Principios mutantes del entretenimiento
La 2 ha estrenado Este programa del que usted me habla. Pertenece al género denominado tira cómica, que significa que es diario, breve y que se entiende como un instrumento de entretenimiento crítico con aspiraciones de comicidad ligera. La actualidad es su materia prima y se incorpora a un invitado (Antonio Resines, por ejemplo) que, teniendo en cuenta que el programa no llega a media hora de duración, sólo tiene que dejarse llevar por la corriente prevista por los guionistas.
TEORÍA. Para entendernos: la tira cómica de TV3 es el Està passant, que incorpora las características propias del momento político y la singularidad de equilibrios y representatividades de la cadena. El intermedio, en cambio, es la tira cómica de La Sexta, aunque su duración multiplica por dos la de Este programa del que usted me habla (¿EPDQUMH?) Descripción: una mesa, mucha luz, tres presentadores (Maria Gómez, Alberto Casado y Marta Flich) y unas minisecciones que ayudan a rellenar contenido. Hasta ahora, la decisión de incorporar un programa como este en La 2 es la única certeza objetiva. Los primeros programas confirman la voluntad de subir el nivel de libertad de expresión y de crítica. El resultado, sin embargo, resulta más difícil de determinar, quizás porque hasta ahora se insiste demasiado en el espíritu de comicidad-ametralladora que juega con la velocidad de las intervenciones y con una apariencia de causticidad que, a cámara lenta, acabaría confirmando una especie de verborrea de jóvenes cuñados que todavía no son conscientes de su potencial cuñadismo.
PRÁCTICA. Como indicios prometedores, parece que la química entre presentadores funciona y que el reparto de tonos (alegría, vigor, acidez) y de papeles ayuda a crear un clima adecuado. Pero es como si el programa llegara con años de retraso y un planteamiento casi vintage teniendo en cuenta los centenares de programas parecidos que se han estrenado durante el siglo XXI. A Este programa del que usted me habla le pasa lo mismo que al Està passant: a menudo se hace demasiado evidente el esfuerzo de establecer una complicidad reactiva entre lo que pasa en la pantalla y el hipotético espectador, de manera que da la impresión que el programa mendigue una carcajada o una sonrisa sólo por el hecho de que, con risas o cejas fruncidas, se indica que toca reír. El entretenimiento televisivo abusa de este recurso que, en principio, era autoparódico (los miembros del Tricicle, hace treinta años, ya jugaban con las comillas como gestualidad pedante), pero que, de tanto usarse, acaba banalizando el sentido de la comicidad. Por cierto: quien desee sumergirse en teorías diversas sobre las contradicciones del entretenimiento, que lea Buen entretenimiento ,de Byung-Chul Han (Ed. Herder). No está pensado para reír pero sí para pensar: “El entretenimiento se eleva a un nuevo paradigma, a una nueva fórmula del mundo y del ser. Para ser, para formar parte del mundo, es necesario resultar entretenido. Sólo lo que resulta entretenido es real o efectivo”.
Los primeros programas confirman la voluntad de subir el nivel de libertad de expresión y crítica de La 2