Manipulación digital
“Los memes son la propaganda de la era digital”, alertan nuevos informes
Dos nuevos informes independientes, encargados por el Senado de Estados Unidos, arrojan nueva luz sobre el alcance y los métodos de la injerencia rusa en la vida política del país, que llegó a su clímax en las elecciones que llevaron a la presidencia a Donald Trump.
Dos nuevos informes independientes, encargados por el Senado de Estados Unidos, han arrojado nueva luz sobre el alcance y los métodos de la injerencia rusa en la vida política del país, un esfuerzo librado desde trincheras digitales que llegó a su clímax en las elecciones presidenciales del 2016 pero cuya amenaza “aún hoy persiste”.
En esta nueva era de las guerras informativas, los memes se perfilan como una nueva y poderosa arma de propaganda masiva en la era digital, en especial en la red social Instagram, que –según el informe publicado ayer por la consultora New Knowledge e investigadores de la Universidad de Columbia– tuvo un papel mucho más importante de lo que se creía y de lo que su empresa matriz –Facebook– comunicó en su día al Senado.
“Los memes transforman grandes ideas en pequeñas piezas con resonancias emocionales, principalmente porque encajan en nuestras infraestructuras de consumo de información: una imagen grande, no mucho texto, fácil de entender con un mínimo esfuerzo. Los memes son la propaganda de la era digital”, concluye el documento, que cifra en 187 millones las interacciones de usuarios con contenidos de origen ruso y fines propagandísticos, frente a los 77 millones en Facebook o 73 millones en Twitter.
Las divisiones raciales, religiosas y sociales no las han inventado los trols rusos. Pero gran parte de los esfuerzos de la llamada Internet Research Agency (una granja de trols de internet creada por un aliado de Vladímir Putin en San Petersburgo) se dirigieron a explotarlas con el fin de “sembrar la discordia” en el país centrándose en comunidades concretas, afirman los investigadores, a través de “esfuerzos orgánicos” que fueron mucho más allá de los 100.000 dólares oficiales gastados en anuncios en Facebook.
La comunidad afroamericana fue uno de los focos clave de la campaña, antes ensayada en Ucrania, mediante contenidos supuestamente creados por estadounidenses para unirles en su indignación por la brutalidad policial contra sus miembros, dar pábulo a teorías conspirativas, reforzar su sentimiento de estar olvidados por el poder y desincentivar el voto: páginas como blackmattersus.com, lemas como “YO NO VOY A VOTAR, ¿Y TÚ?”, “Todo el mundo apesta”, teorías como que se oculta que la estatua de la libertad se inspiró en una negra o que Mozart era en realidad negro...
Otros mensajes se dirigían específicamente a los supremacistas blancos, los amantes de las armas, los cristianos, las mujeres (para cuestionar las credenciales feministas de Hillary Clinton, por ejemplo) o los progresistas en general (reforzando el perfil de Julian Assange como luchador por la libertad, apostando por terceros candidatos o por no votar). Creados en una plataforma, los mensajes pronto saltaban a otra, amplificados. Y se dirigieran a la izquierda o la derecha, las interacciones a menudo procedían de los mismos ordenadores. “Lo que está claro es que todos los mensajes buscaban beneficiar al partido republicano y en concreto al candidato Donald Trump”, afirman los investigadores de Oxford y la consultora Graphika en el segundo informe.
Muchos de esos contenidos siguen circulando. No siempre eran “objetivamente falsos”, afirman los investigadores. Tampoco incitaban directamente al odio, aunque pudieran ofender a alguien de fuera del grupo al que iban dirigidos. Pero estaban “absolutamente diseñados
Las interacciones en redes buscaban sembrar la discordia en la sociedad y explotar sus divisiones raciales
para reforzar el tribalismo, polarizar y dividir”, para “normalizar puntos de vista estratégicamente ventajosos para el Gobierno ruso” y para “difuminar las líneas entre la realidad y la ficción y erosionar la confianza en los medios, el Gobierno y la democracia en sí misma”.
La campaña, concluyen, cumplió con precisión sus objetivos. Los resultados electorales fueron mejor de lo esperado, porque la semana de las elecciones presidenciales circulaban memes denunciando que había habido fraude a favor de Clinton. Y cuando trascendió que las autoridades de EE.UU. investigaban la injerencia política rusa en las elecciones, los memes tornaron en ataques a sus protagonistas o denuncias de censura. Las operaciones, alertan, siguen activas o durmientes en varias plataformas.