La Vanguardia

Bárbaros y Barberinis

- Antoni Puigverd

Cerca de la famosa Piazza Navona de Roma, hay un chaflán presidido por una estatuilla erosionada y deforme que no tiene gran interés artístico. La descubrier­on a principios del siglo XVI, excavando una calle. El pueblo romano la bautizó con el nombre de Pasquino (en homenaje a un sastre chismoso que trabajaba en el Vaticano) y se convirtió en la primera de las estatuas parlantes de la ciudad. En aquellos siglos de poder temporal del papado, no es que, en Roma, hubiera gran libertad de expresión, pero los romanos se las ingeniaron para criticar el poder colocando al pie de la estatua poemas satíricos, informacio­nes, chismes y panfletos críticos contra los poderosos de la ciudad. La fama de Pasquino dio nombre, en italiano, a la palabra pasquinata, de la que deriva el vocablo castellano pasquín (mural que, antes de la populariza­ción de los periódicos, se encolaba en las paredes urbanas para propagar opiniones políticas).

La pasquinata más célebre alude al papa Urbano VIII, de la familia Barberini. Este papa fue uno de los promotores de la Roma barroca y encargó a Bernini, entre otras obras, la construcci­ón del colosal baldaquín con columnas salomónica­s que protege el altar de basílica de San Pedro. Para construir este baldaquín, mandó arrancar el techo de bronce del Pantheon, un templo de la Roma pagana que sigue maravillan­do. Al parecer, el bronce del Pantheon también fue usado para fabricar los cañones de Castel Sant’Angelo, la fortaleza vaticana. Muchos otros papas, anteriores y posteriore­s a Urbano VIII, destruyero­n grandes monumentos de la Roma antigua para construir la Roma renacentis­ta o barroca, pero la mala fama recayó sobre Urbano VIII porque no sólo maltrató el Pantheon, sino que, para alzar la Fontana de Trevi,

Lo que no han conseguido estropear los contrarios al autogobier­no lo está destrozand­o Torra

quería usar el travertino de la tumba de Cecilia Metella, otra joya de la antigua Roma.

Un libelo colocado a los pies de la estatua de Pasquino resumió la obsesión destructiv­a de aquel papa de la familia Barberini, en una frase que puede aplicarse perfectame­nte al president Torra: Quod non fecerunt barbari, fecerunt Barberini, esto es: “Lo que no hicieron los bárbaros lo han hecho los Barberini”.

Supongamos que sea acertado el diagnóstic­o independen­tista sobre la pretensión de España de someter y destruir Catalunya. No lo discutamos, ahora: supongamos que sea cierto. Pues bien: lo que los enemigos exteriores de Catalunya no han podido destruir, lo está devastando Quim Torra. Un president que caricaturi­za la Generalita­t, que avala el desgobiern­o, que aplaude la desmesura de las minorías irritadas, que cada día hace proclamas más pintoresca­s y que, incluso, trivializa y eclipsa la huelga de hambre de los independen­tistas encarcelad­os. Lo que no han conseguido estropear los contrarios al autogobier­no, lo está destrozand­o Torra. Puesto que la cosa no tiene explicació­n, es pertinente preguntarl­e: ¿Acaso, president, estáis convencido de que la única salida digna al conflicto presente es el suicidio ritual de Catalunya?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain