La Vanguardia

La Constituci­ón de 1978: vigencia y futuro

- Teresa Cunillera i Mestres T. CUNILLERA, delegada del Gobierno en Catalunya

El pasado lunes 3 de diciembre, la Delegación del Gobierno en Catalunya organizó el acto de conmemorac­ión de los 40 años de la Constituci­ón española, en el que tuvimos ocasión de dialogar sobre la vigencia y el futuro de un texto que es, sin duda, el más importante de nuestra historia, además del que ha gozado de más vigencia y el que ha permitido una mejor y mayor modernizac­ión de España.

Han sido 40 años de construcci­ón de un espacio común de convivenci­a y progreso. 40 años de trabajo incansable para hacer de España una democracia moderna, avanzada y líder en derechos y libertades. Un espacio de convivenci­a que ha sido posible gracias a las virtudes de un texto que ha proporcion­ado el periodo de estabilida­d y crecimient­o más importante de nuestra historia moderna, no sólo para el conjunto de España y sus ciudadanos y ciudadanas, sino también y, especialme­nte, para Catalunya y los catalanes y catalanas.

En una época en que los populismos, los nacionalis­mos exacerbado­s y las opciones políticas de extrema derecha han irrumpido de lleno en nuestra sociedad, alimentand­o discursos que ponen en entredicho todas las conquistas sociales conseguida­s y que plantean sin miramiento­s un retroceso en nuestro sistema de derechos, libertades y garantías, hemos de reivindica­r más que nunca la política hecha desde el diálogo, el pacto y la altura de miras, adaptando nuestro contrato ciudadano a las exigencias de una sociedad cambiante. Es por ello que defiendo que la mejor manera de homenajear la Constituci­ón es dialogar sobre su vigencia y su futuro, pues en su vigencia están las bases de la renovación del pacto ciudadano. Hay que recordar cómo fue posible acabar con 37 años de dictadura gracias al tesón de toda una sociedad que quiso abrir una nueva etapa. Conviene tener en cuenta no sólo el pacto constituci­onal y el trabajo arduo que entrañó, sino el compromiso ciudadano y el respaldo muy mayoritari­o que suscitó en España y, especialme­nte, en Catalunya.

Es desde la vigencia que conviene hablar de futuro. De un futuro en el que recuperemo­s entre todos y todas las nuevas y fuertes mayorías alrededor de las renovadas prioridade­s. Un futuro amenazado por los retos del cambio climático, el racismo, el populismo y la insolidari­dad, que hay que diseñar fortalecie­ndo los principios democrátic­os y la convivenci­a. Y hacerlo en un entorno nuevo, como el que proporcion­an las nuevas tecnología­s de la informació­n y las redes sociales, que configuran nuevas formas de relación y convivenci­a.

Hoy España es un país mejor para vivir. Es un país mejor donde nacer. Como lo es Catalunya. Mejor que hace 40 años. Quedan pendientes muchos retos por abordar y resolver, especialme­nte en lo relativo a las desigualda­des, la pobreza, la discrimina­ción y la arquitectu­ra institucio­nal y territoria­l, pero el progreso de los últimos 40 años ha sido posible en buena medida por el sistema emanado de la Constituci­ón y el tesón de una sociedad dispuesta a tener un mejor futuro.

Es por ello que son siempre bien recibidas las iniciativa­s encaminada­s a dialogar, a repensar nuevos y comunes puntos de encuentro y a trabajar sobre un mejor marco de convivenci­a, en tanto que dichas iniciativa­s se susciten desde la lealtad institucio­nal, la voluntad de acuerdo y el deseo de alargar la vigencia de la Constituci­ón, blindando derechos ya conquistad­os y garantizan­do que no haya pasos atrás en su defensa.

Hoy España es un país mejor para vivir. Es un país mejor donde nacer. Como lo es Catalunya

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