El Palau conoce la derrota
El Barça sufre una lección de un gran Fenerbahçe y cae por primera vez en casa este curso
Al décimo partido en casa el Palau Blaugrana descubrió la derrota esta temporada. No fue ante un rival cualquiera sino que sus jugadores cedieron contra uno de los principales favoritos de la Euroliga, el Fenerbahçe de Obradovic, que llevó la batuta de principio a fin y que impartió al Barça una lección de realidad. Al voluntarioso equipo de Pesic, que está levantando el ánimo de su gente, todavía le queda un trecho para competir de verdad con los más grandes del continente. El revés, el cuarto en el torneo para el Barcelona, le deja instalado en un segundo nivel, por detrás del Fenerbahçe, el CSKA, el Madrid y el Efes. Lástima para sus intereses que, a diferencia del clásico del domingo, el Barça no supiera marcar el ritmo contra un adversario que actuó con una solvencia contrastada y fue el amo en todos los aspectos del juego.
El desafío era mayúsculo para el Barça. En el Palau se presentaba un señor equipo. Dirigido por Obradovic con mano sabia el conjunto turco mueve las piezas como en el ajedrez, asegurando posiciones, distribuyendo con criterio y martilleando desde diversos ángulos. Si, además, cuenta al principio con un jugador en vena de aciertos como Ali Muhammed, antes conocido como Bobby Dixon, es difícil darle réplica. Lo intentó el Barcelona pero fue casi siempre por detrás.
El base Muhammed bordó el baloncesto en el primer cuarto. Sumado su acierto en esta fase en la que anotó diez puntos al buen hacer del cuadro estambulí a la hora de cargar el rebote la consecuencia para los de Pesic fue que tenían que ir sacando agua del barco constantemente. Le faltaba al Barça un punto de agresividad y de convicción. Se veía inferior en cada emparejamiento. Intentó el técnico blaugrana secar a Muhammed primero con Pangos, después con Blazic y más tarde con Heurtel pero en ese momento no había manera. Pese a ello el equipo barcelonista aguantó el tirón gracias a la entrada de Seraphin y de Oriola, cuyos 7 puntos en este tramo sirvieron para que la diferencia no se fuera más allá de los 6 (17-23).
Pero en el segundo cuarto el decorado empeoró. Muhammed anotaba su quinto tiro sin fallo, tres de ellos triples, Datome le acompañaba y el Fenerbahçe, alentado por un grupo numeroso de seguidores, acertaba en casi todos los ataques. Para más inri y, como corresponde al historial de Obradovic, los colegiados le respetan y permitieron sus contactos defensivos. El Barcelona iba con la lengua fuera y el Fenerbahçe amenazó con pegar un tirón de consecuencias importantes. Los turcos se fueron de 15 (23-38) y poco después se armó una bronca monumental en el Palau. El público barcelonista reaccionó con furia tras una técnica a Pesic. Como ocurre en ocasiones estas decisiones arbitrales (el inefable italiano Lamonica ya no cambiará nunca) supusieron un punto de inflexión provisional.
La parroquia comenzó a gritar y animar y el Barça subió su agresividad en defensa y en ataque de la mano de un Hanga, el mejor del equipo, en plan revulsivo. Sus 9 puntos antes del descanso sirvieron para que los blaugrana se colocaran a cinco (34-39), una brecha que más adelante nunca bajó de ahí. Cualquier equipo del montón se habría venido abajo ante esa conjunción ambiental pero el Fenerbahçe tiene tablas, paró la reacción blaugrana y alcanzó el entreacto con una ventaja sólida (36-45).
Lo que vendría a continuación no sería el sorpasso barcelonista sino una nueva aceleración turca. Ahora eran Melli y Kalinic los que tomaban el relevo de Muhammed y en el otro lado de la pista el Barcelona no encontraba quien lo liderara. En un partido nefasto de Pangos y Heurtel el equipo no daba con la tecla. Anotaba a cuentagotas y no cerraba la sangría bajo su tablero. El Fenerbahçe volvió a instalarse en un mando absoluto y entró en el periodo definitivo con una renta de 17. El guion ya no cambiaría.
DOS NIVELES DIFERENTES
El equipo de Pesic fue inferior de principio a fin ante el cuadro de Obradovic, muy completo
DIRECCIÓN TURCA
Ali Muhammed superó a los bases barcelonistas, que vivieron una noche nefasta, y marcó el ritmo