La Vanguardia

El último viaje de Mat Viley

- PAU ECHAUZ

El pasado 16 de noviembre, el nómada emprendió su último viaje. El nómada se llamaba Mateo Vilagrasa, pero en su carnet de identidad figuraban otros nombres, como Mat Viley, MV o Mateo, alias de una misma identidad, la de un hombre que confundía la vida con la pintura y el arte, el color con la palabra, un artista profundo, un pensador de la pintura.

Una semana después de su fallecimie­nto, un numeroso grupo de amigos del pintor Mateo Vilagrasa, se reunió en su casa de La Cardosa, en la Segarra, para un funeral íntimo y emotivo encabezado por su compañera Montse Gomis, sus hijos, Aquiles y Arnau, y compañeros de viaje como el filósofo Rafael Argullol, el crítico de arte Francesc Miralles o el galerista alemán Rainer Pudenz, entre otros muchos.

Hubo parlamento­s de sus amigos, la mayoría miembros de la Fundación Mateo Vilagrasa, que será la encargada de mantener vivo todo su legado artístico y creativo.

Vilagrasa se había establecid­o en la casa de Nadia Henche en La Cardosa a raíz del accidente que lo había postrado en una silla de ruedas. En esta pequeña aldea de Els Plans de Sió, había conseguido dar forma a su testamento artístico, con la edición de Libro de Libros (Editorial Godoy), un compendio de su obra artística, un viaje por el mundo, con raíces en el recordado, por muchos de sus amigos, estudio del Poblenou y sus rutas por Europa, África o Centroamér­ica. Vilagrasa confundía la pintura con la palabra y se considerab­a a sí mismo como un pensador que pinta. Según Francesc Miralles, el pintor practicaba el “nomadismo como una búsqueda constante de lo esencial en la pintura y en este sentido es un creador muy profundo, conceptual”.

El Libro de Libros fue presentado el pasado mes de febrero en Lleida, en el marco de una exposición organizada en el Institut d’Estudis Ilerdencs. La última exposición de obra de Mateo Vilagrasa fue en el mes de junio en la sede del Instituto Cervantes de Frankfurt, una ciudad a la que se sentía muy ligado y en la que había trabajado y mostrado sus enormes cuadros de figuras humanas.

Para Rafael Argullol, la obra de Mateo es la de un inconformi­sta “aún injustamen­te incomprend­ido porque siempre fue a contracorr­iente”. La figura de Mateo Vilagrasa es, para Argullol, “como la de un filosofo, monje y místico a la vez, alguien que busca la verdad, el gran maestro de la luz que había madurado hacia la pureza”. Mateo, concluyó Argullol, “conseguía revelar lo invisible de la verdad con lo visible de la luz”. El escritor pidió a todos los presentes un compromiso para mantener vivo el interés y un mayor conocimien­to de la obra de Vilagrasa.

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