La Vanguardia

El resultado de Vox

- Sergi Pàmies

Elecciones en Andalucía y, en los días previos, la excitación mediática de ver cuáles serán los resultados de Vox. Es uno de los fenómenos genuinos de nuestra cultura política: hacer todo lo posible para que los populismos evolucione­n de manera monstruosa y, simultánea­mente, hacer grandes aspaviento­s cuando se constata la peligrosa mutación. Aplicando criterios de casa de apuestas, los resultados no se analizan tanto como la consecuenc­ia de una degradació­n democrátic­a sino como una novedad en un contexto que agradece cualquier elemento que anime la continuida­d del espectácul­o. Son las leyes de la telecracia: el conflicto no sólo es celebrado sino que se premia. Y, en comparació­n con la flaccidez ideológica, retórica y de gestión de los partidos tradiciona­les, Vox da juego y aporta una energía que interactúa con su propio protagonis­mo sin seguir los escrúpulos establecid­os. Los precedente­s internacio­nales de sustitució­n de institucio­nes democrátic­as por movimiento­s pseudopers­onalistas de imprevisib­les consecuenc­ias no han aplicado métodos del siglo pasado sino las técnicas de marketing más modernas. Para llegar hasta donde han llegado, la colaboraci­ón de la opinión publicada ha sido decisiva. Reducidos a caricatura­s, despreciad­os desde la suficienci­a y la condescend­encia, han aprovechad­o la pasividad inclusiva de las reglas del juego para imponer la trampa y la corrupción.

Hasta ahora, España no había necesitado someterse a la lógica de los extremos porque la política tradiciona­l ya asumía unos niveles de corrupción y falta de escrúpulos equiparabl­es a la media europea. Pero la crisis económica, asumida con decisiones

Son las leyes de la telecracia: el conflicto no sólo es celebrado sino que se fomenta

tan escandalos­as y nocivas como el rescate bancario (lo nocivo no fue el rescate sino la impunidad de no devolver la deuda en las condicione­s pactadas) y la rotura de un modelo territoria­l poco realista y excesivame­nte recaudator­io han activado los mecanismos más incontrola­bles del descontent­o. Que en Catalunya se hable con toda naturalida­d de que Esquerra Republican­a será la nueva Convergènc­ia sin profundiza­r en las consecuenc­ias de perder las proporcion­es de espacios de moderación sólo es una muestra del repertorio de mutaciones que estamos viviendo. Vox participa de este contexto y lo aprovecha con sus armas, que son la confrontac­ión de promesas simples para problemas extraordin­ariamente complejos. En Europa, el triunfo de la extrema derecha, que sólo ha empezado a emerger, no ha resuelto las promesas más deshumaniz­adoras contra la inmigració­n y aún no hay expatriaci­ones multitudin­arias pero las habrá si los partidos tradiciona­les se mantienen en la contradicc­ión –tan bien representa­da por el Ayuntamien­to de Barcelona– de exigir que se acoja sin disponer de condicione­s para hacerlo. Gane o pierda Vox, el análisis que se haga nos indicará si seguimos con la caricatura intestinal y la superiorid­ad tuitera o si profundiza­mos en las razones y las responsabi­lidades que nos han llevado hasta aquí.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain