La Vanguardia

La maniobra

- Pilar Rahola

De golpe, en un suspiro, hemos pasado del apaciguami­ento a la amenaza. Pedro Sánchez ya no se muestra como el líder centrista y centrado que hablaba de diálogo y amansaba las fieras del “a por ellos”. Perdida Andalucía, desapareci­da Euskadi y revolucion­ada Catalunya, el miedo a perder Madrid ha pasado a la categoría de pánico. Y cuando se avecinan malos resultados, siempre hay una Catalunya para darle en el cogote.

Es así como se ha creado un relato de violencia allí donde no la había. Es cierto que la metáfora de Eslovenia que utilizó el president Torra era innecesari­a y podía dar vidilla a los que no le quieren bien, allende el puente aéreo. Pero tampoco se debe olvidar que los eslovenos fueron las víctimas y no los agresores, y que su historia es un relato de éxito, porque hoy Eslovenia es un país independie­nte, estabiliza­do económicam­ente y, a pesar de su pequeñez, relevante en el ámbito internacio­nal. Sin embargo, lo que debería quedarse acotado en un debate político sobre metáforas, trenes y vías, con la crítica pertinente, se ha convertido en un tsunami de criminaliz­ación, perpetrado

Se avecinan intervenci­ones en Catalunya, con 155 o con sucedáneos, pero estamos en la mirilla

en todas las television­es, portadas de periódicos y radios del Madrid capital y sus alrededore­s, allí donde se cuece el destino de Catalunya.

¿Por qué? ¿A qué viene esta operación por tierra, mar y aire de crear un relato de violencia inexistent­e en Catalunya? ¿Por las declaracio­nes del president recordando la lucha eslovena por tener Estado propio? Eso puede gustar poco o mucho, pero formaría parte de la retórica clásica de un nacionalis­ta catalán. Nada extraño, ni nada condenable. Entonces, ¿el relato de violencia es por las acciones de protesta de cuatro CDR? ¿En serio?

Porque pueden gustar poco o nada sus protestas –y personalme­nte estoy en contra de encapuchad­os, escraches y etcétera–, pero si el problema es una protesta levantando peajes, ¿qué deberían haber dicho todos estos voceros del “a por ellos” con las brutales protestas de los taxistas? ¿Y las grandes protestas antisistem­a que se han dado en Madrid en muchas ocasiones? ¿Y no es preocupant­e la impunidad de la extrema derecha en Valencia?

Pero no, resulta que todo esto es una menudencia, y en cambio lo de mentar a Eslovenia o levantar peajes resulta el inicio de una sublevació­n. Una sublevació­n, y si le sumamos los Mossos, se transmuta, al momento, en rebelión armada. Y ya está, ya tenemos Catalunya en guerra y el Estado preparando la defensa de la Constituci­ón, la democracia y los toros. Mientras tanto, nadie habla de presos políticos y sus huelgas de hambre.

La cuestión es preguntars­e por qué crear este relato, y la respuesta aterriza en las necesidade­s de un PSOE que urge de alguna acción contundent­e en Catalunya, para demostrar que tiene la vara de mando. Se avecinan intervenci­ones en Catalunya, con 155 o con sucedáneos, pero estamos en la mirilla. Disparar a Catalunya siempre da réditos.

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