Un gran mirador sobre el mar.
Los espacios ganados para uso público alrededor de la Marina Vela suman más de 36.000 m2
El Port de Barcelona presentó ayer una actuación urbanística que ha convertido el antiguo rompeolas en un nuevo paseo que en el futuro dispondrá de equipamientos y restaurantes.
Barcelona ha recuperado el antiguo rompeolas, un espacio que permanece vinculado al imaginario barcelonés, que desde ayer vuelve a ser transitable a través de un nuevo paseo que parte de la plaza de la Rosa dels Vents y que desemboca en una gran mirador con vistas al Mediterráneo. La actuación urbanística que ha llevado a cabo el Port de Barcelona supone la creación de 36.000 metros cuadrados nuevos de espacio público en el ámbito de la Nova Bocana. Además de usos ciudadanos toda esta nueva zona en desarrollo, que está vinculada a la marina Vela, ganará equipamientos docentes y culturales, comercios y restaurantes, aunque estas últimas actividades estarán limitadas para evitar un crecimiento desaforado.
La operación urbanística que se presentó ayer es fruto del acuerdo que firmaron la Autoritat Portuària de Barcelona y el Ayuntamiento a principios de esta mismo año para integrar parte del área portuaria, que cuenta con una superficie de 2.000 hectáreas en la ciudad. “Barcelona es una ciudad con puerto, no al revés, y eso es lo que se acordó hace unos meses con la Autoritat Portuària”, señaló ayer la teniente de alcalde Janet Sanz. Por su parte, Mercè Conesa, presidenta del Port de Barcelona, dijo que este “quiere ser constructor de ciudad, acompañante en un proceso de vida ciudadana, de espacios cívicos y de convivencia”. En este sentido, hizo un llamamiento a fortalecer ese diálogo, así como a llenar el espacio recién inaugurado.
El rompeolas es la primera intervención visible después del pacto suscrito entre las dos instituciones con las que se pretende recuperar para los ciudadanos espacios que estaban cerrados al uso público o infrautilizados. Se trata de una rambla de 400 metros de longitud y 4.920 metros cuadrados de superficie que da continuidad al paseo Marítim y recupera el vínculo con el barrio de la Barceloneta que en el pasado estaba unida con la histórien co escollera. Los espacios se han desarrollado a través de la colaboración público-privada entre el puerto de Barcelona (que ha planificado y concesionado el proyecto por un periodo de 35 años) y la compañía Marina Vela, adjudicataria de la concesión, que ha invertido 30 millones de euros en la instalación deportiva y la ejecución de espacios adyacentes.
La construcción del nuevo paseo ha permitido ampliar en 6.400 metros cuadrados la superficie original de la plaza Rosa dels Vents, junto al hotel W, además de ampliar los muelles de la Marina Vela, que serán de acceso público en horario diurno.
En paralelo se están ultimando los equipamientos que se ubicarán toda esta nueva zona ganada al mar. De hecho, la base náutica en Barcelona de la Cruz Roja, con un punto de amarre, ya está operativa. Se encuentra en el extremo final del rompeolas, junto a las gradas del mirador. Comparte espacio con la base de prácticas de la Facultad de Nàutica de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), que cuenta también con tres puntos de amarre. De hecho, está previsto que este centro docente se acabe ubicando en esta zona.
En una futura fase, y dentro del ámbito de la Nova Bocana, está previsto urbanizar nuevos espacios
que sumarán 7.900 metros cuadrados más para el uso ciudadano. Se trata de la Rambla de la Marina, que pretende ser la continuación natural del paseo Joan de Borbó y que culminará con unas gradas con vistas privilegiadas al puente de Europa y Montjuïc. En el punto final de esta nueva rambla junto al mar, que discurre en paralelo a la escollera, se ubicará el edificio Mirador, que contará con oficinas y un restaurante. Janet Sanz explicó ayer que se trata de un espacio que pretende emular al antiguo Porta Coeli que se encontraba al final del antiguo rompeolas y al que se podía acceder en coche.
El director gerente de Marina Vela, Ernesto Escalas, explicó que las obras de este nuevo ámbito ciudadano están pendientes de algunos trámites burocráticos, pero se
confía en que puedan iniciarse en breve. De hecho, el futuro edificio Mirador no depende de que la rambla esté finalizada (ahora se intuye su perfil sobre los locales de la dársena se intuyen). La futura fisonomía del singular inmueble, con forma de puente, hace que pueda construirse independientemente del futuro paseo.
En paralelo a la construcción del rompeolas, las obras de construcción de la Marina Vela están prácticamente finalizada. La dársena ofrece 134 amarres en agua –algunos ya están ocupados– y permite almacenar 222 embarcaciones en una marina seca aún en construcción. Para vestir las fachadas de los diversos edificios de este espacio se ha reutilizado material de la escollera, extraído durante el dragaje, y posteriormente trituración. En realidad, toda la estructura del rompeolas está construida sobre el dique del Est con el objetivo de que funcione con un doble uso, ya que es un elemento de mobiliario urbano y, a su vez, protege la marina contra los embates de las olas.
Llegar hasta aquí ha supuesto numerosos proyectos ligados a la ampliación del recinto portuario. En 1998 el puerto creció en superficie hacia el sur gracias a una serie de actuaciones, como el desvío de la desembocadura del río Llobregat, la construcción del dique Sud y la prolongación del dique Est (el po- pular rompeolas). Fue entonces cuando se impulsó la construcción de la Nova Bocana, un elemento considerado clave para facilitar el acceso y salida del tráfico marítimo más vinculado a la ciudad que afectaba a embarcaciones deportivas, la flota pesquera y los ferris de línea regular. Posteriormente, como consecuencia de la apertura en el 2003 de la Bocana Nord, se generó un nuevo ámbito de 15,5 hectáreas en el Port Vell. Mientras, la Nova Bocana se ha ido urbanizando de manera gradual con diferentes equipamientos como el hotel W, la sede corporativa de Desigual o la de la Fundació per a la Navegació Oceànica de Barcelona.
El plan especial de la Nova Bocana del año 2001 definió las ubicaciones, los espacios y usos que desarrollar. En modificaciones posteriores del plan que fueron aprobadas en el 2011 y el 2017 se acordó destinar la nueva dársena a una marina deportiva –la Marina Vela– y se amplió significativamente la superficie destinada a uso público y ciudadano.