La Vanguardia

Especial de 40 años de cultura en democracia

Judit Carrera, politóloga, directora del CCCB

- TERESA SESÉ IGNACIO OROVIO

Judit Carrera (Barcelona, 1974) fue elegida en julio directora del CCCB, una institució­n en la que cree y conoce bien –ha sido su jefa de debates y educación desde el 2002– pero que, opina, necesita reorientar­se para poder seguir ofreciendo hoy respuestas en un mundo que ha cambiado radicalmen­te desde la creación del centro hace casi un cuarto de siglo.

Se incorporó al CCCB bajo la dirección de Josep Ramoneda, su fundador e ideólogo, y más tarde ha trabajado con Marçal Sintes y Vicenç Villatoro, dos directores que no han dejado una huella visible. ¿Su ambición es marcar una nueva época?

Para mí ha sido un orgullo formar parte de los equipos del CCCB y por tanto asumo todo el legado del centro como propio. Pero la institució­n cumple el año que viene 25 años, un momento de celebració­n y de balance, pero también de repensar su presente y cómo proyectarl­o hacia el futuro. El contexto es radicalmen­te diferente. En los noventa cayeron el muro de Berlín, el régimen del apartheid, el comunismo, era un mundo de un cierto optimismo, de certezas, de confianza en el futuro. Parecía que la democracia se imponía alrededor del mundo, empezaban a vivirse los inicios de la globalizac­ión y del potencial de libertad que ofrecía internet... Y a nivel de Barcelona eran años olímpicos y por tanto de orgullo de ciudad, de país, de consolidac­ión de la democracia, de implantaci­ón de un mapa de equipamien­tos públicos...

Nada que ver con el actual. Ahora todo es mucho más incierto, más complejo, más imprevisib­le. Y en muchos aspectos más oscuro, más hostil. Es un mundo en el que las fronteras tienden a multiplica­rse, la democracia está en crisis en muchísimos países, crece el autoritari­smo, hemos visto la cara oscura de internet, la cara oscura de la globalizac­ión. Hay problemas globales que no se están abordando, como el cambio climático o la crisis de refugiados, y a nivel local estamos viviendo una crisis política sin precedente­s, hay una desafecció­n con la ciudad de Barcelona...

Y en ese panorama, ¿cuál ha de ser el papel de un centro cultural como el CCCB?

Pienso que tiene una función muy clara que es intentar dar respuesta a estos grandes interrogan­tes, a esta incertidum­bre, el mundo se ha vuelto muy imprevisib­le, todas las categorías del saber ya no funcionan para interpreta­r el mundo. Y aquí pienso que podemos jugar un papel clave para entender el presente e imaginar el futuro.

¿Y cómo se consigue?

Afinando muy bien sus antenas para saber y entender lo que está pasando en el mundo, y sobre todo imaginando nuevas maneras de trabajar. Todos los museos del mundo están imaginando cómo tejer puentes con sus entornos más inmediatos, con los grupos de creadores que los rodean. Tenemos que ser capaces de crear proyectos que encuentren nuevas maneras de aproximars­e y de hacer que el público pueda intervenir también en las programaci­ones del centro. Cuando hablo de público me refiero a los artistas, los creadores, los intelectua­les. Que puedan intervenir también en la programaci­ón de los centros.

¿Eso comporta un cambio de modelo?

Yo creo que el modelo del CCCB continua siendo vigente. El modelo de un centro que no tiene colección propia y que tiene un capital intangible que es la capacidad de interpreta­r el mundo a través de diferentes disciplina­s y de diferentes formatos está más vigente que nunca. Y de hecho la mayoría de institucio­nes del mundo están saliendo de su disciplina concreta para intentar encontrar este espacio de intersecci­ón, este cruce de mundos que cada vez es más necesario para abordar el conocimien­to. Los grandes pilares, esto es, las exposicion­es y la reflexión vinculada al mundo del pensamient­o, se mantendrán. La palabra nos sirve no sólo para reivindica­r el debate informado, el debate razonado, como una manera de conocimien­to, sino también como una manera de fomentar el pluralismo. Pero hay dos líneas en las que creo que deberíamos crecer. Una es a través de la mediación, ese tender puentes hacia grupos y colectivos que se integren de alguna manera en la programaci­ón. Y otra a través de la educación, en un sentido muy amplio. Hemos tenido un par de experienci­as extraordin­arias con adolescent­es. Trabajar con los adolescent­es es una manera de demostrar que el mundo de la cultura y el de la educación no se dan la espalda y comparten objetivos, como la formación de ciudadanos críticos, libres y autónomos. Pero para nosotros trabajar con esos chicos y chicas nos permite renovarnos de su mano, ajustar prioridade­s e imaginar juntos el futuro. Es importante abrazar esta franja de población que hasta ahora no había sido prioritari­a en el CCCB. A través de los adolescent­es puedes conseguir que tus espacios sean más accesibles y amables, con un componente más humano.

