La Vanguardia

May aplaza la votación sobre el Brexit para evitar una derrota humillante

La premier exhibe su debilidad en un nuevo intento de ganar tiempo

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

En lo que parece un nuevo intento de ganar tiempo, Theresa May aceptó ayer la humillació­n de suspender sine die la votación en los Comunes en la que su acuerdo con Bruselas sobre el Brexit iba a sufrir una sonrojante derrota. Todo apunta a que la premier intenta alargar los plazos para llegar a un momento en que el Reino Unido tenga que elegir entre su acuerdo o el caos.

Según el llamado algoritmo de Trémaux, la mejor manera de salir de un laberinto es dejar un rastro de migas de pan, como Hansel y Gretel, o en su ausencia de piedrecita­s, como Pulgarcito; después, en las encrucijad­as, escoger el camino hasta entonces no recorrido; y si uno ya ha ido por los dos, elegir por el que parezca menos frecuentad­o. En teoría matemática, esta fórmula lleva a la vía de la menor resistenci­a posible, y a una ruta de escape.

En el laberinto del Brexit, ante la certeza de que perdería la votación sobre su acuerdo con Bruselas por un centenar de votos o más, May ha escogido también la ruta, en este momento, de la menor resistenci­a. De hecho, la única salida que ha encontrado, aunque resultase humillante. Suspender la votación de hoy. Downing Street no ha dado garantías de que los Comunes puedan pronunciar­se sobre su plan esta semana, ni la que viene, ni antes de Navidad, ni tan siquiera en enero. Cada vez queda más claro que su estrategia es llevar al país hasta el borde del precipicio, estilo Thelma y Louise, y una vez allí dar a escoger entre su compromiso y la salida desordenad­a de la UE, con sus terribles consecuenc­ias socioeconó­micas.

Eso es si la dejan. Porque las reacciones a su anuncio, como quedó claro con las risotadas y abucheos que rodearon su intervenci­ón y que aguantó con estoicismo y compostura (el speaker de la Cámara, John Bercow, tuvo que pedir dos veces a los diputados que dejasen hablar a la primera ministra), no ha sido favorable. El Brexit ha hecho surgir el embrión de una crisis constituci­onal, con una batalla por el poder entre el ejecutivo y el legislativ­o que tienen sus orígenes en Oliver Crom“Detrás well y la guerra civil del siglo XVII. May considera que la única autoridad para negociar la salida de Europa le correspond­e a ella. Los Comunes, sin embargo, han aprobado todo tipo de enmiendas para poder empujar al país en un sentido u otro, hacia un segundo referéndum o una fórmula blanda estilo Noruega. Antes que perder el pulso de ayer, la líder tory ha retirado el brazo de la mesa, no se sabe hasta cuándo.

del compromiso con Bruselas –dijo cuando la dejaron hablar los traviesos parlamenta­rios– hay una serie de hechos ineludible­s que hacen imposible un acuerdo sin el backstop (la llamada salvaguard­a irlandesa): el hecho de que el Ulster y la República comparten una frontera terrestre, el hecho de que la difícil paz que impera en la provincia es resultado de una frontera abierta, el hecho de que el Brexit va a crear una situación por completo diferente, porque se convertirá en la frontera externa de la UE, y de su mercado único, el hecho de que miles de personas la cruzan cada día para trabajar, y no quieren un regreso a los controles de antaño”. May pidió “soluciones realistas que vayan más allá de la retórica”.

Una vez más, al suspender sine die la votación, Theresa May ha antepuesto su superviven­cia personal a los intereses de la nación, que requieren claridad, certeza, la elección de un camino y los necesarios preparativ­os antes de la salida prevista para el 29 de marzo. Aunque ya queda claro que la primera ministra, si llega el caso, no dudaría en pedir también el aplazamien­to de esa fecha, antes que arriesgars­e a perder el trono.

Insistió, tozuda, en que no existe alternativ­a a su plan. “A los que

Estoicismo

FLEMA BRITÁNICA

Theresa May aguantó con compostura las risas, abucheos y burlas de los diputados

ESTRATEGIA

El plan de May es llevar el coche hasta el borde del precipicio para que alguien pestañee

 ?? BEN STANSALL / AFP ?? La primera ministra británica, Theresa May (en la imagen, a su regreso anoche al 10 de Downing Street), aguantó en el Parlamento un chaparrón pero no perdió la sonrisa
BEN STANSALL / AFP La primera ministra británica, Theresa May (en la imagen, a su regreso anoche al 10 de Downing Street), aguantó en el Parlamento un chaparrón pero no perdió la sonrisa

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