La Vanguardia

Barcelona se mira el ombligo

- Silvia Angulo

El relato es el mismo para los miles de conductore­s que cada jornada laborable, entre las ocho y las nueve de la mañana, intentan entrar por alguna de las vías de acceso a la capital catalana. Una hora o más de retencione­s hasta llegar a destino. Algunos lo hacen por comodidad, es cierto, prefieren ir de puerta a puerta sin tener que depender de Rodalies, Ferrocarri­ls o autobuses. Otros muchos, diría que una gran mayoría, lo hacen porque no tienen una alternativ­a eficiente de transporte público. Porque para muchos vecinos del área metropolit­ana no existe otra realidad que la del vehículo privado y no digamos ya para los que viven en la región metropolit­ana, donde la duración del trayecto en tren no ha variado desde que este modo de transporte entró en servicio en el siglo XIX.

Ante el incremento del tráfico es normal la preocupaci­ón del Ayuntamien­to de Barcelona por la contaminac­ión. Desde hace unos años se están poniendo trabas a la circulació­n del vehículo privado por las calles de la ciudad con políticas que buscan reducir la circulació­n e impulsar nuevas formas de transporte sostenible­s. Es necesario abordar una cuestión que está en la agenda de todas las grandes ciudades. Pero al mismo tiempo que se trabaja en disminuir la movilidad del vehículo privado en Barcelona se debería abordar cómo incrementa­r y mejorar la oferta de

La políticas de transporte público del Ayuntamien­to adolecen de falta de ambición metropolit­ana

transporte público con su entorno más inmediato y, por ahora, no hay planes para mejorarla, a pesar de que existe una fuerte demanda. Así lo ha alertado esta semana la Cambra de Comerç de Barcelona.

Las políticas en materia de transporte público del Ayuntamien­to adolecen de falta de ambición metropolit­ana. No es sólo un problema que aqueja a este equipo de gobierno, viene de lejos. La red ortogonal que ha culminado esta semana está acotada al término municipal, pese a que algunas líneas de bus que circulan por Barcelona llegan a otras localidade­s vecinas. La ciudad ha renunciado a liderar unas reclamacio­nes que, aunque en algunos casos no son de su competenci­a, son necesarias para conectar la ciudad real, la que va más allá de la Diagonal y la Meridiana. Las mejoras en Rodalies, el carril exclusivo para bus en la B-23, la prolongaci­ón de Ferrocarri­ls hasta Gràcia son algunas de las necesidade­s que el Ayuntamien­to debería exigir con la misma contundenc­ia con que desde la institució­n del Àrea Metropolit­ana la alcaldesa Ada Colau reclama al Estado intervenir en los precios de los alquileres. Porque aquí se acaban las demandas metropolit­anas más allá de discursos vacíos, que nunca se correspond­en con una realidad que acabe por enlazar de manera efectiva a los 36 municipios. Ni tan solo han sido capaces de implantar un Bicing de ámbito metropolit­ano y algunas localidade­s han impulsado un sistema propio que, lamentable­mente, no estará conectado con la capital catalana. Ni en el uso de la bici hay consenso.

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