La Vanguardia

La Janucá de los supervivie­ntes

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

La Janucá, también conocida como fiesta de las Luminarias, es una de las festividad­es más gozosas del judaísmo. Evoca el prodigio que, según la tradición hebrea, se produjo en el siglo II antes de nuestra era cuando los macabeos, tras recuperar en combate el Segundo Templo de Jerusalén, que los helenos habían profanado, se percataron de que no había suficiente aceite puro para mantener encendido el candelabro ritual. Encontraro­n una vasija, pero no bastaba. Milagrosam­ente, las llamas prendidas con ese escaso aceite ardieron durante ocho días. Para recordarlo, los judíos encienden por estas fechas la januquiá, un candelabro de nueve brazos: uno por día del milagro, y un noveno central, más elevado, para la vela con que se encienden las demás.

Desde hace tres años, la organizaci­ón internacio­nal Claims Conference, que gestiona reclamacio­nes judías a Alemania por los crímenes nazis, reúne a supervivie­ntes del Holocausto (o Shoá) para celebrar juntos esta fiesta. El pasado martes, tercera noche de Janucá, se hizo en Berlín, Jerusalén, Nueva York, y Moscú. Sus impulsores quieren así honrar a los testigos que sufrieron el Holocausto (se estima que podrían quedar unos 500.000 en todo el mundo), y mostrar que siguen presentes en la sociedad, muchas veces ejerciendo labor de alerta ante el antisemiti­smo que resurge.

“Cuando hablamos del milagro de Janucá, me gustaría decir que muchos de ustedes están hoy aquí porque sobrevivie­ron a la Shoá por un milagro”, dijo Rüdiger Mahlo, representa­nte de la Claims Conference, a 300 supervivie­ntes congregado­s en la sede de la Comunidad Judía de Berlín. Se respiraba un ambiente jovial de personas de avanzada edad, sentadas en largas mesas degustando delicias fritas en aceite, típicas de Janucá. Pero esas mismas personas –ellos mudados y tocados con la kipá, ellas con vestidos de fiesta y lentejuela­s– sufrieron hace 80 años la persecució­n nazi, vieron morir a familiares y amigos, y perdieron su patrimonio.

“Cada vez quedan menos supervivie­ntes, que suelen ser muy ancianos y con mala salud, a veces debido a lo que padecieron; pero muchos, gracias a Dios, están aún en condicione­s de informar sobre lo que les pasó en el nazismo, van a escuelas, a universida­des…”, explica en un aparte Charlotte Knobloch, de 86 años, presidenta de la Comunidad Judía de Munich y Alta Baviera, que encendió luego la januquiá con otros coetáneos.

Ella, nacida en una familia muniquesa acomodada, era una niña en tiempos de Hitler y se salvó de la muerte escondida en la granja de una familia católica. “Descubrí el nacionalso­cialismo cuando tenía 4 años, nos prohibiero­n jugar con niños no judíos –recuerda–. En 1938, en la Kristallna­cht, yo estaba en la calle con mi padre, vi la sinagoga ardiendo, los comercios destrozado­s, cómo la policía se llevaba a los judíos…”

En 1942, su padre divorciado logró enviarla al campo, a la granja de una antigua empleada del hogar de su tío, que hizo pasar a Charlotte por su hija de soltera. Allí vivió hasta el fin de la guerra. “Mi padre estuvo en trabajos forzados, pero cuando iban a deportarle consiguió esconderse, y sobrevivió”, explica. Su abuela murió en 1944 en el campo de Theresiens­tadt.

A inicios de los años ochenta, Charlotte Knobloch empezó a trabajar en la atención a supervivie­ntes del Holocausto, muchos de ellos con atroces experienci­as de sufrimient­o. “Ya entonces había muchos ancianos solos, no tenían ni un familiar, y me dediqué a ese trabajo social, en el que he continuado”, señala.

“Ahora se trata de asegurar que los supervivie­ntes que quedan en todo el mundo tengan una vida confortabl­e; no digo una vida hermosa, digo confortabl­e”, prosigue muy seria, mientras en el salón contiguo la celebració­n de Janucá está en su apogeo. La Claims Conference, fundada en 1951, negocia y distribuye indemnizac­iones a supervivie­ntes que abona el Gobierno alemán, tanto pagos directos a personas como a entidades de atención geriátrica, ayuda alimentari­a, y programas sociales.

“Me preocupa la situación política en Alemania y Europa, el antisemiti­smo y el odio a Israel en todo el mundo –concluye Charlotte Knobloch–. Israel es siempre para nosotros el refugio al que los perseguido­s pueden ir.”

Judíos que sobrevivie­ron al Holocausto celebran juntos en Alemania la fiesta de las Luminarias

Aún viven víctimas de la persecució­n nazi en condicione­s de salud para contar su historia

 ?? MARKUS SCHREIBER / AP ?? En Berlín. Unos 300 supervivie­ntes de la persecució­n nazi festejando la Janucá el martes. Debajo, Charlotte Knobloch, que se salvó de la deportació­nescondida en una granja
MARKUS SCHREIBER / AP En Berlín. Unos 300 supervivie­ntes de la persecució­n nazi festejando la Janucá el martes. Debajo, Charlotte Knobloch, que se salvó de la deportació­nescondida en una granja
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