May aplaza la votación sobre el Brexit para evitar una derrota humillante
La premier exhibe su debilidad en un nuevo intento de ganar tiempo
En lo que parece un nuevo intento de ganar tiempo, Theresa May aceptó ayer la humillación de suspender sine die la votación en los Comunes en la que su acuerdo con Bruselas sobre el Brexit iba a sufrir una sonrojante derrota. Todo apunta a que la premier intenta alargar los plazos para llegar a un momento en que el Reino Unido tenga que elegir entre su acuerdo o el caos.
Según el llamado algoritmo de Trémaux, la mejor manera de salir de un laberinto es dejar un rastro de migas de pan, como Hansel y Gretel, o en su ausencia de piedrecitas, como Pulgarcito; después, en las encrucijadas, escoger el camino hasta entonces no recorrido; y si uno ya ha ido por los dos, elegir por el que parezca menos frecuentado. En teoría matemática, esta fórmula lleva a la vía de la menor resistencia posible, y a una ruta de escape.
En el laberinto del Brexit, ante la certeza de que perdería la votación sobre su acuerdo con Bruselas por un centenar de votos o más, May ha escogido también la ruta, en este momento, de la menor resistencia. De hecho, la única salida que ha encontrado, aunque resultase humillante. Suspender la votación de hoy. Downing Street no ha dado garantías de que los Comunes puedan pronunciarse sobre su plan esta semana, ni la que viene, ni antes de Navidad, ni tan siquiera en enero. Cada vez queda más claro que su estrategia es llevar al país hasta el borde del precipicio, estilo Thelma y Louise, y una vez allí dar a escoger entre su compromiso y la salida desordenada de la UE, con sus terribles consecuencias socioeconómicas.
Eso es si la dejan. Porque las reacciones a su anuncio, como quedó claro con las risotadas y abucheos que rodearon su intervención y que aguantó con estoicismo y compostura (el speaker de la Cámara, John Bercow, tuvo que pedir dos veces a los diputados que dejasen hablar a la primera ministra), no ha sido favorable. El Brexit ha hecho surgir el embrión de una crisis constitucional, con una batalla por el poder entre el ejecutivo y el legislativo que tienen sus orígenes en Oliver Crom“Detrás well y la guerra civil del siglo XVII. May considera que la única autoridad para negociar la salida de Europa le corresponde a ella. Los Comunes, sin embargo, han aprobado todo tipo de enmiendas para poder empujar al país en un sentido u otro, hacia un segundo referéndum o una fórmula blanda estilo Noruega. Antes que perder el pulso de ayer, la líder tory ha retirado el brazo de la mesa, no se sabe hasta cuándo.
del compromiso con Bruselas –dijo cuando la dejaron hablar los traviesos parlamentarios– hay una serie de hechos ineludibles que hacen imposible un acuerdo sin el backstop (la llamada salvaguarda irlandesa): el hecho de que el Ulster y la República comparten una frontera terrestre, el hecho de que la difícil paz que impera en la provincia es resultado de una frontera abierta, el hecho de que el Brexit va a crear una situación por completo diferente, porque se convertirá en la frontera externa de la UE, y de su mercado único, el hecho de que miles de personas la cruzan cada día para trabajar, y no quieren un regreso a los controles de antaño”. May pidió “soluciones realistas que vayan más allá de la retórica”.
Una vez más, al suspender sine die la votación, Theresa May ha antepuesto su supervivencia personal a los intereses de la nación, que requieren claridad, certeza, la elección de un camino y los necesarios preparativos antes de la salida prevista para el 29 de marzo. Aunque ya queda claro que la primera ministra, si llega el caso, no dudaría en pedir también el aplazamiento de esa fecha, antes que arriesgarse a perder el trono.
Insistió, tozuda, en que no existe alternativa a su plan. “A los que
Estoicismo
FLEMA BRITÁNICA
Theresa May aguantó con compostura las risas, abucheos y burlas de los diputados
ESTRATEGIA
El plan de May es llevar el coche hasta el borde del precipicio para que alguien pestañee