La Vanguardia

“¿La verdad? Parece que tal cosa ha dejado de existir”

Kate Morton, escritora, publica ‘La hija del relojero’

- FERNANDO GARCÍA

Las historias que se inventa Kate Morton, ambientada­s en Inglaterra aunque ella sea australian­a, han enganchado a once millones de lectores. Ella, sin embargo, no entiende cómo en el mundo real tantas invencione­s o fake news cuelan como ciertas y cómo la verdad se ha vuelto tan incierta. De manera que sus relatos le parecen en ese sentido más sencillos que la realidad. Pero hay que decir que las tramas de sus libros son más bien complejas aunque se sigan bien. Y su última novela, La hija del relojero

(Suma de Letras/Rosa dels Vents), no es una excepción. Al igual que en La casa de Riverton y El jardín olvidado, por citar dos de sus cinco anteriores superéxito­s, la narración entreteje sucesos e intrigas de distintas épocas con alto sentido del ritmo y admirable manejo del misterio.

¿De dónde sale esta historia?

Son muchas ideas. Algunas llevaban conmigo mil años. Pero si vamos al origen resaltaría las relacionad­as con el momento en que Lord Byron y Mary Shelley, entre otros, fueron a Suiza con la expectativ­a de pasar un verano fantástico. Lo que ocurrió fue que una sucesión de tormentas les obligó a quedarse en casa. Dice la historia que Byron retó a los demás a escribir la historia más aterradora posible. Y que fue así como Mary Shelley, a sus 17 años, escribió Frankenste­in. El caso es que la historia de esa reunión me encantaba, y lo que hice para mi libro es que, en vez de que los protagonis­tas se pusieran a crear obras maestras, ocurriera algo terrible.

Aunque en La hija del relojero hay saltos en el tiempo, la atmósfera es antigua hasta en las escenas actuales. ¿Le atrae más el pasado que el presente?

Es verdad que el pasado me atrae mucho, pero lo que más me interesa es cómo se entrelaza con el presente. Me fascina la sensación de atravesar capas del tiempo que uno tiene cuando atraviesa una calle antigua o entra en un edificio con muchos años y se hace consciente de pisar terreno donde vivieron personas que ya no están.

Cuando uno lee el libro no sabe qué cuidó más, si la trama o los personajes.

En eso he cambiado con el tiempo. Puede que los lectores no lo vean porque se trata de cómo me acerco a las historias. Antes sentía que era la trama la que dirigía cada historia y sin embargo ahora sé que son los personajes los que mandan.

¿Hasta qué punto planifica y hasta cuál improvisa?

Antes de sentarme a escribir me paso cuatro o cinco meses anotando ideas, preguntas, respuestas y hasta gráficos de la historia y sus flujos. Poco a poco, los personajes y la trama adquieren luz, profundida­d y detalles. Cuando ya todo eso tiene cierto peso y me llega la necesidad de escribir, cambio la libreta por el ordenador. Entonces ya sé más o menos cómo van a ir los primeros capítulos, lo que pasará al final y lo que habrá en medio. El resto va en el proceso de escritura.

Usted es australian­a, pero siempre ambienta sus libros en el Reino Unido... Al principio no era una decisión consciente. Yo vivía en el trópico australian­o. Escribía para evadirme y evitaba tratar sobre el mundo que me rodeaba. Como decía, me entusiasma­n los lugares donde el ayer se entrecruza con el hoy. En particular, me atraen las casas británicas que datan de muchas generacion­es atrás. Eso me ofrece el entorno perfecto de las historias que quería contar, empezando por

La casa de Riverton, mi primera novela, situada en aquella Inglaterra tan estratific­ada en clases sociales.

Un tema por cierto, ese del arriba y abajo, que nunca pasa de moda pese a quedar tan lejos. ¿A qué lo atribuye?

Buena pregunta… para la que no encuentro una respuesta muy clara a bote pronto. Quizá tenga que ver con la seguridad que debe de proporcion­ar el saber el lugar de uno en el mundo. Puede que en el fondo romanticem­os esa sensación de comodidad, dando por hecho que no importa tanto el lugar que a uno le correspond­a.

Ahora el mundo es menos seguro o cierto para todos, ¿no?

Sí. Cualquiera coincidirí­a con esa idea.

Y también los dirigentes son peculiares, empezando por el supuesto líder mundial que es Trump. ¿Cree que eso será materia de novela? ¿O, aun siendo real, es demasiado novelesco?

No sería una novela muy reconforta­nte, aunque el making of sí que sería fantástico… Pero estoy muy de acuerdo con esa idea de lo excesivame­nte novelesco de algunas realidades de hoy. Porque yo veo las noticias y cada día me topo con alguna que nunca hubiera imaginado. Si no fuera porque se trata del mundo real, tal vez algunas circunstan­cias resultaría­n fascinante­s. Por ejemplo, la velocidad con que las cosas a las que nos agarramos pueden erosionars­e. Como la verdad...

…la cual parece estar muy de moda últimament­e.

Bueno es que parece que tal cosa como la verdad ya no existe. Y esa es una situación que nadie podría haberse inventado.

¿Qué nos pasa cuando la realidad no puede distinguir­se de la ficción?

Bueno, es algo que estamos viviendo de pronto en el día a día, así que todavía no puedo responderl­e. Tal vez la próxima vez que nos veamos.

LA NOVELISTA QUE NO DA CRÉDITO “Cada día me encuentro con una noticia que jamás me hubiera imaginado”

ENTRETEJER PASADO Y PRESENTE “Lo antiguo me atrae, pero lo interesant­e es cómo el ayer se entrelaza con el hoy”

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FERNANDO ALVARADO / EFE Morton, que acaba de presentar su último libro en Madrid, lleva vendidos once millones de ejemplares de sus novelas

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