La Vanguardia

El gol soñado

Dembélé se gana al Camp Nou con una jugada con la que uno fantasea en la cama

- CARLES RUIPÉREZ

Fue un sueño de una noche de otoño. Fue el gol soñado. Una carrera de ensueño en el Camp Nou. La jugada con la que cualquier futbolista fantasea en la cama. Y más si quiere hacerse perdonar. El tanto, el escenario y la competició­n con la que uno anhela mientras se acomoda la cabeza en la almohada y se entra en fase REM. Si Ousmane Dembélé pretendía que se hablase de su juego y no de sus despistes no pudo encontrar mejor formar de llamar la atención. A las primeras de cambio, cuando el partido aún se desperezab­a, el extremo francés del Barça le quitó las legañas al choque. ¡Vaya forma de levantarse!

Dembéle madrugó con su noveno gol de la temporada. Al Tottenham le dio a probar la puntualida­d británica. Cuando aún no habían pasado ni ocho minutos sacudió el partido. Ayer el que se durmió en los laureles fue Walker-Peters. Ayer el despierto, el que estuvo más vivo, fue Dembélé. Quien bostece delante del 11 del Barcelona ya ha perdido su estela.

Jorge Valdano definió a Romário como un jugador de dibujos animados. Y Arsène Wenger catalogó a Leo Messi como un delantero de Playstatio­n. Pero el auténtico futbolista de videojuego es Dembélé. Dentro y fuera del campo, controla el joystick como ninguno. Sus cambios de ritmo parecen sacados de la realidad virtual. Acelera con la facilidad con la que se aprieta el botón de turbo. En sus cabalgadas la barra de energía no le baja ni una pizca. Siempre en verde. Pero sobre todo en lo que es un maestro es en la pausa. Como si paralizase el juego, el francés es capaz de congelar el tiempo con ese recorte tan suyo. Se frena en seco, de 100 a 0, para, mira y decide continuar.

“Yo sólo pido pausa y tú me das ojos de huracán”, canta Izal como si hablase de Dembélé, que es volcán y hielo, calma absoluta y terremoto. La velocidad le da desequilib­rio, la pausa le da ventaja, le convierte en imprevisib­le. Porque donde la mayoría se precipitan, él tiene la sangre fría. Donde muchos se obnubilan, él lo ve claro. Donde otros sólo ven portería, a él todavía le queda otro recorte. Ventajas de ser ambidiestr­o. Depende de donde vea al portero se coloca el balón a una pierna o a la otra. Así se pasó el balón de la derecha a la izquierda para batir a su compatriot­a y capitán en la selección campeona del mundo, Lloris.

La zancada de Dembélé siempre fue una de sus virtudes. Pero el sprint de ayer hacía muchos años que no se veía en el Camp Nou. Fueron 50 metros de carrera con el balón después de robárselo a WalkerPete­rs, que pareció un novato a su lado y resulta que tiene su misma edad –el inglés es un mes mayor–. Pero es que la presión de Dembélé vino de más lejos aún. Arrancó del borde del área del Barcelona y él ya fue el causante de la mala cesión atrás de cabeza de Sissoko, atosigado. De portería a portería.

Después tuvo fuerzas para cambiar el ritmo a Walker, que se trastabill­ó, totalmente superado. Y cuando iba a chutar, recortó a Winks, al que hizo pasar de largo y que quedó acostado. Ahora sí, Dembélé remató a placer a Lloris por abajo mientras el Tottenham no podía despertar de esa pesadilla tan real.

CAMBIO DE PAPELES En su acción el que se durmió fue Walker-Peters y el que estuvo más despierto fue el extremo francés del Barça

 ?? CÉSAR RANGEL ?? Ousmane Dembélé recorta al jugador del Tottenham Winks antes de marcar el gol del Barcelona
CÉSAR RANGEL Ousmane Dembélé recorta al jugador del Tottenham Winks antes de marcar el gol del Barcelona

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