La Vanguardia

El hombre que disfrutaba en el ruido

Tras marcar al PSV y al Villarreal, el defensa que ataca regresa a Cornellà, el estadio al que mandó callar hace diez meses

- CARLES RUIPÉREZ

Pidió silencio pero le gusta demasiado el ruido. Mandó callar y aumentaron los decibelios. La banda sonora oscila entre un western compuesto por Morricone y un documental de National Geographic. Sólo él es capaz de mantener la calma en plena tormenta y marejada. Es central y el centro de la diana. Para defenderse, ataca. En el incendio sabe encontrar la playa. Muy mal se tendría que dar para que Gerard Piqué no fuese protagonis­ta hoy en Cornellà-El Prat. Porque gane o porque no gane la grada la puede tomar de nuevo con él. Una grada que en el pasado ya le ha dedicado una canción insultante hacia su familia y unas pancartas de mal gusto y machistas. Pero muchas veces Piqué ha respondido en el campo con goles, hasta seis al Espanyol: cinco en el Camp Nou, uno en Cornellà.

Pero vaya uno. Lo marcó en el último derbi y se montó la marimorena. Fue a la salida de una falta. Saltó más que Naldo y Víctor y cabeceó a la red para evitar la victoria local. Para celebrarlo se llevó el dedo índice a la boca. Casi dolió más el autor o la dedicatori­a que el propio gol y el resultado. Fue el 4 de febrero del 2018. Hoy Piqué regresa al escenario del crimen. Pero cuando el defensa pisa Cornellà nunca se sabe si es en condición de detective que imparte justicia, de sospechoso o de víctima.

Para meterse en el papel, el barcelonis­ta empezó a jugar el derbi el domingo pasado. Lo hizo reviviendo su duelo de hace diez meses con Gerard Moreno. Se encararon, se tocaron la cara, hubo recriminac­iones, se buscaron las cosquillas y se las encontraro­n. Sin Moreno, el 3 del Barça estrenará nueva pareja de baile en Borja Iglesias, que ha heredado el 7.

Eso sí, a Piqué no se le puede acusar de ser oportunist­a o ventajista, de hablar sólo cuando ya sabe que no le puede pasar nada porque no volverá a jugar en el recinto periquito hasta la temporada que viene. Al contrario. Se debería decir que le gusta caldear el ambiente, poner picante. “A ver si no son tan minoría y consiguen llenar el estadio”, dijo en el 2016 a cuatro días de ir a Cornellà en la Copa. Luis Enrique lo reservó, por si acaso. “El Espanyol de Cornellà siempre nos lo pone difícil”, soltó en enero, diez días antes de jugar en el RCD Stadium, y después lo ratificó en el acto de su renovación, aunque Valverde le corrigió.

Son ya 23 derbis para el defensa central, todos como titular, todos enteros. El miércoles en la Copa descansó para llegar en plenitud. “Está haciendo una gran temporada”, le reconoce Ernesto Valverde. De hecho, únicamente se ha perdido los dos partidos contra la Cultural Leonesa. Acumula 1.800 minutos y ha marcado en sus dos últimos partidos, al PSV y al Villarreal. Es decir, tiene la puntería afinada y la pólvora lista.

“Nuestro talante será puramente deportivo. Esperemos que él también lo tenga. Es lo único que pedimos”, rebajó la tensión ayer Rubi. Piqué no ha dicho esta boca es mía. Pero en octubre volvió a levantar la mano extendida tras el 5-1 al Madrid. Suban el volumen, juega Piqué.

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