La Vanguardia

“Yo soy como soy”

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La mujer a la que los democristi­anos entregaron ayer las riendas del partido para organizar una transición ordenada hacia la era post-Merkel era casi una desconocid­a en la política federal hasta que, en marzo del 2017, repitió victoria electoral en el land de Sarre, que gobernaba desde el 2011. Un año después, el pasado marzo, era elegida secretaria general de la CDU a propuesta de Angela Merkel, a quien ahora sustituye al frente del partido. Pese a que la prensa alemana bautizó a Kramp en sus inicios como mini-Merkel, un apodo que sus detractore­s utilizan despectiva­mente hasta la saciedad, la aludida dejó claro ayer y durante la gira previa con los otros dos candidatos que no es un clon de su mentora. “Yo soy como soy”, afirmó. Annegret Kramp-Karrenbaue­r nació en 1962 en Völklingen, una localidad de Sarre que tiene ahora 40.000 habitantes, y su casa está en Püttlingen, villa de 20.000 almas de ese mismo land. Hija de un director de escuela, la joven Annegret ingresó en la CDU en 1981, cuando tenía 18 años. Entre 1985 y 1988, fue jefa de la sección en Sarre de la Junge Union (las juventudes del partido), mientras estudiaba Ciencias Políticas y Derecho Público en las universida­des de Tréveris y Sarrebruck. Luego trabajó de asesora del grupo parlamenta­rio regional de la CDU. Tuvo una breve incursión en la política federal –de marzo a octubre de 1998 fue diputada en el Bundestag en sustitució­n de un correligio­nario que dejo el escaño–, y en 1999 fue elegida diputada en el Parlamento de Sarre. A partir del 2000, en ese land fue primero responsabl­e de Interior, después de Educación, y en el 2011 se convirtió en presidenta regional al frente de una coalición tripartita con los liberales del FDP y los Verdes, a la que siguieron sendas coalicione­s con el Partido Socialdemó­crata (SPD). Habla francés con fluidez. Católica practicant­e, Kramp lleva 34 años casada con Helmut Karrenbaue­r, con quien ha tenido tres hijos, ya adultos. El marido, ingeniero de minas de formación, se quedó en casa al cuidado de los niños mientras ella se centraba en la política. Entusiasta de los carnavales, se disfraza cada año encarnando a un personaje fijo: Gretel, una señora de la limpieza del Parlamento regional que critica mucho a los políticos.

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