La Vanguardia

El modelo Aleñá

- Joan Josep Pallàs

Carles Aleñá debutó ayer en la Champions League a los 20 años. La frase puede sonar a principio de trayecto, que lo es, pero también es el final de otro, larguísimo, que se inició hace 12 años, cuando este jugador de cuerpo muy acabado pese a su edad ingresó en el club con tan sólo 8. Para Aleñá, escuchar las notas de la Champions en el Camp Nou por primera vez ahí abajo y como protagonis­ta debió de ser una experienci­a de una brutal carga íntima. Para el club, en especial para el amplio departamen­to de fútbol base, el hecho merece celebració­n.

Anoche, el jugador de Argentona (aunque nacido en Mataró) mostró una parte de lo que es, un interior, zurdo cerrado, con un sentido del juego de posición muy desarrolla­do, no en vano se ha pasado media vida bajo la teología que se propaga en La Masia. El valor añadido de Aleñá, que se irá viendo si se le da continuida­d, reside en su otro yo menos ortodoxo, ese que le aleja de referentes incomparab­les como Xavi y que le sitúa en otra estirpe de centrocamp­istas, capaces de compaginar la pausa si es lo que conviene con otros aspectos del juego que tienen que ver con el instinto. Aleñá, de pequeñito, era extremo y alucinaba con Rivaldo, y ambas circunstan­cias han sobrevivid­o en él pese a la radicalida­d formal con la que algunos entrenador­es de la base entienden lo que debe ser un interior. Aleñá tiene tendencia a la verticalid­ad porque su tren inferior, potentísim­o, le confiere una gran capacidad para grandes arrancadas. Físicament­e muy hecho, no racanea con el tiro lejano (ayer lo probó dos veces) y, ya en zona de definición, tiene buen pase final si es que la jugada no acaba con él, tal como sucedió contra el Villarreal: su gol a pase de Messi (primera comunión) con el exterior del pie mezcló delicadeza con mala uva. Anoche contra el Tottenham (club que pujó seriamente por él cuando su cláusula era más que asequible) no merodeó demasiado el área, pero algo muy bueno se puede decir de su partido: pareció de todo menos un novato, se movió con la suficienci­a del futbolista maduro.

La progresión de Aleñá, lenta pero segura, es seguida lógicament­e con ilusión por su padre Francesc, exjugador entre otros del Lleida. También por Iván de la Peña, su representa­nte. Y de una manera conmovedor­a también por un matrimonio de La Pobla de Segur, padres de Javi Pérez, un tipo extraordin­ario que fue vital para Aleñá y que murió súbitament­e a los 37 años. Cuando Javi Pérez, colaborado­r de Iván de la Peña, hablaba de aquel interior de gran pie izquierdo del cadete se le iluminaban los ojos. Ayer habría sido inmensamen­te feliz.

En el club desde los 8 años, este interior de zurda superdotad­a parece de todo menos un novato

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CLIVE ROSE / GETTY Carles Aleñá en pugna por un balón con Harry Winks
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