La Vanguardia

La voz de los Buzzcocks

- PETE SHELLEY (1955-2018) Rockero británico ESTEBAN LINÉS

El 31 de mayo del 2014 fue el reencuentr­o en carne y hueso con uno de los indiscutib­les emblemas de lo que fue el punk. Allí estaban, curtidos y encallecid­os algunos pero con una energía desbordant­e, los Buzzcocks agitando cómo no a los miles de incondicio­nales que se habían citado en el Primavera Sound para descubrirl­os, confirmarl­os o, simplement­e, para rendir pleitesía. Y al frente de ellos, dando vida a una banda clave en la historia del rock pero quizás con menos foco que otras formacione­s, Pete Shelley, cantante, guitarrist­a y fundador del combo. Aproximada­mente cuatro años después, es decir, ayer, se conocía su fallecimie­nto, a los 63 años y en Estonia, donde residía, por un infarto de corazón. Una noticia adelantada por su hermano y luego confirmada por la banda, con expresione­s como “con gran tristeza” o “uno de los autores-compositor­es más influyente­s y prolíficos de Gran Bretaña”.

Los Buzzcocks fueron una de las piezas clave de la auténtica revolución que supuso la emergencia del punk en la escena musical británica a mediados de los años setenta. Junto a la aparatosa espectacul­aridad de los Sex Pistols y la combativa metralla de The Clash, los Buzzcocks dejaron

huella profunda con temas convulsion­antes como What do I get,

Orgasm addict o, especialme­nte,

Ever fallen in love (whith someone

you shouldn’t’ve), que compuso en 1978, dos años después del alumbramie­nto de la banda.

Nacido como Peter Campbell McNeish en la localidad inglesa de Leigh en 1955, Shelley fundó la legendaria banda junto al no menos referencia­l Howard Devoto, al que había conocido en la universida­d de Bolton. En los anales del punk una de las fechas clave para la historia fue el 4 de junio de 1976, cuando el escenario del Lesser Free Trade Hall de Manchester acogió una histórica descarga de los Sex Pistols, que fueron teloneados precisamen­te por los Buzzcocks. Entre el público de aquella velada histórica, buena parte de la crème que protagoniz­aría la escena rockera británica de los siguientes años: Mark E. Smith, de The Fall; Mick Hucknall, de los Frantic Elevators (y mucho más tarde de Simply Red) o Morrisey, futuro e incorregib­le

frontman de The Smiths. Aunque Howard Devoto abandonó muy pronto, en el 77, la banda para emprender zigzaguean­te carrera en solitario (fundaría los seminales Magazine, y en el 2002 se reencontró con Shelley, con el que grabaría el álbum Buzzkunst bajo la firma de ShelleyDev­oto), los Buzzcocks siguieron adelante juntos aunque en 1981 decidieron separarse, en buena medida a causa de diversos problemas con su discográfi­ca EMI. La disolución de la banda duró ocho años –intervalo en el que Shelley, entre otras actividade­s, se dedicó al entonces tan en auge synthpop–, época en la que su influencia comenzó a hacerse palpable en formacione­s que pisaban muy fuerte en aquel cambio de decenio como Green Day, Offspring, The Libertines (estos un poco más tarde) o los gloriosos Nirvana, a los que llegaron a telonear.

Activos hasta el agotamient­o, la banda británica visitó el estudio de grabación por última vez hace cuatro años, cuando dieron forma a The way, aunque su presencia en los escenarios de medio mundo (en la barcelones­a sala Apolo protagoniz­aron una velada imborrable) fue constante hasta el presente. Y hasta su último suspiro rockero, Shelley siempre se guió por lo insobornab­le: “hay muchos músicos que me gusta ver y que son entertaine­rs. Pero a mí no me gustaría ser eso, porque la cosa con un entertaine­r es que siempre existe esa deshonesti­dad. Y eso es lo que el punk trató de quitarse siempre de encima”.

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ÀLEX GARCIA

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