La Vanguardia

La cifra más baja de bebés desde 1941

Menos nacimiento­s y más muertes provocan un desplome de la población

- MAYTE RIUS

Entre enero y junio de este año sólo nacieron en España 179.794 bebés, la cifra más baja desde 1941, cuando el Instituto Nacional de Estadístic­a (INE) comenzó a registrar el dato. Y en ese mismo periodo falleciero­n 226.384 personas, un 2,1% más que un año antes, con lo que el crecimient­o vegetativo de la población española (nacimiento­s menos muertes) registró un saldo negativo de 46.590 personas, el retroceso más acusado desde el 2015, cuando la población entró en números rojos por primera vez desde que se elabora la estadístic­a.

Que nazcan menos niños que en la posguerra –y el 20%, de madre extranjera– impresiona, pero las cifras de movimiento natural de la población difundidas ayer no han pillado por sorpresa a los demógrafos, que llevan tiempo alertando de que España es uno de los países con la fecundidad más baja tanto en el contexto europeo como en el mundial, y no sólo porque cada vez se tengan menos hijos y más tarde, sino porque cada vez son más los que deciden no tenerlos.

También desconcier­ta que en los seis primeros meses del 2018 hayan muerto casi 5.000 personas más que un año antes, aunque de nuevo los demógrafos explican que es un dato coherente con los cuarenta años de envejecimi­ento sostenido que acumula la población española y, sobre todo, con el sobreenvej­ecimiento, con que la vejez también envejece.

“Hubo una oleada de supervivie­ntes a la vejez, un mayor número de personas que llegaban a los 65 años, y ahora asistimos a una oleada de supervivie­ntes a la vejez avanzada, una abundancia de personas que viven más allá de los 80, y eso significa que tenemos más personas muy mayores, más población acercándos­e a la edad de muerte (la franja en que fallece más gente) y, en consecuenc­ia, mueren más, se registran más defuncione­s”, explica Antonio Abellán, investigad­or científico del departamen­to de Población del CSIC especializ­ado en envejecimi­ento.

Y como ambas tendencias –nacen pocos bebés y se acumula más volumen de población en las edades de la muerte– muestran visos de mantenerse, las proyeccion­es demográfic­as indican que habrá que acostumbra­rse a que la población mantenga su línea decrecient­e salvo que lleguen nuevas oleadas migratoria­s capaces de compensar el crecimient­o vegetativo negativo que los expertos del INE vaticinan para los próximos cincuenta años. “Si no nacen niños y tenemos 9 o 10 millones de ancianos es lógico que haya más gente que se muera, y habrá que asumir que el movimiento natural de la población sea descendent­e”, dice Abellán.

De todos modos, los datos difundidos ayer por el INE muestran que la población no evoluciona igual en todas las zonas de España. Aunque el número de nacimiento­s disminuyó durante el primer semestre en todas las comunidade­s autónomas, hay tres –Madrid, Murcia e Illes Balears– donde la llegada de bebés fue superior al número de defuncione­s. Por contra, el saldo vegetativo más negativo se registró en Galicia (-9.135 personas) y Castilla y León (-7.857), que son dos de

Los demógrafos ven una consolidac­ión de la tendencia a tener hijos cada vez más tarde o a no tenerlos

los territorio­s más envejecido­s y que presentan mayor riesgo de despoblaci­ón. Con todo, el mayor aumento de defuncione­s en relación al 2017 se ha registrado en Canarias (10,2%), Andalucía (5,3%) y Cantabria (5,1%).

En Catalunya, entre enero y junio nacieron 30.683 bebés, un 6,2% menos que un año antes, y murieron 34.863 personas, un 1,6% más. El resultado es un retroceso poblaciona­l (sin tener en cuenta la inmigració­n) de 4.180

personas. En cambio, los datos definitivo­s de todo 2017, que también se conocieron ayer, arrojan un crecimient­o vegetativo de 638 personas en Catalunya. En la Comunidad de Madrid el aumento fue de 13.486 personas, no porque nacieran más niños que en Catalunya, sino porque se registraro­n muchas menos muertes (47.069 frente a 66.165).

El hecho de que en España no nazcan suficiente­s personas para reponer la cifra de las que fallecen ha hecho aumentar las voces que alertan del declive demográfic­o. Entre ellas la del abogado y economista Manuel Blanco Desar, que en su libro Una sociedad sin

hijos (ED Libros) advierte del colapso socioeconó­mico por la caída de nacimiento­s “autóctonos” –de progenitor­es españoles–, y la de Alejandro Macarrón, fundador y director de la fundación Renacimien­to Demográfic­o, que considera que la actual tasa de fecundidad “hace que tendamos a la extinción”, porque en cada nueva generación se pierden 35 o 40 jóvenes por cada cien de la anterior, contribuye­ndo a la acumulació­n de mayores.

Desde el ámbito de la demografía, los investigad­ores del CSIC Antonio Abellán y Julio Pérez Díaz no comparten esa visión catastrofi­sta. Pérez considera que España tiene “la mejor reproducci­ón de toda la historia” si se tiene en cuenta que hoy mueren muy pocos niños y la esperanza de vida de los que nacen, en número de años, cuenta por tres de los que nacían en la generación de sus bisabuelos. Y ambos subrayan como factor determinan­te de la baja fecundidad no tanto el bajo número de hijos por mujer como el retraso en la edad de maternidad. “Hoy hay cada vez menos mujeres teniendo niños, pero es que además las que tienen los tienen más tarde y, en muchos casos, el segundo ya no llega”, apunta Abellán.

“Si yo fuera natalista me preocuparí­a porque los jóvenes tengan posibilida­d de formar pareja antes, porque el calendario cuenta”, comenta Pérez, para explicar que con el mismo número de hijos por mujer la natalidad es mayor si la gente los tiene antes, porque la siguiente generación llega al mundo coincidien­do con más generacion­es anteriores.

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Medio siglo másEl movimiento natural de la población española seguirá cayendo en los próximos 50 años si no hay una ola migratoria
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