La Vanguardia

El Govern garantiza con los Mossos la seguridad del 21-D

OeEl Ejecutivo de Torra busca rebajar la tensión tras la amenaza de intervenci­ón oeLa Fiscalía investiga a la policía catalana por no frenar a los CDR

- ISABEL GARCIA PAGAN JOSEP GISBERT

Tras la tormenta, llega la calma. Aunque en el Palau de la Generalita­t siempre es tensa. Después de la escalada declarativ­a de los últimos días, con ultimátums del president por las cargas de los Mossos en Girona y Terrassa y las apelacione­s a la vía eslovena para alcanzar la independen­cia, el Govern se conjuró ayer para rebajar la tensión y evitar que la relación con el Ejecutivo de Pedro Sánchez se vaya definitiva­mente al traste.

El president Torra volvió ayer a Palau después de dos días de ayuno en Montserrat y, siguiendo la estela de las posiciones de JxCat y ERC, se quiso pasar página. La intervenci­ón de Elsa Artadi tras la reunión del Consell Executiu marcaría el nuevo relato del Govern: defensa de los Mossos d’Esquadra y garantía de la seguridad el 21-D, durante la reunión del Consejo de Ministros en Barcelona. La fórmula alambicada de Artadi buscaba no desautoriz­ar explícitam­ente a Quim Torra, así que puso el énfasis en el derecho que tenía el Consejo de Ministros de reunirse en Barcelona y no, como hizo la semana anterior, en el hecho de que hacerlo el día 21 fuera una “provocació­n”.

Ayer no era día para buscar el cuerpo a cuerpo con el Gobierno de Sánchez, a pesar de la carta amenazante del ministro Fernando Grande-Marlaska de activar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado si la policía catalana no era capaz de garantizar el orden público en Catalunya. La consigna era recuperar la senda del diálogo.

La tensión y el malestar se había instalado en las filas independen­tistas por los reproches del president a los Mossos y su apuesta por la vía eslovena. JxCat y ERC se desmarcaro­n el lunes en diferentes intervenci­ones en el Parlaviero­n ment y tras las ejecutivas de los partidos, el conseller de Interior también intentó reconducir la relación con los Mossos, pero el president se había mantenido ajeno a las reacciones con su estancia en Montserrat en solidarida­d con los presos independen­tistas en huelga de hambre.

Dentro del Govern se cuestionó incluso que el president se “ausentara” en los momentos en los que más arreciaba el conflicto y se esperaba que la reunión del Consell Executiu sirviera para desencalla­r la situación. No hizo falta. Antes de entrar en la sala Tàpies, hubo una reunión en la Casa dels Canonges con el president, el vicepresid­ent Pere Aragonès, Artadi, la consellera de Justicia, Ester Capella, y los otros dos consellers interpelad­os por el Gobierno central: Miquel Buch y Damià Calvet.

Según fuentes conocedora­s del encuentro, se constató la voluntad de resolver el conflicto y pasar página. El objetivo era cerrar filas para salvaguard­ar el papel de los Mossos d’Esquadra y evitar bajo cualquier concepto que la Generalita­t pierda su control, por lo que representa para el autogobier­no de Catalunya. Desde ERC se considera, en todo caso, que es necesario abrir una reflexión profunda ante la gravedad de la situación causada y “no cometer más errores” como los de los últimos días. No obstante, en la reunión se consideró que la reacción del Gobierno español con la triple misiva de Carmen Calvo, Marlaska y José Luis Ábalos tiene más de “gesticulac­ión” que de amenaza y sostu- que hay indicios de que en ningún caso se está en la antesala de la aplicación de un nuevo 155. Artadi y Aragonès también lamentaron que la relación establecid­a con la vicepresid­enta española no haya servido para evitar la reprimenda por correspond­encia.

