La Vanguardia

Abusos en el ‘Lolita Express’

Un pacto judicial evita que declaren las víctimas del multimillo­nario Jeffrey Epstein

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

En esta época en la que se vocifera de todo y por todo –que se lo digan al presidente Trump, que dicta sentencias de cárcel en Twitter–, un grupo de mujeres ha de volver a callar. Otra vez humilladas.

Les impidieron hablar hace un decenio, cuando eran adolescent­es y víctimas de abusos sexuales, y, pese al cambio que representa el movimiento #MeToo, ayer fueron silenciada­s de nuevo.

Un acuerdo judicial a última hora en el tribunal de West Palm Beach (Florida) cerró el conflicto entre los abogados del depredador sexual Jeffrey Epstein, de 65 años, el multimillo­nario que cuenta entre sus amigos a Donald Trump o el expresiden­te Bill Clinton, y los letrados de las agredidas. El pacto se selló justo antes de que se iniciara la selección del jurado.

Aunque este pleito civil era un asunto entre abogados, el juez aceptó que por el estrado de los testigos apareciera­n algunas de las mujeres que sufrieron los zarpazos de Epstein siendo poco más que unas niñas.

Esta iba a ser su primera declaració­n pública, después de que en su día quedaran al margen por un extraño pacto de poder, con la intermedia­ción clave de Alex Acosta, entonces fiscal jefe del sur de Florida y hoy secretario del Departamen­to de Trabajo en la Casa Blanca. Epstein se calcula que reclutó de 70 a 80 menores para sus sesiones de masajes. A otro le habría caído cadena perpetua, pero él llegó a un pacto por el que le impusieron sólo trece meses. Los cumplió en un penal estatal y salía seis días a la semana durante doce horas para ir a sus oficinas y proseguir con sus inversione­s.

La de este martes suponía la ocasión de saber desde dentro cómí, mo funcionaba la red de captación de menores de este rico inversor e, incluso, sus posibles compañeros de fechorías. Tenía muchos y muy conocidos. Bill Clinton era pasajero habitual de su avión, apodado Lolita Express. Trump figuraba en esa lista y el hoy presidente aseguró, al referirse a su colega Epstein, que “es un hombre al que le gustan las chicas bonitas como a y muchas están en el lado más joven”.

El juez dio ayer las gracias a las mujeres que habían acudido a testificar “por el coraje mostrado al dar este paso adelante”, remarcó el magistrado Donald Hafele.

Continúa el silencio, al menos por ahora. Por supuesto, hubo dinero, una cantidad sin precisar. “El pedófilo a escala industrial Jeffrey Epstein paga para mantener calladas a unas cuantas de sus víctimas”, señaló Jonathan Swan, del portal Axios.

“Esto no es un compromiso, esto es una rendición de Jeffrey Epstein”, afirmó el abogado Bradley Edwards, representa­nte de las mujeres y al que los contrarios acusaron de hinchar el número de implicadas. Scott Link, uno de los letrados del millonario, leyó en la sala un comunicado firmado por Epstein. “Sinceramen­te pido disculpas por las alegacione­s realizadas contra Edwards”. Esto es, se disculpó ante el abogado pero no ante las que fueron sus presas.

El caso Epstein, que abarca del 2001 al 2007, se zanjó en el 2008 con una condena leve y el logro de cerrar la boca de las víctimas. Pero en vísperas de este nuevo juicio, ayer frustrado, la reportera Julie Brown ha publicado en el Miami Herald una investigac­ión que le ha llevado un año y con la que ha conseguido que ocho víctimas de Epstein hablasen con ella. Una es Virgnia Roberts, que en una declaració­n jurada ya confesó haber tenido relaciones sexuales con el príncipe Andrés de Inglaterra –uno de los amigos del depredador– y con Alan Dershowitz, uno de los abogados de Epstein –ha reconocido que todavía trabaja para él como asesor– y reconocido defensor público de Trump.

En el Herald se indicó que en el 2007, cuando Epstein se enfrentaba a una imputación federal, el fiscal Acosta llegó a un acuerdo con sus defensores. Epstein se declaró culpable de dos cargos de prostituci­ón a menores.

Este pacto estatal impidió una pena más extensa y evitó que el FBI pudiera investigar.

“La perversa buena fortuna de Alex Acosta consiste en formar parte de una administra­ción tan corrupta que es imposible prestar la atención que se merecen a todos los escándalos”, escribió ayer Michelle Golberg en The New York Times. Epstein reside entre lujos en su isla privada.

Acosta, hoy secretario de Trabajo, facilitó que sólo le cayeran 13 meses de cárcel por abusar de niñas

El expresiden­te Clinton voló a menudo en el avión de Epstein y Trump alardeó de su amistad

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UMA SANGHVI / AP Jeffrey Epstein, durante una comparecen­cia judicial en West Palm Beach (Florida), en una imagen de julio del 2018

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