La Vanguardia

Los grafitis en los convoyes: violencia y retrasos

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El número de pintadas en los trenes se ha duplicado en la última década y solo el pasado año creció un 60%, mientras que hasta octubre de este año se han contabiliz­ado 2.800 casos. Renfe indica que los grafiteros “son cada vez más violentos y en muchos casos actúan en grupos organizado­s”. Las nuevas generacion­es de grafiteros se enfrentan en numerosas ocasiones al personal de seguridad con violencia, creando situacione­s peligrosas en las estaciones.

Por lo tanto, la actuación de estos grupos supone un riesgo no solo para ellos, que ponen en peligro sus vidas para realizar la pintada –alguno ha sido atropellad­o por la máquina–, sino también para los viajeros –pueden sufrir caídas cuando se activa el freno de emergencia–, el personal de Renfe y sus vigilantes.

Asimismo, las pintadas causan retrasos en el transporte. Muchas de ellas se realizan en trenes en servicio, y se estima que el pasado año unos 200.000 viajeros se vieron afectados por demoras por pintadas de grafitis en trenes en marcha. “Un tren grafiteado debe ser limpiado inmediatam­ente, por lo que se tiene que retirar, con el consecuent­e trastorno para la programaci­ón del servicio ferroviari­o”, añade la compañía. Esto implica que durante casi una semana ese tren deja de funcionar, ya que la limpieza de un grafiti conlleva una serie de trabajos complejos, puesto que el tipo de pintura afecta a la chapa del tren. El coste de volver a poner en funcionami­ento un vagón que ha sufrido pintadas se sitúa entre 6.000 y 10.000 euros, aseguran desde la compañía.

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