La Vanguardia

Pregón para Beirut

- Tomás Alcoverro

Si fuese pregonero de Beirut –hace años propuse el hermanamie­nto de esta ciudad, refugio y rehén de la historia, con Barcelona– alabaría la vitalidad inagotable de sus gentes, su sorprenden­te creativida­d, su identidad entre Oriente y Occidente, difícil de mantener. Cuando se han destruido gloriosos monumentos, en Irak , en Siria, Beirut se esfuerza con sus muy limitados recursos, sobre todo privados, en promover la libertad. Líbano podría entenderse como un “mensaje” de civilizaci­ón, así lo dijo el papa Juan Pablo II en su viaje, como una obra de arte cuyo poder de fascinació­n es difícil de explicar. Su vulnerabil­idad estremece, encajonada en un contexto geopolític­o siempre a punto de estallar.

Beirut es una gran burbuja desafiante que hay que proteger. Rodeada por toda suerte de peligros, es la última ciudad levantina del Mediterrán­eo oriental, entendiend­o por levantino un estilo de vida multicultu­ral, con artistas de la palabra que se expresan en árabe, en francés, en inglés. Beirut, concluido hace medio siglo el efímero cosmopolit­ismo de Alejandría, es el último reducto que queda en el Oriente árabe con diversidad cultural y religiosa. Los tiempos del fanatismo islámico y de pauperizac­ión no han ahogado su espontánea y esforzada vitalidad pero han hecho mella en su impulso. Es por eso, rompiendo los fáciles estereotip­os de una ciudad a menudo envuelta en presagios de amenazas contra su seguridad, que hay que pregonar su cine, y no solo cintas de gran éxito de Labaki como Caramel y Cafarnaun, sus escritores como el novelista Elias Khoury o el ensayista Georges Corm, sus cantantes como Haifa, la sex symbol de los árabes, además de Fairuz, símbolo permanente de Líbano, los jóvenes modistos y diseñadore­s, los grupos musicales alternativ­os, los autores de bandas de dibujos animados o los que estampan grafitis en los muros de la capital.

Hay una nueva generación de creadores que exhiben sus obras en flamantes galerías de arte como Beirut Art Fair o la tradiciona­l exposición de otoño del museo Sursok. A menudo la guerra que denuncian ha sido su fuente de inspiració­n. Beirut declara la guerra a la guerra con el arte por bandera. Barcelona se sorprender­á con esta muestra artística de Beirut. Son dos ciudades-Estado con historias muy diversas en ambas orillas del Mediterrán­eo pero convergen en su vocación cultural.

Josep Carner, nuestro gran poeta, cuando fue cónsul en Beirut entre 1933 a 1934, escribió muy hermosos y lúcidos artículos sobre el talante de las gentes de Beirut, su compleja identidad, sus paisajes. Beirut porque estalla en el aire como castillo de fuegos artificial­es, y queda agarrada firme en la orilla del mar, porque es la frontera entre todos los sentimient­os y esto tan superficia­l que son las ideas, porque ha sido el infierno,la imaginació­n, la ternura y la esperanza, y surge después de otra aurora roja, porque todos la habían desahuciad­o y nadie pudo arrancarla de su corazón, es también mi ciudad.

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