El retablo de Liddell
Génesis 6, 6-7 Concepción y dirección: Angélica Liddell
Lugar y fecha: Municipal de Girona. Temporada Alta (24/XI/2018) El recuerdo que deja Angélica Liddell es el de una cicatriz antigua. Un dolor superado y su huella imborrable. Con la contradictoria esperanza de reincidir en la herida se acude a su llamada teatral. Volver a experimentar la extraña sensación que provoca el encuentro con una brutal y profunda relación con la oscuridad que late en el ser humano. Esa conciencia demoledora que anida en Schopenhauer y de la cual Liddell parecía su suma sacerdotisa en un escenario. Eso es lo que se espera también de Génesis 6, 6-7, el pasaje del Antiguo Testamento –y de la Torá– en el que Jehová se arrepiente de haber creado al ser humano.
Embarcada ella en un ya largo viaje de revelación y misticismo, el espectador se tiene que conformar con palparse las viejas huellas. En esta última propuesta el discurso que se abría como un tajo de sus entrañas –con la rabia que distinguía a Liddell de otros creadores sin filtros– se ha transformado en una mirada mucho más externa. Pasa lo que nunca antes: hallar conexiones reflexivas y estéticas de otros. Sorprenderse de comparar y ver en Liddell una sombra del imaginario artístico de Romeo Castellucci. Levantar un contundente retablo de símbolos compartidos rompiendo lo más valioso de su obra: el vínculo umbilical entre la obra y su autora. Ruptura aún más evidente cuando ella misma se suma al espectáculo.
A partir de la centralidad de la iconografía judeocristiana, Liddell explora la aspiración de la transcendencia desde una perspectiva heterodoxa. De la telúrica y matriarcal Venus de Willensdorf a la consciencia binaria de HAL (el ordenador de 2001) ante su mortalidad. De las santas de Zurbarán al misticismo sufí de los giróvagos. Del sacrificio de Abraham a la ancestral comunión del pan. Un espectáculo con el hermetismo simbólico –a veces hereje– de un cuadro de El Bosco. Un montaje de episodios superpuestos por los que pasear la mirada y a veces quedar atrapado por el mensaje casi hipnótico de un gesto o una composición. La duplicidad de las hermanas Cabello Schoenmakers, la imperfección casi barroca del bailarín Aristide Rontini, la chocante confluencia de un hombre coronado por un sombrero jasídico mientras sostiene un puerco muerto. El TAC de un cáncer de colon que parece el ojo de Dios creado por Kubrick. Una liturgia laica en la que los niños blanden espadas y kalashnikov como los oficiantes del Canto de la Sibila.