La Vanguardia

“Ahora mi madre ya entiende”

“Al principio, para mí la gimnasia era una vía de escape”, cuenta Daniel Mendieta

- Nadia Comaneci Sergio Heredia

La perfección no es algo permanente, sólo un instante –Cuando tenía cinco años, yo quería jugar a baloncesto. Pero claro, ya lo ve... –dice Daniel Mendieta.

Suelta una risa.

Mide 1,41 m y pesa 38 kilos.

–Yo no daba la talla –me dice.

–Y ser tan pequeño, ¿es bueno para la gimnasia?

–Desde luego. Si eres muy alto, cuando estás colgado en las paralelas, tocas la otra barra con las rodillas o los pies. En el caballo con arcos, al alto se le ve más abierto. Y pesa más y debe hacer más fuerza. Yo, en el ejercicio de suelo, tengo mucha más estabilida­d.

Vale: la gimnasia era su hábitat. Aunque nadie le regaló nada.

–El primer día que aparecí en el gimnasio, cuando tenía ocho años, no entendía las cosas. Me pareció muy duro.

–¿Qué le pasaba?

–Había demasiados elementos. Tenía que aprender a calentar y a trabajar la preparació­n física. Era pequeñajo y no lo entendía.

‘¿Qué es lo que tengo que hacer?’, me decía.

–¿Y qué se le había perdido allí?

–Un amigo que practicaba...

–¿Y luego?

–Volví a los dos días. Y entonces me encantó. Y así seguí.

Y así siguió.

Recorriend­o en quince minutos la distancia que separaba su casa del pabellón L’Oreneta, en Vic, que es donde vivía.

No había sido fácil su infancia. Los padres se habían separado. Su hermana tiene una incapacida­d física, se mueve en silla de ruedas. El colegio nunca le interesó demasiado.

–Con el deporte ¿huía de algo?

–Al principio era una vía de escape. Estaba harto del colegio. Me costaba estudiar, así que decidí buscar otras cosas.

–Ahora está usted interno en el CAR de Sant Cugat. Y allí hay que estudiar...

–Y lo hago. Durante un tiempo hice un grado medio de deporte al aire libre. Estudiaba senderismo, o hípica. Me gustaba más que las matemática­s, se lo aseguro. Y ahora estudio inglés. Entiendo que lo necesito para cuando compita fuera, para relacionar­me con los otros. –¿Viaja usted?

–Empiezo a hacerlo. Ya he sido internacio­nal en diez ocasiones. Y confío en llegar más lejos. Por ejemplo, a los Juegos de Tokio, en el 2020.

–¿Y cree que lo logrará? ¿Cree que será usted olímpico?

–Si me pongo mucho las pilas, creo que sí, lo haré.

(...)

“Apunta a la Luna. Si fallas, podrías darle a una estrella”, escribió Daniman en las redes sociales. Daniman es él mismo, Daniel Mendieta. Cualquiera que se asome esta tarde al Pabellón de la Vall d’Hebron podrá contemplar­le: un fenómeno volando en el Memorial Blume de Gimnasia Artística. (...)

–Cuando habla de “ponerse las pilas” ¿a qué se refiere? ¿Acaso no se está entrenando lo suficiente?

–No es cuestión de entrenarse más, sino mejor. Entender qué he hecho mal y volver sobre ello. Automatiza­r cada ejercicio. –¿Pasa usted miedo allí arriba? –Depende del aparato. En la barra, cuando haces una vuelta, debes pasar por encima y siempre tienes la sensación de que te vas a dar. Y puedes caer y hacerte daño.

–¿Usted se ha caído?

–Unos cuantos tortazos me he llevado. –¿Y vale la pena? Tampoco le pagan demasiado.

–Tengo la beca del CAR. Este es mi cuarto año allí. Y el año pasado, en un torneo en Francia, me vieron bien... ¿Sabe lo que ocurrió?

–Cuénteme.

–Los organizado­res me vieron tan bien que vinieron a darme un sobrecito con ochenta euros. Sorprendid­o, yo les pregunté: “¿Y esto?”. “Son veinte por aparato”, me contestaro­n. “Vaya”, me dije para mí. Sólo había hecho cuatro aparatos. Si compito en los seis, me llevo 120... Se retuerce de la risa.

–¿Pero hay profesiona­les en España? –Claro, Ray Zapata. O Néstor Abad. O Rubén López –cuando cita a este último, señala hacia el fondo de la sala. Rubén López le está esperando. Tras esta entrevista, ambos se irán juntos a la radio.

–Y cuando está en casa, en Vic, con su madre ¿ven juntos la gimnasia?

–Desde luego. Y tenemos conversaci­ones sobre lo que está ocurriendo. –¿Su madre entiende algo?

–Al principio no lo pillaba. Me decía: “Ese chico lo ha hecho bien”. Y yo pensaba: “Pues no tanto”. Pero ella quiso aprender. Y ahora, de repente me he dado cuenta de que ya entiende muchas cosas. –¿Irá a verle al pabellón? –Claro, toda la familia va a estar en el pabellón. Este va a ser un momento muy especial para todos nosotros.

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XAVIER CERVERA Daniel Mendieta posa esta semana, en el Museu Olímpic i de l’Esport
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