En octubre, Judith Butler atrajo a cientos de jóvenes al CCCB. Parecía un concierto de rock.

Sí, la verdad es que vinieron 2.500 personas, y al día siguiente, con Paul B. Preciado, fue también espectacul­ar. Fue un momento culminante de una tendencia que hacía tres o cuatro años que estábamos empezando a percibir, que es esta movilizaci­ón de la gente joven y que creo que tiene que ver con la incertidum­bre que nos envuelve. Los jóvenes tienen ganas de respuestas, pero creo que también tiene que ver con un cansancio de la pantalla, con las ganas de volverse a encontrar. De volver a tocarse, de estar presentes en cuerpo y alma, y de compartir un espacio físico. Y después hay una cuestión muy importante que es la cuestión del cuerpo, el género, el feminismo, que es realmente ahora mismo el tema que preocupa y que moviliza a la gente joven.

¿Mantendrá la línea de exposicion­es de los últimos años?

Rosa Ferré [ahora directora de Matadero] abrió una línea muy interesant­e que se interroga sobre cómo la tecnología y el progreso científico está cambiando nuestra forma de vivir. El impacto que tienen en lo que significa ser humano hoy. Es la transforma­ción, la revolución más radical que hemos tenido en las últimas décadas, y por tanto nos compete entender cuál es su alcance y los dilemas que plantea. Me parece muy interesant­e y me propongo consolidar esa línea en los próximos años.

¿Ya tiene equipo?

No, en las próximas semanas se convocarán plazas de jefes de exposicion­es, de debates, que es la plaza que yo dejo vacante, y crearé una nueva de jefe de mediación. Mientras tanto sigo trabajando con los equipos ya existentes.

Ramoneda estuvo vinculado al PSC y Marçal Sintes y Vicenç Villatoro con la antigua Convergènc­ia. ¿Su llegada liberará al centro de las tentacione­s de adscribirl­o a una ideología u otra?

Es bueno imaginar la cultura al margen de la política. La cultura tiene una función política muy clara, que es la de crear ciudadanos, de crear la esfera pública, de refuerzo a la democracia, de contribuir a la formación de ciudadanos libres, independie­ntes y críticos y en este sentido críticos también con el poder. Pero eso no quiere decir que haya de estar alineada a una ideología política concreta y menos una institució­n como esta.

Es la primera mujer directora, las expectativ­as son altas.

A mí lo que me gustaría es que esto no fuera noticia, que las mujeres pudiéramos acceder con más naturalida­d a los centros de decisión pública. Es una anomalía que me gusta contribuir a corregir. ¿Qué puede aportar una mujer? Miradas femeninas no hay sólo una, pero mi compromiso es firme en hacer una programaci­ón paritaria y en dar visibilida­d a colectivos hasta invisibles, que no sólo son las mujeres. El feminismo es una mirada universal, que sobrepasa de largo a las mujeres. El feminismo al final es una lucha por dar visibilida­d a colectivos que no la tienen, es entender la alteridad, haber entendido qué es haber sido el otro, y pienso que el feminismo es una mirada útil para la cultura. Otra de las lecciones del feminismo es entender que el cuerpo y lo personal es político y me parece que eso va más allá de las mujeres. Es una batalla cultural de primer orden, un legado que asumo como propio.

DIGITALIDA­D Y PRESENCIA

PARTIDOS AL MARGEN

RETOS GLOBALES

EL PÚBLICO ADOLESCENT­E

PRIMERA DIRECTORA

“Veo un cansancio de la pantalla, hay ganas en los jóvenes de volverse a encontrar”

“La cultura tiene una función política muy clara que es la de crear ciudadanos”

“Hay problemas que no se están abordando: cambio climático, refugiados...”

“Los jóvenes buscan respuestas ante la incertidum­bre que les rodea”

“Me gustaría que no fuera noticia, es una anomalía que me gusta ayudar a corregir”

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 ?? XAVIER CERVERA ?? Cantera. Carrera lleva años en el CCCB –ha sido jefa de debates y educación–, donde ha trabajado con Josep Ramoneda, Marçal Sintes y Vicenç Villatoro
XAVIER CERVERA Cantera. Carrera lleva años en el CCCB –ha sido jefa de debates y educación–, donde ha trabajado con Josep Ramoneda, Marçal Sintes y Vicenç Villatoro

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