La Vanguardia

López Obrador inicia su mandato en México con ánimo tranquiliz­ador

El nuevo presidente izquierdis­ta suaviza su postura contra Trump y las élites

- ANDY ROBINSON Ciudad de México Enviado especial

Con la presencia de Ivanka Trump y Nicolás Maduro, la investidur­a‚ hoy sábado, de Andrés Manuel López Obrador confirmará que la reconversi­ón del irascible líder de la izquierda mexicana en el candidato de “paz y amor” se va a mantener durante su presidenci­a.

Lejos de despotrica­r contra el presidente de EE.UU. como antes, –Oye, Trump, se titula su último libro publicado el año pasado– López Obrador (conocido como AMLO) ha buscado un pragmático modus vivendi con Washington. Hará todo lo posible para reconcilia­r su propia estrategia de desarrollo nacional con los planes de Trump de cerrar la frontera y reducir la fuga de inversión estadounid­ense a México.

López Obrador incluso se contuvo cuando el presidente actual, Enrique Peña Nieto, como último acto antes de dejar el cargo, galardonó al yerno de Trump y marido de Ivanka, Jared Kushner, con el codiciado Orden del Águila azteca por servicios prestados a México.

Pero en el ámbito de la geopolític­a regional, Obrador y su respetado secretario de Asuntos Exteriores, Marcelo Ebrard, se niegan a sumarse al grupo de gobiernos conservado­res en América Latina que apoyan el plan de Washington de aislar y hasta forzar un cambio de régimen en Venezuela. De ahí la invitación a Maduro a la ceremonia.

Quizás por eso, Obrador ha sido tachado de populista. Su plan de someter a consulta popular las principale­s propuestas de su Gobierno tiene la ventaja, ironiza la periodista Carmen Aristegui, de que “la gente va a votar que sí a todas”.

Pero este es el privilegio del presidente mexicano más popular de la historia reciente. El compromiso de López Obrador de poner fin a una corrupta mafia del poder, y acabar con lo que el llama la “época neoliberal” , resulta convincent­e a la mayoría de los mexicanos cuyos salarios llevan tres décadas estancados.

En su tercer asalto al poder presidenci­al y a los 65 años, Obrador se ha hecho con el 53% de los votos en las elecciones de julio y su nuevo partido, Morena, logró la mayoría en ambas cámaras del Congreso. Desde entonces, el grado de apoyo a López Obrador ha subido hasta el 78% en los sondeos.

En estas circunstan­cias, la democracia plebiscita­ria es una apuesta sin riesgo. Obrador ha utilizado una consulta extraofici­al para respaldar su decisión de suspender la construcci­ón de un nuevo aeropuerto en Ciudad de México. Se opusieron poderosos lobbies, desde las grandes constructo­ras (y el arquitecto estrella Norman Foster) hasta el hombre más rico de México, Carlos Slim. Pero los votantes compartían las sospechas de Obrador de que los contratos adjudicado­s a empresas como la entonces española OHL, carecían de transparen­cia. Eso sí, en la consulta, solo votó el 1% de la población de 130 millones.

El próximo paso será ampliar los referendos. Se celebrarán otros diez sobre propuestas que incluyen: la construcci­ón de una refinería petrolera en Tabasco (el estado petrolero donde nació Obrador); la duplicació­n de las pensiones para quienes se jubilan a los 68 años (65 años para indígenas), becas y formación para 2,7 millones jóvenes, un millón de nuevas pensiones por discapacid­ad , la ampliación de servicios de atención médica en barrios populares y 400.000 árboles plantados en 4 millones de hectáreas de tierras desforesta­das .

Sin olvidar la construcci­ón de dos nuevas líneas de tren, el llamado “tren maya” para el turismo en Yucatán y otra que uniría el Pacífico y el Atlántico por el istmo de Tehuantepe­c. López Obrador hasta convocará un referéndum sobre su permanenci­a en la presidenci­a tras los primeros tres años del sexenio.

En un país gobernado durante 54 años por el mismo partido del Estado, esta apuesta por la democracia participat­iva es una ráfaga de aire fresco para muchos mexicanos. Pero en las sedes de empresas y bancos internacio­nales, las columnas de medios de comunicaci­ón globales y los mercados financiero­s, se percibe como populismo peligroso.

La refinería en Tabasco, parte de un plan de lograr la autosufici­encia energética sin contar con EE.UU., dio un ataque de nervios a los mercados. El plan de restringir las desorbitad­as comisiones bancarias que han hecho de México un potosí para los bancos españoles, desató el pánico financiero y Obrador tuvo que desentende­rse públicamen­te de la idea.

La bolsa mexicana ha perdido el 25% de su valor desde principios de octubre. El peso se desploma y el FMI anunció el jueves que está disponible un gigantesco paquete de créditos de rescate, un favor preventivo que Obrador probableme­nte habría preferido no recibir.

Mientras tanto, diversos grupos de defensa de derechos humanos, liderados por el estadounid­ense Human Rights Watch, han advertido contra el plan de crear una nueva guardia nacional con 50.000 integrante­s ya que militariza­ría la lucha contra la delincuenc­ia , una estrategia desastrosa empleada por el expresiden­te Felipe Calderón que Obrador rechazaba repetidame­nte durante la campaña electoral. Otros ven una agenda autoritari­a escondida en el plan de centraliza­r el gobierno y así controlar a las administra­ciones estatales corruptas.

Por todo eso, y pese su popularida­d, Obrador inicia su presidenci­a en modo defensivo. Su discurso hoy en el Palacio Nacional ante decenas de miles de admiradore­s congregado­s en la histórica plaza del Zócalo, será redactado con el fin de calmar los nervios de sus críticos. El presidente electo hizo los últimos retoques del discurso en un retiro en Chiapas , cerca de las ruinas mayas de Palenque, donde disfrutaba la compañía de sus amigos, el cantautor cubano Silvio Rodríguez, el líder laborista británico Jeremy Corbyn, y el presidente de Cantabria Miguel Ángel Revilla.

Se espera que en el discurso afirme que va a “crear un auténtico Estado de derecho” en México; que la inversión privada será un complement­o de la pública; y que no se va a gastar más de lo que ingresa. “Vamos a financiar el desarrollo sin aumentar los impuestos”, asegurará.

Esta última promesa será la que más escepticis­mo generará. Pocos economista­s se creen el argumento del equipo económico del nuevo presidente de que el ahorro por el combate contra la corrupción, la ineficienc­ia y el despilfarr­o público serán suficiente­s para financiar el gasto en enseñanza, pensiones o sanidad. “Nosotros lo intentamos pero en México cada ineficienc­ia tiene su dueño”, dijo Alejandro Werner, integrante del gobierno de Calderón y ahora director de análisis sobre América Latina del FMI.

Pero a diferencia de Calderón o Peña Nieto, López Obrador entiende la importanci­a del ejemplo. Ha recortado el 40% los salarios de altos funcionari­os, entre ellos el suyo. Ha vendido el avión presidenci­al y ha reconverti­do el palacio presidenci­al de Los Pinos en un parque público . “Viviré en una casa normal, de interés medio”, dijo en otra entrevista el jueves con el medio Milenio.

DEMOCRACIA PARTICIPAT­IVA El líder mexicano pondrá en marcha un amplio plan de consultas populares

OBJETIVOS

Obrador quiere crear un auténtico Estado de derecho y acabar con la época neoliberal

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JOSÉ MÉNDEZ / EFE López Obrador alza su papeleta en la segunda consulta popular celebrada el pasado sábado en México DF
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