De amigo a enemigo público de los culés
El nuevo ídolo perico ha reforzado el maltrecho orgullo del españolismo; hoy tiene la ocasión de hacerle tocar el cielo
Su entorno más cercano lo lleva con discreción. Simplemente, es algo de lo que ya no se habla. Pero sí, Borja Iglesias llegó a simpatizar con el equipo que hoy tendrá como rival. Nunca fue un culé acérrimo ni dejó dicho en público que soñase con vestir de blaugrana algún día mientras empezaba a despuntar como delantero en el filial del Celta. En cualquier caso, eso ya no es más que una simple anécdota, ya que el compromiso del ariete blanquiazul es tan firme que no dudó en afirmar, en una entrevista que concedió a La Vanguardia hace poco más de una semana, que no le importaría convertirse en el enemigo público de los culés si eso servía para conseguir una victoria en el derbi.
De hecho, su afabilidad y su buen talante no han impedido al Panda ser el hombre más odiado del Espanyol en diversas de las visitas que el equipo ya ha realizado esta campaña. Fue vilipendiado en Vigo, cuya afición no aceptó su salida pese a que el jugador no tenía sitio en el primer equipo. Y lo volvió a ser, hasta límites que habrían supuesto un escarnio mediático y una dura sanción de haber vestido otra camiseta, en Huesca y en Cádiz. Bajas pasiones que el goleador dejó en Segunda. Ahora, por qué no ser ya odiado a lo grande. Entiéndase un odio deportivo, como el que cualquier barcelonista puede sentir por Tamudo o incluso por Gerard Moreno, a quien el ariete gallego vino a sustituir.
Borja ya ha dado el primer paso: convertirse en el nuevo ídolo perico. A base tanto de goles como de apariciones públicas que han reforzado el maltrecho orgullo del españolismo. Sin un no para nadie, no hay día que salga a la calle y no se detenga con el sinfín de seguidores que quieren fotografiarse con él o compartir una breve charla. En los desplazamientos siempre es el último en subir al autocar antes de ir al campo rival o al salir de él. Cortesía obliga. No es casualidad que el mismo día que el club decidió llevar a sus tiendas un oso panda vestido de blanquiazul, coincidiendo con el EspanyolGirona, la nueva mascota perica se agotase ya antes del partido. “Traerán más, pero puede llevarse el perico”, era la respuesta con la que se encontraron muchos de los frustrados compradores.
El auténtico Panda perico tiene hoy una gran oportunidad de dejar su huella en el club en el que tan bien ha encajado. Y, lógicamente, en el que hoy tendrá enfrente. Los ocho goles que lleva en la Liga, así como esa racha de cinco jornadas consecutivas marcando que se acabó hace apenas una semana hacen de él una amenaza. Como lo es ese perfil de delantero atípico, grande, desgarbado, capaz de confundir al central más experimentado sin necesidad de malas artes ni de una capacidad de desborde especial. Porque Borja Iglesias es sencillo y franco hasta en el terreno de juego.
Esta noche, ante su afición, sus goles le pueden hacer tocar el cielo. A él y al españolismo. De la misma manera que, inexorablemente, acercan el final de su etapa. Pero eso también es otra historia que, si tiene que llegar, ya llegará.