Primera condena a policías filipinos por la guerra contra las drogas
Tres agentes que mataron a presuntos traficantes pasarán 40 años en la cárcel
Hace dos años y medio, Rodrigo Duterte se hizo con la presidencia de Filipinas prometiendo acabar a tiro limpio con los traficantes y drogadictos y engordar con sus cadáveres a los peces de la bahía de Manila. Desde entonces, casi 5.000 personas han muerto a manos de la policía –y otros tantos a manos de milicias no oficiales– sin que nadie haya sido castigado por ello. Pero ayer, esa sensación de total impunidad se agrietó un poco, después de que un tribunal condenara a tres agentes por el asesinato de un adolescente en el 2017, un caso que provocó grandes manifestaciones contra la sanguinaria guerra contra las drogas del presidente filipino.
A las puertas del tribunal que juzgó ayer a los tres policías, decenas de curiosos y periodistas se agolparon para verlos llegar entre fuertes medidas de seguridad. Ya en el interior, el juez del caso, Rodolfo Azucena Jr., recordó que su conducta de “disparar primero y pensar después” nunca puede justificarse en una sociedad civilizada. El castigo por su actuación, hasta 40 años de cárcel para cada uno de ellos sin posibilidad de libertad provisional.
El crimen tuvo lugar en agosto del 2017, cuando un informante identificó a Kian Loyd de los Santos, un joven de 17 años de una barriada de Manila, como traficante de drogas. Según la versión de la policía, al ir a arrestarle, el muchacho sacó un arma, por lo que ellos respondieron abriendo fuego. Sin embargo, las imágenes de una cámara de videovigilancia cercana mostraron a dos de los policías llevándose a rastras al joven desarmado, que murió al recibir dos tiros en la cabeza a corta distancia.
Su asesinato indignó a la opinión pública. Durante su cortejo fúnebre, miembros de la poderosa Iglesia católica y activistas a favor de los derechos humanos encabezaron una multitudinaria manifestación para denunciar la guerra contra las drogas de Duterte. Poco después, otros dos adolescentes murieron en circunstancias similares, lo que llevó al presidente a declarar una breve moratoria sobre las redadas policiales. El mandatario también se reunió con los padres del niño y prometió que se haría justicia.
Precisamente, la familia De los Santos rompió a llorar al conocer el castigo para los asesinos. “Estoy muy contenta porque esto prueba que mi hijo era inocente”, declaró a la salida del juicio la madre del menor, Lorenza de los Santos, que también dijo tener esperanza de que los oficiales involucrados en incidentes similares ahora vivan con el temor a ser castigados.
El fallo también satisfizo a organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch, que ve en esta primera condena contra unos agentes “una advertencia a los miembros de la Policía Nacional de Filipinas para que respeten el proceso debido al hacer su trabajo”, según señalaron en un comunicado.
Pero a pesar de que respetan el veredicto, la Policía filipina ya anunció ayer mismo que su ofensiva contra los estupefacientes está lejos de haber acabado. “Esto no nos hará renunciar a nuestra determinación por librar a la sociedad de las drogas ilegales. Seguimos igual de decididos a apoyar a nuestro personal en primera línea mientras defendemos los derechos constitucionales de todos”, declaró su jefe, Oscar Albayalde.
Desde que Duterte llegó al poder, agentes policiales han matado a casi 5.000 personas con total impunidad