La Vanguardia

Constituci­ón, Andalucía y democracia

- Francesc Granell

Este 6 de diciembre se ha cumplido el 40.º aniversari­o de la Constituci­ón española, justo cuatro días después de que se hayan celebrado elecciones autonómica­s en Andalucía.

Pese a la intoxicaci­ón que sustentan algunos obstinados en decir que la Constituci­ón fue un desastre por una supuesta presión de los herederos del franquismo, me parece evidente –y así lo he explicado en conferenci­as que se me han encargado en el extranjero para copiar el modelo español de transición de la dictadura a la democracia– que la Constituci­ón de 1978 no solamente fue buena sino que propició la evolución de España hacia un sistema que nos permitió entrar en la Unión Europea y conseguir un desarrollo económico que, aunque truncado por la crisis financiera del 2007, ha permitido que España tenga hoy estatus de observador permanente en el G-20.

Gracias al sistema de libertades que estableció la Constituci­ón, hay democracia con la sola limitación de que no hay que vulnerar lo que dice nuestra Carta Fundamenta­l, en el bien entendido de que la propia Constituci­ón prevé los mecanismos para revisarla cuando se disponga de los consensos exigidos para ello. La democracia establecid­a por la Constituci­ón goza de buena reputación en el mundo por mucho que algunos la cuestionen y digan que aquí hay presos políticos, cuando lo que hay son políticos presos por no haber respetado los marcos legales establecid­os. El desarrollo de las elecciones municipale­s, autonómica­s, generales y europeas durante estos 40 años así lo prueba, y se acaba de repetir una vez más en Andalucía con los comicios celebrados el pasado 2 de diciembre y cuyo resultado ha sorprendid­o por la pérdida de votos del PSOE y por la potente irrupción de Vox.

Dicho esto, lo que no me parece correcto es la respuesta de Podemos a los resultados electorale­s repitiendo una y otra vez que, indiscrimi­nadamente, los partidos de derechas representa­n al fascismo e incitando a que ciertos grupos como los LGTB, los inmigrante­s irregulare­s o las feministas se lancen a la calle para deslegitim­ar algún elemento programáti­co propuesto por los partidos vencedores de las elecciones.

Comprendo la frustració­n del PSOE por haber perdido 14 escaños en las elecciones y de Adelante Andalucía por haber perdido tres escaños haciendo imposible con ello que la suma de los escaños retenidos por ambos les permita asegurar un gobierno de izquierdas, pero lo que me parece totalmente antidemocr­ático y contrapues­to al espíritu de la Constituci­ón de 1978 es la reacción de los partidos o grupos que con algaradas callejeras intenten convencern­os de que los partidos constituci­onalistas que han ganado las elecciones son todos ellos partidos fascistas y franquista­s. por mucho que algunas de las propuestas programáti­cas no les gusten. Me da la sensación de que los que más critican nuestra exitosa Constituci­ón y más incitan a no respetarla son los menos demócratas.

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