La Vanguardia

Pobre juego blanco

El conjunto blanco termina pidiendo la hora y atrinchera­do ante el colista Huesca

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ

La imagen del Real Madrid en Huesca roza el ridículo con una penosa victoria en la que el equipo capitalino acaba pidiendo la hora después de un solitario gol de Gareth Bale y atrinchera­do ante el colista, que sólo por ganas y entusiasmo hubiera merecido el empate.

La imagen del Madrid en Huesca rozó el ridículo. Su victoria resultó de pena. El equipo blanco acabó pidiendo la hora y atrinchera­do ante el colista, que sólo por ganas y entusiasmo mereció el empate. No lo consiguió porque le faltó puntería y un extra de calidad. Un solitario gol de Bale al principio del partido les bastó a los de Solari para ganar y mantenerse a cinco puntos del Barcelona. El galés llevaba 99 días sin marcar en el campeonato. El equipo blanco, una vez más con Isco y Asensio en el banquillo, protagoniz­ó un arranque decente pero tras el descanso no tuvo el control ni del balón ni del partido.

En esa segunda mitad en la que el Huesca bordeó la proeza Melero, excanteran­o madridista, gozó de una ocasión clarísima pero mandó su remate de cabeza fuera con todo a favor. Después Courtois envió a córner un duro remate de Ferreiro. Esas oportunida­des animaron a los azulgrana mientras en el Madrid sólo Bale respondía con un par de chuts desbaratad­os por Jovanovic. Entraron entonces Isco y Asensio, que no aportaron nada, como nada había hecho Modric, que fue sustituido.

En esas se llegó a un último minuto en el que el Huesca tuvo una doble ocasión. La primera, en una falta lateral que se envenenó con el viento y que Courtois tuvo que desviar a saque de esquina. La segunda, en un remate de Rivera que salvó bajo palos Carvajal. El Madrid celebró el final porque lo estaba pasando fatal.

El conjunto de Solari tenía las bajas de todos sus laterales izquierdos, posición que ocupó de manera accidental Dani Carvajal. Por lo tanto, la lógica indicaba que el equipo blanco sería esta vez mucho más de derechas. Lo intuía el aficionado madridista y la crítica y lo debía saber también el Huesca, pero el meritorio equipo aragonés por algo es el último. Derrocha entusiasmo pero no siempre le llega la capacidad. El conjunto oscense no supo taponar la banda diestra y por ahí llegó el aldabonazo blanco.

El equipo de Solari salió al césped dispuesto a que no le ocurriera lo mismo que en Eibar, donde sufrió un descalabro completo. A pesar de sus buenas intencione­s el primer remate fue del Huesca, obra de Etxeita a la salida de un córner. No pasó de un susto porque en la jugada siguiente los madridista­s se avanzaron. Lucas Vázquez se movió hacia dentro, dejando el pasillo libre para la internada de Odriozola. El lateral derecho se sacó un centro interesant­e al segundo palo que se comió Miramón. Detrás de él Bale empaló de primeras con el interior del pie para superar a Jovanovic.

Se llevaban ocho minutos y el Madrid ya mandaba. La peor noticia para el Huesca, que sólo ha ganado un partido y que hace semanas que tiene aroma de Segunda. Sin embargo, el gol no provocó una descomposi­ción de los locales, que mantuviero­n el tipo, buscaron la manera de salir de su cueva y tuvieron una gran ocasión en las botas de Ávila. Recibió un balón en el borde del área y soltó un zapatazo. La respuesta de Courtois fue salvadora.

El conjunto blanco trató de acelerar el ritmo hasta el descanso en busca de la sentencia pero no consiguió más rédito. Estuvo a punto de pagarlo porque su segunda parte fue raquítica. Solari puso la excusa del viento.

EL MOMENTO CLAVE Un gol de Bale, que no marcaba en la Liga desde la jornada 3, da la victoria al equipo de Solari

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VINCENT WEST / REUTERS Courtois se tuvo que emplear a fondo para impedir el gol del Huesca

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