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El regreso de Mary Poppins Dirección: Rob Marshall
Intérpretes: Emily Blunt, Lin-Manuel Miranda,
Ben Whishaw, Emily Mortimer
Producción: EE.UU., 2018. Duración: 130 min. Fantasía. Nadie en su sano juicio entraría en una cantina de legionarios con la pretensión de asistir a una charla sobre Lacan. Ni iría a un concierto de AC/DC en busca de sosiego espiritual. Ni a la farmacia de la esquina a comprar una lata de berberechos. Quien a partir de hoy atienda a la llamada de El regreso de Mary Poppins cabe suponer que tendrá ya de antemano una idea cabal del producto que encontrará, entre otras razones porque rara vez la factoría Disney da sardina por cordero.
En efecto, la película de Rob Marshall es una muy elaborada fotocopia, en clave de secuela y orientada al nostálgico, de la inmarcesible Mary Poppins de 1964: los mismos colores, la misma textura, los mismos y prodigiosos decorados y el mismo espíritu infantil. La misma gigantesca tienda de golosinas, en fin, no apta para diabéticos. Reencontramos, ya adultos, a los hermanos Jane y Michael Banks, él viudo y cuyos hijos recibirán la visita, descendiendo del cielo con su maleta y su paraguas comme il faut, de la niñera mágica. Reencontramos al chiflado almirante Boom, ahora bajo los rasgos del venerable David Warner, disparando alegremente su cañón. Y, en el reparto, que cuenta con participaciones estelares de Meryl Streep (arrolladora) y Angela Lansbury (en el papel que rechazó Julie Andrews), reencontramos al nonagenario Dick Van Dyke encarnando a Mr. Dawes Jr., hijo de uno de los dos personajes que interpretó en el título original.
La trama es débil como la pata de un grillo, pero el espectáculo funciona. Y funciona muy bien como musical a no ser que nos pongamos exquisitos. Pongámonos: el número de las farolas es precioso y tiene ritmo, pero cinematográficamente es incomparable con el que protagonizó, también con una farola en su centro, Gene Kelly en Cantando bajo la lluvia. Marshall es un experto en musicales (Chicago, Nine, Into the Woods), pero es incapaz de abordar el género como lo hacían en su día los maestros Kelly o Stanley Donen: apropiándose del espacio sin fragmentarlo hasta su pura demolición. En cualquier caso, una menudencia: El regreso de Mary Poppins merece una visita.