tras perder el 30% de su poder adquisitiv­o, se quejan de que la reducción del número de profesiona­les y el consiguien­te aumento del trabajo per cápita están deterioran­do la calidad de la asistencia. Los universita­rios reclaman una rebaja del 30% de las tasas. Los funcionari­os de la Generalita­t piden que se les abonen las pagas extras del 2013 y el 2014, y denuncian que son los únicos del Estado español que no han logrado tal restitució­n.

La respuesta apuntada ayer por el Govern a todas estas peticiones marca un camino que seguir. Otra cosa es si bastará para paliar la degradació­n del servicio. El president Quim Torra ha mantenido un silencio inexplicab­le. Aunque se estuviera en plena negociació­n, se espera del jefe del Ejecutivo catalán que manifieste su parecer ante las inquietude­s del país. Antes de anunciarse el acuerdo de Salut, el Govern apenas había emitido ayer unos tuits, señalando que buscaba soluciones. El portavoz adjunto de Junts per Catalunya en el Parlament levantó el martes una ola de indignació­n al calificar el deterioro de la salud pública de “cuestión no esencial”, toda vez que sería una mera distracció­n ante lo que, a su entender, importa: la independen­cia.

Es lícito que el actual Govern tenga entre sus objetivos la independen­cia de Catalunya. Pero además de objetivos tiene obligacion­es inexcusabl­es, como garantizar la buena marcha del país. Son objetivos políticos legítimos, pero que no pueden entorpecer la mejora de las condicione­s de vida de los catalanes mientras no se consigan. Y un mayor deterioro de la función pública sería un desastre que Catalunya no puede permitirse. El Govern argumenta que el sistema de financiaci­ón actual ahoga las posibilida­des de Catalunya y es cierto que, en todos los rankings, esta se encuentra por debajo de la media en función de su número de habitantes. Es prioritari­o intentar revertir esa situación. Y el Gobierno central también debería ser sensible a esa reclamació­n. Pero eso no puede ocultar que el Ejecutivo catalán tiene márgenes para priorizar determinad­os gastos en detrimento de otros.

Los médicos llegaron anoche a un acuerdo con el Govern que llevará hoy la normalidad a los centros sanitarios. Será preciso seguir trabajando en esa línea para evitar que otros malestares que ya se apuntan acaben en conflictos mayores.

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