Gana Trump

En junio del 2016, pocos días antes de ir a las urnas, el partido nacionalpopulista Vox colgaba en la red su vídeo de campaña. El líder Santiago Abascal era el protagonista absoluto. Durante dos minutos se oía su voz en off pronunciando un discurso épico que mezcla la autoayuda con un nacionalismo redentor. La cámara lo acompañaba mientras sube a una montaña. Acaricia primero un campo de cereales, después corre atravesando un prado, supera una zona de troncos y malas hierbas, pisa un río con firmeza, aguanta impertérrito una tormenta mientras detrás relampaguea y finalmente corona un acantilado desde donde contempla a lo lejos un pequeño pueblo rural y montañés, como quien se dispone a iniciar la Reconquista. Es un mito que le fascina. El lunes pasado en Granada propuso recuperar “la España que construyeron los Reyes Católicos o el Gran Capitán contra el islam”. Aquel vídeo de hace dos años acababa reproduciendo con mayúsculas las grandes palabras de su eslogan de campaña: “Hacer España grande otra vez”. Vox obtuvo 46.638 votos. No en Andalucía. En toda España.

Cuando Vox usó este eslogan, Trump ya había registrado “Make America great again”. Era el nuevo subtítulo de un libro que reeditaba para posicionarse en la carrera del nombramiento republicano. Nadie pensaba que podía ganar, pero nadie lo supo vencer. Cada vez conocemos mejor las motivaciones de un voto decidido a conciencia, ante todo, por su potencial disruptivo. Las propuestas tradicionales de los partidos no lograban interpelar a los votantes clásicos sino al revés. Eran percibidas como la confirmación del alejamiento entre las élites cosmopolitas y una población que no se siente parte de la dinámica de la globalización. Se quería romper, con ira, esta dinámica. En este vacío, ampliado por la nebulosa de un horizonte de progreso, se iba instalando una sensación de orfandad relacionada con las condiciones materiales pero también con la sensación de arrinconamiento de un marco de seguridades donde la vida parecía tener un sentido ordenado. Y es en este vacío donde el hombre fuerte parece que pueda restablecer un orden puro y antiguo que nunca existió: la nación plena. Trump ha ganado en Andalucía.