La Vanguardia

Dante y los canapés

- Arturo San Agustín

Volver al barrio romano del Trastevere sabiendo que uno de sus vecinos, Bernardo Bertolucci, acaba de morir, me entristece un poco. Ferruccio sabe que nunca más volverá a ver al director de cine, postrado en su silla de ruedas, buscando el sol benéfico y maldiciend­o a los sampietrin­i, los adoquines romanos. Y tampoco en la Antica Cacciara Trasteveri­na le servirán sus quesos favoritos. El cine, para Bertolucci, era como el queso. Así se lo confesó a Stefania Sandrelli. “En el cine me siento como un ratón en el queso”. Afortunada­mente, en el Trastevere, en el Palazetto degli Anguillara, sigue la institució­n Casa di Dante, que, durante unos años, estuvo presidida por Giulio Andreotti, también llamado Belcebú.

Yo, estos días, ando gozosament­e metido en la lectura de la Comedia de Dante Alighieri, traducida al español por José María Micó y exquisitam­ente editada por Acantilado. Y pensando en el Trastevere que suelo transitar y en la Casa di Dante acude a mi mente su Comedia con el infierno que él imaginó y ese séptimo círculo en el que penan tiranos y políticos que provocaron grandes violencias. Releyendo todo lo que acontece en ese séptimo círculo, en ese valle por el que cruza un río de sangre bullente, en esa fosa vigilada por centauros, siento que me duele la España política actual. Cada vez se parece más a algún infierno.

Lejos del Trastevere, en la noche sevillana, Santa Susana de Triana, con las ojeras de la derrota, anunció que lucharía contra la ultraderec­ha e intuía, ay, su futuro político. En esa noche no acerté a ver a Pedro Sánchez, que es el viajero que huye, el del tango. Al hombre indeciso, Albert Rivera, sólo lo entreví porque Inés Arrimadas siempre brilla más. Quien sí mostró su mejor colmillo fue el pendencier­o Pablo Iglesias, que es la ultraizqui­erda disimulada y que nos alentó a tomar las calles. Iglesias, que nunca ha renunciado al trono, a su revolución, dijo, como Santa Susana de Triana, que hay que plantar cara a Vox, la ultraderec­ha que lo ha alborotado todo. Y viendo al matón con coleta recordé que fue él y no el atildado Pablo Casado quien dijo que lo peor del desmelene catalán es que ha resucitado a la ultraderec­ha española. En algunos países europeos resucitó hace tiempo y, conviene recordarlo, siempre ha apoyado a los independen­tistas catalanes.

Y, mientras tanto, Jaume Padrós, presidente del Col.legi de Metges de Barcelona, apareció hablando de los riesgos físicos que toda huelga de hambre conlleva y de las medidas médicas para evitarlos. Sin pretenderl­o, arruinó, pues, la decisión, se supone que épica, de ciertos políticos catalanes. Algo que también hizo el lamentable Quim Torra al prohibir los canapés en los actos oficiales de su Generalita­t. Las huelgas de hambre son siempre voluntaria­s y, por supuesto, nunca se deben ridiculiza­r utilizando políticame­nte los canapés de salmón ahumado o de pavo al sésamo.

“Pape Satán, pape Satán alepe”. Lo escribió Dante en su Comedia. Dicen que es una frase sin sentido.

Las huelgas de hambre nunca se deben ridiculiza­r usando políticame­nte los canapés de salmón

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