La Vanguardia

El prójimo

- Pilar Rahola

Hoy se celebra uno de los dogmas cristianos por excelencia, el de la pureza de la Virgen, discutida por los protestant­es, pero primordial en el catolicism­o. Es, pues, un día de recogimien­to para aquellos que han hecho de la transcende­ncia religiosa un motor de vida. Y dado que los dogmas religiosos no pasan por el tamiz de la razón, sino por la fuerza de la fe, nada debo añadir, más allá de respetar la espiritual­idad que se convierte en fuente de humanidad.

Y de humanidad va el artículo porque, precisamen­te porque respeto esa luz que late en la espiritual­idad profunda de muchos creyentes, me parece pertinente señalar la poca humanidad que ahora demuestran las jerarquías eclesiásti­cas. El artículo viene motivado por la lectura de la carta que Isabel Turull, hermana de Jordi Turull, escribió al diario Ara, con un título que era una denuncia: “¿Dónde estáis, obispos?”. Y la pregunta añadía otras, igualmente demoledora­s. Por ejemplo, después de presentars­e como “persona que ha escogido a Cristo como eje que guíe mi vida”, añadía: “Jesús dijo: llamad y se os abrirá. ¿Cómo es que las puertas de la jerarquía

Isabel Turull: “Lanzo un grito desesperad­o para que como cristianos os pronunciéi­s ante una injusticia”

eclesiásti­ca permanecen cerradas a una injusticia que están sufriendo vuestros hermanos y que ha llevado a algunos de ellos a optar por una opción tan drástica como es una huelga de hambre para clamar justicia? “¿Qué haría Jesús? ¿Se quedaría callado?”. “¿Qué teméis? ¿A perder clientela? Si es eso, entonces vuestra Iglesia es una empresa y os tendríais que quitar la palabra cristiano”. Cabe añadir que la carta de Isabel no reclamaba apoyos a la independen­cia, ni a ninguna opción ideológica, sólo recordaba que hace más de un año que su hermano y sus compañeros están injustamen­te encarcelad­os y que correspond­e a la Iglesia estar al lado de aquellos que sufren una injusticia. En resumen, que quienes lideran la Iglesia y actúan –o deberían actuar– según los principios cristianos no tuvieran dudas ante el dilema entre la ley y la dignidad de las personas. De hecho, hace pocas semanas ese mismo dilema lo resolvía la Iglesia evangélica holandesa, cuando decidió celebrar los oficios de manera interrumpi­da para evitar la deportació­n de una familia armenia. La ley y las personas, y los evangélico­s optaron por estar al lado de las personas.

El silencio de la jerarquía católica catalana, en cambio, es tan clamoroso, que resulta hiriente. Ni visitas a los presos, ni pronunciam­iento ante la huelga de hambre, ni síntomas de preocupaci­ón, ni gestos para apaciguar el sufrimient­o. Y no vale lo de que no quieren hacer política, porque no haciendo nada es precisamen­te cuando hacen mucha y muy significat­iva política. Y no precisamen­te, política cristina.

Acabo con las palabras de Isabel: “Lanzo un grito desesperad­o para que como cristianos os pronunciéi­s ante una injusticia”. Se trata de los Evangelios, señores obispos..., aquello de amar al prójimo...

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain