El escaparate de París
La policía pide a los comercios que se autoprotejan ante nuevas protestas violentas
El Gobierno francés teme que si autoriza una nueva manifestación de los chalecos amarillos en los Campos Elíseos se desate de nuevo la violencia.
El Gobierno francés se halla ante un difícil dilema. ¿Debe autorizar este sábado una nueva manifestación de los chalecos amarillos en los Campos Elíseos? ¿Sería mejor cerrarlos y controlar con severidad el acceso? Cualquier decisión entraña riesgos, de orden público y también políticos. Quiere evitarse a toda costa la violencia de la semana pasada y preservar la actividad económica en la avenida más famosa de Francia, pero sin encrespar aún más el movimiento de protesta que sacude el país desde el 17 de noviembre.
Las autoridades temen que la situación vuelva a desbordarse y, en la práctica, reconocen su incapacidad para proteger bienes particulares en el centro de París. En una circular enviada a todos los comerciantes del área de los Campos Elíseos, desde la plaza de la Concordia a la de Charles de Gaulle, con sus calles adyacentes, se les insta a adoptar medidas de autoprotección como la colocación de paneles ante las ventanas y escaparates, la retirada de sillas, mesas y toda clase de “objetos vulnerables” de las terrazas exteriores, además de cerrar sus puertas de acceso. La advertencia debe ser firmada por los gerentes de los establecimientos y, en caso de negativa, se consignará la identidad de quien ha rechazado hacerlo.
Ante esta situación, el debate está abierto. ¿Debe cerrarse por completo la avenida, o al menos filtrar quién entra y quién no, como sucede, por ejemplo, ante el desfile del 14 de Julio, la fiesta nacional? Las consecuencias económicas son enormes para unos comercios, algunos de superlujo, que facturan sumas muy considerables. Aún son visibles los impactos de proyectiles –como adoquines– o de golpes con barras de hierro en escaparates adornados ya para la Navidad. Es el caso de la gran tienda de la marca Louis Vuitton en la esquina con la avenida George V. Son cristales blindados de gran tamaño, cuya sustitución lleva tiempo.
La líder del Reagrupamiento Nacional (extrema derecha), Marine Le Pen, cree que el Gobierno debería autorizar esta vez a los chalecos amarillos a manifestarse en los Campos Elíseos, pues lo contrario significaría “una humillación adicional”. Si no se hace así, lo más sensato, según Le Pen, sería cerrar toda la zona.
En el otro extremo del espectro político, Jean-Luc Mélenchon, líder la Francia Insumisa (izquierda radical), dijo que acudirá a la protesta del sábado, aunque sin protagonismo y evitando que le rodee una nube de fotógrafos y de cámaras de televisión.
El pulso de los chalecos amarillos continúa, si bien han bajado considerablemente sus acciones en todo el territorio. Es posible que el sábado, además de la concentración de París, se reactive. Hoy debe reunirse una comisión de los activistas con el primer ministro, Édouard Philippe. No se sabe bien quiénes serán los interlocutores. Hay divergencias entre los chalecos amarillos. Uno de los que se vio esta semana con el ministro de Ecología ha indicado que no irá porque no está clara la legitimidad de los representantes.
El movimiento, que nació como protesta contra la ecotasa de los carburantes, ha ido ganando respaldo popular. Según una encuesta de Le Figaro, el 84% de franceses ve justificada su protesta.
El catálogo de reivindicaciones que aparece en las redes sociales se ha ampliado e incluye peticiones inverosímiles, hasta de rango constitucional, como la supresión del Senado, además de la subida del salario mínimo, la reducción de las remuneraciones de los políticos o la creación de una “asamblea ciudadana”, como alternativa al Parlamento oficial, para proponer una nueva política tributaria y medidas de justicia social.
RESPALDO EN ALZA
El 84% de los franceses apoya a los ‘chalecos amarillos’, según una encuesta
MÁS ALLÁ DE LOS CARBURANTES Las reivindicaciones incluyen ya la subida del salario mínimo y la supresión del Senado