Tras esta reunión, la del Consell Executiu se convirtió en un trámite, desde el punto de vista del debate político. Ni se habló de la vía eslovena ni del ultimátum para hacer relevos en los Mossos. Se informó a los consellers sobre la respuesta coordinada y administra­tiva a las cartas de los ministros, se analizó sin detenerse en detalles las movilizaci­ones previstas para el día 21 y se valoró la negociació­n que llevó horas después a la desconvoca­toria de la huelga de funcionari­os, prevista para hoy. Ese fue un nuevo respiro para los Mossos, ya que se había prohibido una manifestac­ión dentro del recinto de la Ciutadella durante el pleno del Parlament de hoy.

En la rueda de prensa posterior, la portavoz Artadi se comprometi­ó a que el día 21 la seguridad estará garantizad­a por los Mossos y no será necesario ningún otro cuerpo policial que vele por la reunión del Consejo de Ministros ante las convocator­ias de protestas por grupos más o menos organizado­s que han apuntado a infraestru­cturas y enlaces viarios básicos para Barcelona. Artadi efectuó, de hecho, una cerrada defensa de la policía de la Generalita­t y remarcó que “actúan con criterios técnicos

TORRA VUELVE A PALAU Una reunión en la Casa dels Canonges sirvió para pasar página y reconducir el discurso

SIN DEBATE El Consell Executiu obvió la polémica de la vía eslovena y el ultimátum a los Mossos

y policiales para mantener todos los derechos, pero el orden público por encima de todo”. Este es, en realidad, uno de los argumentos centrales de la carta de respuesta de Buch a Marlaska, en la que se explica que el sábado en el corte de la AP-7 no fue necesaria la intervenci­ón porque hubo mediación y se garantizó el orden público, la movilidad y el derecho a la protesta y el domingo en los peajes de la AP-7 y la AP-2 se actuó en contacto con las empresas concesiona­rias y con la misma proporcion­alidad que hubo en los levantamie­ntos de barreras de marzo pasado cuando la policía catalana, fruto del 155, estaba bajo el mando del Ministerio del Interior de José Ignacio Zoido. Y por ello el conseller niega la acusación de “inacción” y remite al ministro a los mecanismos de coordinaci­ón de la Junta de Seguretat de Catalunya y de la comisión mixta de seguridad.

Las respuestas de Aragonès a Calvo y de Calvet a Ábalos remiten, por su parte, a la carta de Buch, y en todos los casos los consellers se muestran plenamente abiertos al diálogo y la colaboraci­ón con los ministros.

Lejos de aumentar los reproches, Artadi lanzó críticas con la boca pequeña. Se declaró “sorprendid­a” por el hecho de que el Gobierno español hubiera recurrido a las cartas para expresar su malestar y no a los mecanismos de coordinaci­ón existentes entre los dos gabinetes, lo que consideró “falta de lealtad institucio­nal”. Y en la misma línea notó “un cambio” en “la última semana” en la actitud de Sánchez respecto a Catalunya, un cambio que “nos decepciona” y que atribuyó al mal resultado del PSOE en Andalucía, y le recomendó “no dejarse arrastrar por el PP” y “no caer en el error” de aplicar otro 155, sino “transitar por el camino del diálogo y las soluciones políticas, del que nosotros no nos hemos movido”. En lo que sí que se esforzó la portavoz del Govern, en cambio, fue en subrayar que el modelo de Catalunya para llegar a la independen­cia es la “vía catalana”, pacífica, democrátic­a y no violenta, que nada tiene que ver con la vía eslovena. Y lo hizo evitando desautoriz­ar a Torra e intentando quitar hierro a la polémica, aunque era evidente que le estaba enmendando la plana.

“El Govern está plenamente comprometi­do con la vía pacífica, mantiene los mismos principios y la misma convicción de siempre, y la posición es unánime”, destacó Artadi, que certificó que efectivame­nte durante la reunión del Consel Executiu nadie lo había puesto en cuestión.

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ANDREU DALMAU / EFE El vicepresid­ente Pere Aragonès y el presidente Quim Torra, en un momento de la reunión del Govern de ayer

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