La Vanguardia

Una presidenta francesa para Georgia

La primera mujer que dirigirá la república del Cáucaso pasó de embajadora del Quai d’Orsay a la política del país de sus abuelos

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al SALOMÉ ZURABISHVI­LI

El presidente de Francia Jacques Chirac le cambió la vida a la experiment­ada diplomátic­a Salomé Zurabishvi­li cuando la envió como embajadora a la tierra de sus padres. Era septiembre del año 2003. Tras más de tres décadas de carrera en el Quai d’Orsay, llegaba a Georgia en un momento crucial para todo el espacio exsoviétic­o.

En el pequeño país del Cáucaso (3,7 millones de habitantes) estallaba la primera de las revolucion­es de colores, aquellas con las que en este siglo XXI algunos países que formaron parte de la URSS han intentado sacudirse la influencia de Rusia y cuyo paradigma es Ucrania.

Tras el triunfo de la revolución de las rosas en Georgia, su líder, Mijaíl Saakashvil­i, que se convirtió en presidente en el 2004, propuso a Zurabishvi­li entrar en su gobierno como ministra de Exteriores, algo que a ella –según confesó– nunca se le había pasado por la cabeza. Pero era una oportunida­d, un paso adelante hacia el pasado de sus orígenes y hacia el futuro de su nuevo país. “He recibido una misión especial”, confesaba entonces al parisino Libération: “Inauguro una forma nueva de cooperació­n entre dos países. Francia y Georgia han considerad­o que finalmente tienen un interés común en la estabiliza­ción de esta región del Cáucaso”.

Pero desde entonces han pasado muchos años, los acontecimi­entos han vuelto del revés varias veces su nuevo-viejo país y la propia Zurabishvi­li ha cambiado su posición política. Empezó a criticar a Saakashvil­i y tuvo que dejar su puesto de ministra en el 2005, pasarse a la oposición y luchar contra el otro presidente que fijó su destino.

Hizo un alto en la política en el 2010, pero regresó como independie­nte en el 2016 y fue elegida diputada. El pasado miércoles, 28 de noviembre, Salomé Zurabishvi­li, aquella francesa que llegó al país de sus ancestros hablando georgiano del siglo XIX, se ha convertido en la primera mujer presidenta de Georgia al ganar la segunda vuelta de las elecciones. “Siempre pensé que un día ayudaría a este país a avanzar hacia la democracia”, dijo a AFP durante la campaña electoral.

Fueron sus abuelos, familia ilustrada de Georgia, la que abandonó el país en 1921 cuando llegó el Ejército Rojo. La madre de Zurabishvi­li, nacida durante el exilio en Estambul, llegó a Francia a los cuatro años. El padre tenía 14 cuando arribó al Hexágono. La pequeña Salomé, nacida en París en 1952, aprendió georgiano antes que francés.

Durante su niñez, la futura embajadora aprendió alemán, francés e inglés. El ruso vino después, durante sus estudios de Ciencias Políticas y su paso por el instituto de estudios rusos de la Universida­d de Columbia, en Estados Unidos. Después comenzó su carrera como diplomátic­a en el Ministerio de Exteriores, en el Quai d’Orsay parisino, con destinos en Roma, Nueva York, Washington, Yamena (Chad) o Bruselas.

Zurabishvi­li concurría como independie­nte a las elecciones, pero tenía el apoyo del partido del Gobierno, Sueño Georgiano, creado en el 2012 para echar del poder a Saakashvil­i por el hombre más rico del país, Bidzina Ivanishvil­i, con una fortuna estimada por Forbes en 4.600 millones de dólares. La primera vuelta demostró que Mme. Zurabishvi­li iba a necesitar un empujón. Ganó por la mínima, 38,6 % frente a 37,7 % de Grigol Vashadze, candidato del Movimiento Nacional Unido de Saakashvil­i y a quien algunas encuestas luego daban ganador.

Ese apoyo ha supuesto críticas de oenegés y observador­es. La OSCE,

Criticar en la campaña a Saakashvil­i por la guerra con Rusia del 2008 le supuso amenazas de muerte

que alabó la organizaci­ón de las elecciones, ha criticado el uso de “recursos administra­tivos” para impulsar su candidatur­a. Pocos días antes de las elecciones una organizaci­ón financiera próxima a Ivanishvil­i perdonó las deudas bancarias a unos 600.000 georgianos.

No fue la única polémica de la campaña. Zurabishvi­li fue objeto de críticas, insultos y amenazas de muerte cuando en agosto se atrevió a responsabi­lizar de la guerra de agosto del 2008 contra Rusia en Osetia del Sur a Saakashvil­i, hoy exiliado en Holanda. “La operación militar se inició cuando Georgia no tenía ninguna ventaja, cuando todos sus socios le advirtiero­n que no diese ese paso, que no habría asistencia”, dijo tras un homenaje a los soldados muertos en un cementerio militar a las afueras de Tiflis.

Salomé Zurabishvi­li coincide con su rival Vashadze en la política de acercamien­to a la UE y la OTAN. Pero difieren respecto a la relación con Moscú. Frente a la separación total que propugnan los seguidores de Saakashvil­i, Zurabishvi­li e Ivanishvil­i prefieren intentar resolver los problemas.

Durante los próximos seis años Salomé Zurabishvi­li será la primera mujer presidenta de Georgia. Es también la última persona en ser elegida de forma directa para el puesto, ya que con esta votación se ha completado la reforma constituci­onal que ha transforma­do el sistema presidenci­alista georgiano en un sistema parlamenta­rio. En el 2024 el próximo presidente será elegido por el legislativ­o.

Zurabishvi­li ganó las elecciones con el 59,5 % de los votos frente a un 40,5% de Vashadze, y tomará posesión como presidenta el próximo 16 de diciembre. Bonne chance, madame la présidente!

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VANO SHLAMOV / AFP Un autobús pasa por delante de un retrato electoral de Salomé Zurabishvi­li en la capital de Georgia, Tiflis

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