Vanessa Bueno
MATRONA HOSPITAL VALL D’HEBRON
Vanessa Bueno, matrona de Vall d’Hebron, ha diseñado un cojín que facilita la recolocación del bebé que viene de cara en el momento del parto, una complicación frecuente. Esta ayuda técnica reduce un
16% las cesáreas por esta causa.
Pasa en el 40% de los partos: el bebé se coloca mirando al techo a la hora de nacer y la cabeza no pasa bien, lo que en un 10% de los casos supone que el parto no evoluciona y hay que hacer cesárea. Ese fue el punto de partida del equipo de partos de Vall d’Hebron y en concreto de la matrona Vanessa Bueno para pensar cómo favorecer la recolocación de la cabeza, que rotara y se pusiera de coronilla, mirando al suelo y que el proceso siguiera con normalidad. Y diseñó un cojín que ahora se usa con normalidad en el hospital.
“Primero probamos con la pernera de la camilla de partos. La embarazada se colocaba de lado con la pierna sobre la pernera y la rodilla rotada hacia dentro. Así se conseguía maximizar el espacio de la pelvis”, explica la matrona.
Analizaron los resultados entre quienes utilizaron este truco obstétrico y quien no y comprobaron que el número de cesáreas se reducía el 16%. Muchas más mujeres podían llegar al parto vaginal a pesar de esa mala colocación inicial del bebé porque ese ayuda a la pelvis provocaba la rotación espontánea de la cabeza: el pequeño se ponía bocabajo y se abría paso fuera de su madre con la coronilla, no con la frente.
A la vez que mejoraba la cifra de partos vaginales y que se evitaban cesáreas, también se reducía la morbilidad materna y la fetal, el tiempo de hospitalización y las visitas posteriores a urgencias.
“Pero no todos los centros tienen este tipo de camilla con pernera y a veces resultaba incómodo para la mujer, así que decidimos pensar un cojín que produjera el mismo efecto”, explica Vanessa Bueno, autora del invento.
Es una cuña que queda entre las piernas de la mujer colocada de lado, la posición que se aconseja para evitar bajones de tensión y mejorar la oxigenación del feto. En una hendidura del cojín queda encajada la pierna y especialmente la rodilla, con una cierta rotación hacia dentro. Esa postura abre al máximo el espacio de la pelvis. “Lo mantenemos un par de horas, con descansos, claro, porque aunque es mucho más confortable que la pernera de la camilla, cansa. Normalmente, con dos horas es suficiente para que el bebé se recoloque correctamente, simplemente porque tiene más sitio”, detalla la matrona. Y el parto sigue.
El cojín, presentado ayer por el hospital, se ha convertido en una herramienta habitual en Vall d’Hebron y esperan que sea útil en cualquier maternidad. “Reconozco que empecé a estudiar biodinámica de la pelvis por mi propia experiencia en el nacimiento de mis hijos: el primero no rotó y el segundo sí. Y ha resultado”, admite la matrona.