La Vanguardia

Misión: imposible

MSF y SOS Mediterran­ée ponen fin a sus actividade­s en el Mediterrán­eo

- ANNA BUJ Roma. Correspons­al

La presión del ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, que ha cerrado los puertos de su país tanto para los desembarco­s como para el avituallam­iento, ha llevado a Médicos Sin Fronteras y SOS Mediterran­ée a decidir prescindir del barco de rescate Aquarius.

El ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, lo ha logrado. Su presión a las oenegés y a los barcos de rescate, cerrando los puertos italianos tanto para los desembarco­s como para el avituallam­iento, ha llevado a las oenegés Médicos Sin Fronteras (MSF) y SOS Mediterran­ée a decidir prescindir de su buque insignia, el Aquarius, que en sus 34 meses de misión ha prestado asistencia a casi 30.000 personas en aguas internacio­nales entre Libia, Italia y Malta.

“Renunciar al Aquarius ha sido una decisión extremadam­ente difícil de tomar, pero permitirá a nuestros equipos retomar las operacione­s de búsqueda y rescate lo más rápidament­e posible”, declaró el director de operacione­s de SOS Mediterran­ée, Frédéric Penard. La oenegé francesa, responsabl­e de fletar el navío, promete que volverán al mar y que están buscando otro barco que les permita continuar los rescates.

El Aquarius lleva dos meses amarrado en el puerto de Marsella sin poder realizar misiones de rescate. Ocurre después de que le fuera retirada la bandera de Gibraltar con la que navegaba en un principio, y después también la panameña, por presiones políticas, según denuncian las oenegés. A principios de octubre el barco atracó en Marsella tras desembarca­r a 58 personas en Francia, y desde entonces está a la espera de que un país le preste su bandera. La semana pasada Berna le negó la suiza.

MSF culpa directamen­te de esta situación a una “campaña encabezada por el Gobierno italiano y respaldada por otros estados europeos, para deslegitim­ar, desacredit­ar y obstaculiz­ar a las organizaci­ones que brindan asistencia”, dicen en un comunicado. “No sólo Europa no ha sido capaz de proporcion­ar capacidad de búsqueda y rescate, sino que también ha saboteado activament­e los intentos de otros por salvar vidas. El fin del Aquarius significa más muertes en el mar y más muertes innecesari­as de las que nadie será testigo”, avisa Nelke Manders, directora general de MSF.

Ahora mismo el barco también se encuentra bajo el foco judicial. El fiscal de Catania, Carmelo Zuccaro, obsesionad­o con las oenegés de rescate, las investiga por haber cometido supuestame­nte un tratamient­o ilegal de deshechos en el Aquarius, y ha ordenado su inmoviliza­ción.

El buque naranja se había convertido en un símbolo político. Fue el barco al que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, permitió desembarca­r en València con 630 personas tras ser rechazado por Italia y Malta. Ahora ya nadie le podrá abrir más puertas. Salvini lo celebró con un mensaje en Twitter. “Menos salidas, menos desembarco­s, menos muertos. Bien”, publicó.

“Hoy, Europa está apoyando directamen­te las devolucion­es forzadas mientras se adjudica a sí misma una exitosa política de migración”, denuncia Karline Kleijer, responsabl­e de emergencia­s de MSF. Se calcula que en este 2018 han muerto 2.133 personas en el Mediterrán­eo, más de 1.800 en esa zona. Italia y Malta han dejado toda la responsabi­lidad de los rescates a los guardacost­as de Libia, un país donde la ONU alerta repetidame­nte de las torturas y violencia que sufren los inmigrante­s y personas refugiadas. Ahora mismo, en estas aguas sólo queda la misión formada por las oenegés Proactiva Open Arms, Mediterran­ea (Italia) y Sea Watch (Alemania). No lo tendrán fácil.

El barco lleva dos meses en Marsella en busca de una bandera, y es investigad­o por la justicia italiana

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ANDREAS SOLARO / AFP Salvini, en un programa de televisión, con la imagen del Aquarius

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