Torra pone en cuestión a los Mossos y pide destituciones
El president y el conseller Buch tratarán mañana si cambian la cúpula policial Fuentes de ERC señalan que el titular de Interior debería dimitir
La reacción del presidente de la Generalitat, Quim Torra, a la actuación de los Mossos d’Esquadra el jueves en Girona y Terrassa, donde cargaron contra los manifestantes de plataformas antifascistas que protestaban por la celebración de actos en los que participaba el partido de ultraderecha Vox, ha desatado una auténtica tormenta política. Y es que la exigencia al conseller de Interior, Miquel Buch, para que realice cambios en la cúpula del departamento y del cuerpo policial en respuesta a comportamientos de algunos agentes que consideraría desproporcionados y fuera de lugar ha sido interpretada como una manera de poner en cuestión no sólo al máximo responsable político de los Mossos d’Esquadra, sino, de hecho, también a la propia policía de la Generalitat.
Una desautorización que círculos políticos consideran que deja al cuerpo policial a los pies de los caballos y que lo hace, además, en un momento especialmente complejo para la seguridad ciudadana en Catalunya, cuando menos hasta el próximo día 21, cuando está prevista una reunión del Consejo de Ministros en Barcelona contra la que sectores independentistas –desde la organización juvenil La Forja hasta la Assemblea Nacional Catalana (ANC)– han anunciado protestas y movilizaciones. El hecho de que la reunión del Gobierno español coincida con el aniversario de las últimas elecciones autonómicas, convocadas en virtud de la aplicación del artículo 155 de la Constitución, es visto como una provocación, y el mismo Govern así lo ha denunciado. Y que en este contexto se cuestione el papel de los Mossos d’Esquadra es algo que muchos consideran que no ayuda en absoluto.
Torra, de viaje oficial a Eslovenia, y Buch estuvieron en contacto durante toda la jornada del jueves y acordaron que al regreso del president analizarían conjuntamente las imágenes de las cargas policiales que no les habían gustado. El conseller, sin embargo, se vio sorprendido ayer por la mañana, mientras daba explicaciones en entrevistas en diversos medios, por una comunicación desde Liubliana, sin previo aviso, según la cual Torra, en un encuentro con periodistas, le planteaba un ultimátum de cuatro días para que realizara cambios en la cúpula del departamento –política o policial– o, de lo contrario, sería él mismo quien el martes tomaría decisiones. Buch estaba admitiendo que en Girona y Terrassa, a pesar de que globalmente los dispositivos habían funcionado, se habían producido algunas situaciones “que no se acaban de ajustar a los principios que corresponde a una policía democrática” y que, en consecuencia, “si algún agente se ha extralimitado, no me temblará el pulso para actuar”.
En unas posteriores declaraciones públicas, el presidente de la Generalitat matizó que había habido unas imágenes “con las que los catalanes no nos sentimos a gusto” y que, por ello, mañana se reunirá con el conseller de Interior para “mirar si ha habido mala praxis” y “anunciar a lo largo de la semana cambios en los protocolos de actuación”. A diferencia de la primera comunicación, Torra no hablaba ahora ni de ultimátum de cuatro días ni de relevo de cargos. Entre un momento y otro, la contundencia de la posición inicial del president había causado cuando menos sorpresa en las filas del Govern –no sólo de Interior–, mientras su entorno lo atribuía todo a un malentendido en la transmisión de la conversación informal con periodistas. Fuera como fuera, la polémica estaba servida.
En este escenario, la reacción del otro socio del Govern –Torra y Buch forman parte de JxCat– fue sumarse a las críticas. ERC expresó su “malestar y preocupación por las actuaciones desproporcionadas” y pidió, a través de la portavoz Marta Vilalta, una reunión con el conseller a fin de que “se tomen las decisiones oportunas para que no se vuelvan a producir”. De hecho, el actual hombre fuerte de ERC, Pere Aragonès, ya había sido el primero el mismo jueves –después de las cargas de Girona y antes de las de Terrassa– en advertir que se debería valorar la actuación del cuerpo policial.
Una primera conclusión de este nuevo episodio es, en todo caso, que Buch sigue más que nunca en el ojo del huracán, porque la realidad es que ya no sólo la CUP y la oposición le piden la dimisión, sino que hasta dentro de ERC hay quien sugiere directamente, de momento en privado, que la única solución posible es su salida del Govern vista su “incapacidad” en la previsión de los dispositivos policiales.
LOS POSIBLES RELEVOS
El jefe del Govern cita al conseller mañana para analizar los protocolos de actuación
LA POSICIÓN DEL SOCIO
Fuentes de ERC se suman a la crítica y sugieren la dimisión del titular de la conselleria