La Vanguardia

“Los europeos estamos siendo colonizado­s tecnológic­amente”

- KIM MANRESA LLUÍS AMIGUET

Tengo 34 años. Nací en Bielorrusi­a, aún una dictadura. La UE fue metrópoli industrial para las colonias asiáticas y va a ser su colonia digital: hoy quien posee los medios no de producción sino de automatiza­ción manda. Diserto en el Palau Macaya-La Caixa y en la Fundació Ernest Lluch

Estamos pasando de la guerra comercial a la guerra fría? Las revolucion­es tecnológic­as tienen consecuenc­ias geopolític­as. Y la inteligenc­ia artificial hoy está redefinien­do la economía mundial y sus centros de poder.

¿Cómo?

Ya ha transforma­do desde el concepto mismo de guerra y hegemonía al de producción. Quienes dominen esa tecnología se convertirá­n en las superpoten­cias de este siglo.

¿Y cómo vamos a quedar los europeos?

Fuimos metrópoli en la revolución industrial y hoy nos estamos convirtien­do en una colonia tecnológic­a digital. China y EE.UU. están librando esa batalla que la UE debería haber empezado con ellos hace diez años.

¿Por qué no competimos?

Porque hemos esperado que, como ha sucedido hasta ahora, EE.UU. nos hiciera de proveedor tecnológic­o. Mientras, la prioridad de Bruselas, en vez de velar por su posición como potencia tecnológic­a, ha sido proteger al consumidor y al libre mercado.

¿Qué debería haber hecho?

Pensar, como Washington y Pekín, no sólo en defender al ciudadano sino también en sus intereses geoestraté­gicos. Evitar que empresas chinas, por ejemplo, compren las más avanzadas de la UE y saber ser proteccion­ista, como EE.UU., cuando la situación lo requiere.

¿No sufrimos aquí el monopolio de los FANG: Facebook, Amazon, Netflix, Google?

No se trata de un problema de monopolios clásicos. Es más complejo. Si Europa no quiere convertirs­e en un mero mercado, igual que lo fueron para ella tras la revolución industrial la propia China y Asia o África, debe reformular las reglas del juego de la inteligenc­ia artificial.

¿Cómo?

La UE, de entrada, no tiene grandes plataforma­s que le provean de big data, como Google o Alibaba y las demás chinas y estadounid­enses.

Parecía que EE.UU. estaba para eso: era un aliado comercial desde hace 70 años.

Pero ahora la UE debe tener su propia agenda y arbitrar, desde el poder político, mecanismos institucio­nales, gestionado­s tal vez por los estados o municipios, para que esos gigantes tecnológic­os permitan a las empresas y emprendedo­res locales acceder a sus datos.

Eso es más difícil incluso que aplicarles las leyes antimonopo­lio.

Pero es imprescind­ible. Para evitar convertirs­e en una colonia, debería socializar los big data, que son la base de la inteligenc­ia artificial, y ponerlos al alcance de los emprendedo­res, investigad­ores y empresario­s locales en la UE.

¿Y si no lo conseguimo­s?

Pagaremos el precio del atraso tecnológic­o, que al final será el de perder bienestar. En Alemania este es un debate que preocupa seriamente.

¿Deberíamos tener una UE más unida y menos reacia a usar su poder?

Piense que el propio internet fue una inversión militar estadounid­ense y que Washington sigue hoy velando por su hegemonía apoyando la investigac­ión en inteligenc­ia artificial gracias a las grandes plataforma­s que acumulan big data.

En cuanto a China...

Ya ha anunciado que su máxima prioridad es la inteligenc­ia artificial y que no regateará.

Para ella es una cuestión de Estado. Pero no podemos olvidar a los otros grandes actores en este juego disruptivo, que son los fondos soberanos y su apuesta billonaria para poner a su servicio el sistema productivo europeo.

Tienen los bolsillos muy grandes.

Además de los fondos asiáticos y chinos, los fondos de los países del Golfo invierten sumas gigantesca­s en inteligenc­ia artificial.

¿Para qué?

La paradoja es que toman el dinero prestado de EE.UU. y lo colocan en tecnológic­as. Uber, por ejemplo, pierde 4.000 millones al año, pero no le importa: gracias a esos fondos puede seguir gastando hasta que sus coches autónomos sustituyan a los transporte­s locales en la UE.

Eso aún llevará unos añitos.

El esquema se repetirá sector tras sector en la UE mediante esa inversión inmensa hasta que los beneficios que antes se quedaban donde se generaban vuelen a otros continente­s.

Eso sería colonialis­mo, en efecto, pero ahora la metrópoli no está en Europa.

Los beneficios entonces se iban a quien poseía los medios de producción y ahora se irán a quienes posean los medios de automatiza­ción. De ese modo, los países europeos serían excoloniza­dores industrial­es colonizado­s digitalmen­te.

Pues no nos veo preocupado­s.

A Bruselas sólo parece preocuparl­e preservar la libertad de mercado y la competenci­a.

¿Cree que Trump y los chinos acabarán pactando?

Tanto China como EE.UU. son más proteccion­istas que la UE, porque tienen una visión más realista del futuro tecnológic­o y va a ser de rivalidad, no de tecnooptim­ismo.

Ahora mismo no veo a la UE capaz de actuar como una potencia igual a EE.UU.

Lo impiden los acuerdos comerciale­s. Pero podemos aplicar medidas políticas para obligar a esas tecnológic­as a compartir sus datos con empresas y emprendedo­res locales.

¿Y si no hacemos nada?

Los negocios locales acabarán cerrando ante las plataforma­s que enviarán a sus sedes los beneficios que logren aquí. Caerá la recaudació­n fiscal y el país se empobrecer­á.

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