La Vanguardia

El batacazo de Susana Díaz, una oportunida­d para Sánchez

El presidente quiere realinear al PSOE andaluz con Ferraz

- JUAN CARLOS MERINO

La actual dirección del PSOE que encabeza Pedro Sánchez quiere aprovechar la más que probable salida de Susana Díaz del palacio de San Telmo, sede de la presidenci­a de la Junta de Andalucía, para “volver a alinear” a la aún poderosa federación andaluza con Ferraz.

Donde otros ven crisis descomunal­es –como se presume que es la caída del PSOE andaluz tras casi 40 años de gobierno de la Junta y hegemonía absoluta–, Sánchez prefiere ver oportunida­des. Y en su equipo consideran que ahora tienen una oportunida­d de oro para intentar resolver lo que consideran una “anomalía” desde hace años: que el socialismo andaluz, histórica columna vertebral de todo el PSOE, ya que siempre fue la federación más poderosa y numerosa, se hubiera convertido en un elemento “hostil” hacia Ferraz. En un reino de taifas.

Así es, rememoran ahora, sobre todo desde que en febrero del 2012 Alfredo Pérez Rubalcaba se impuso a Carme Chacón como líder del PSOE en el congreso celebrado, precisamen­te, en Sevilla. El entonces presidente de la Junta, José Antonio Griñán, y la entonces secretaria de organizaci­ón del PSOE andaluz, Susana Díaz, apostaron fuerte por Chacón y mordieron el polvo por apenas 22 votos. Griñán y Díaz, recuerdan, le hicieron desde entonces “la vida imposible” a Rubalcaba y a la vicesecret­aria general del PSOE, Elena Valenciano.

Una estrategia que aseguran que Díaz profundizó cuando sucedió a Griñán como presidenta de la Junta, en septiembre del 2013, y después tomó también las riendas del PSOE andaluz sin necesidad de batirse en duelo en unas primarias: sus oponentes, el hoy ministro de Agricultur­a, Luis Planas, y el exalcalde de Jun José Antonio Rodríguez Salas –que también ahora trabaja en la Moncloa– no lograron reunir ni los avales necesarios para plantar cara.

Y fue la propia Díaz, paradójica­mente, la que impulsó la primera victoria en primarias de Pedro Sánchez, en julio del 2014, que se convirtió así en el sucesor de Rubalcaba al frente del PSOE. Pero, con su apuesta, Díaz sólo quiso cerrar el paso a Eduardo Madina y colocar a un títere en Ferraz. Así que cuando Sánchez demostró su autonomía y decidió que sería el candidato a la presidenci­a del gobierno en las gela nerales del 2015, Díaz le declaró la guerra abierta. Al fin logró defenestra­rlo en el convulso comité federal del PSOE del 1 de octubre del 2016.

Díaz decidió entonces que había llegado su momento: “Ya no apostaría por una candidata catalana ni por un candidato madrileño, sino por ella misma, había decidido convertir de una vez al PSOE andaluz en el PSOE de toda España”.

Desde que asumió todo el poder en la Junta y en el socialismo andaluz, exhibió su condición de “accionista mayoritari­a” de todo el PSOE, al liderar la federación más poderosa, explican los afines a Sánchez. “Manuel Chaves nunca tuvo que decir qué era el PSOE andaluz, porque ya lo sabíamos todos. Pero Susana Díaz siempre insistía en hacerlo saber”, recuerda otro veterano.

Sánchez, no obstante, resurgió de sus cenizas, y en mayo del 2017 volvió a recuperar el liderazgo del PSOE tras ganar por goleada a Díaz. Un 30% de los votos de la federación andaluza, dato que ahora se exhibe en Ferraz, fue para Sánchez en aquellas primarias. Y el pasado 1 de junio del 2018, en una nueva e insólita vuelta de tuerca, Sánchez ganó moción de censura contra Mariano Rajoy y se convirtió en el presidente del Gobierno.

La agria victoria electoral de Díaz el pasado 2 de diciembre en Andalucía, tras la que casi con toda seguridad perderá la presidenci­a de la Junta, impulsa ahora a la dirección del PSOE a intentar apartarla también del liderazgo del socialismo andaluz. Aunque ya saben que no será sencillo. La aún presidenta de la Junta en funciones anunció su pretensión de mantener su escaño en el Parlamento andaluz y convertirs­e en líder de la oposición si pierde el cargo, además de seguir al frente del PSOE andaluz: “Es mi obligación”, afirmó el pasado jueves en Madrid, durante la celebració­n en el Congreso de los 40 años de la Constituci­ón. Un acto en el que apenas se cruzó con Sánchez. La nueva pugna orgánica está servida.

Y es que tanto en el equipo de Sánchez como en el de Díaz, pese a que las espadas están de nuevo en alto, coinciden en una cosa: en que el PSOE puede recuperar la presidenci­a de la Junta “en cuatro años o antes”. Ambos esgrimen el ejemplo de Guillermo Fernández Vara, que perdió la presidenci­a de la Junta de Extremadur­a en el 2011 pero, tras el paréntesis de José Antonio Monago, la recuperó tras cuatro años de oposición, en el 2015. En Andalucía, piensan en el PSOE, será difícil que

“Hay que movilizar al electorado otra vez, y para eso tenemos que renovar el proyecto”, afirma un ministro

se consolide “el tripartito de derechas”, en referencia a la alianza que ahora negocian el PP, Cs y Vox.

Ahora bien, Díaz quiere emprender dicha travesía por el desierto de la oposición si pierde la Junta, mientras que Sánchez considera que su proyecto está agotado y la dirección del PSOE se propone impulsar su relevo. “Sólo tenemos que volver a movilizar al electorado que el 2 de diciembre se quedó en casa, y para eso tenemos que renovar el proyecto con una oferta atractiva”, argumenta un ministro.

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PEDRO NUNES / REUTERS Pedro Sánchez durante su intervenci­ón este sábado en Lisboa en el congreso de los socialista­s europeos

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