La Vanguardia

El retorno del ‘Che grillino’

Después de más de seis meses de viaje por América, Alessandro di Battista vuelve a Roma. Su futura posición es aún incierta, pero el Gobierno italiano empieza a estar nervioso: el mayor agitador del M5E puede dar problemas ALESSANDRO DI BATTISTA

- ANNA BUJ Roma. Correspons­al

Será una Navidad especial en las casas del Movimiento 5 Estrellas (M5E). Es el primer año que están en el Gobierno italiano, con un compañero de viaje extraño, la ultraderec­hista Liga, que les está ganando terreno en todos los sondeos gracias a la ferocidad comunicati­va de Matteo Salvini. También acaban de lograr un acuerdo con la Comisión Europea sobre los presupuest­os del año que viene que les puede hacer muy difícil conseguir implantar completame­nte su ansiada renta de ciudadanía, un subsidio a los parados que se ha convertido en el caballo de batalla de su líder, el joven Luigi di Maio. Pero, sobre todo, porque el hijo pródigo regresa a casa. El exdiputado Alessandro di Battista, para muchos grillini el verdadero capitán de esta formación, vuelve a Roma por Navidad después de un viaje por América con su pareja, Sara, y su hijo, Andrea, que le ha mantenido alejado de la política durante más de seis meses.

“Volveré por Navidad, hemos comprado ya el billete. Después veremos qué pasará. No pensaba que echaría tanto de menos la batalla”, anunciaba Di Battista en octubre.

Ya quedan horas para que se suba a ese avión en Panamá, y en el Gobierno están nerviosos. Di Battista, de 40 años, es mucho más carismátic­o y querido en el M5E que Di Maio. Representa el regreso a los orígenes de un movimiento que nació no como partido, sino como plataforma para expresar el hartazgo ante los políticos tradiciona­les. Fue diputado en la pasada legislatur­a y muchos le veían como el sucesor natural del cómico genovés Beppe Grillo tras su retirada y después de la muerte del otro fundador, Gianrobert­o Casaleggio, quien le descubrió y le formó como producto político. En la era de las redes sociales, Dibba era quien ofrecía más espectácul­o con sus viscerales ataques a sus oponentes. Para Matteo Renzi fue un martirio. No ha olvidado las formas. Hace poco, en una conexión desde Guatemala, su hijo llora- ba y no perdió la ocasión de decir que “estaba hablando del PD y a mi hijo, como a muchos italianos, sólo con oírlo le saltan las lágrimas”.

En septiembre del año pasado hubo elecciones primarias para elegir el candidato a primer ministro del M5E. Por sorpresa, Di Battista dio un paso atrás a última hora y decidió no rivalizar con Di Maio sin explicar sus motivos. Di Maio obtuvo una fácil victoria, con más de 30.000 de los 37.000 votos registrado­s. Los críticos dijeron que las primarias estaban amañadas: votó una pequeña parte de los 140.000 inscritos. La oposición, sin Di Battista ni Roberto Fico, representa­nte del ala izquierdis­ta, fue insignific­ante. “Fue Casaleggio quien decidió que Di Battista no sería líder”, cuenta el filósofo Paolo Becchi, que presume de ser uno de los ideólogos del M5E. “Lo hizo conociendo los límites de Di Battista. Di Maio tiene una míni- ma capacidad de pensamient­o autónomo. Él es sólo un buen actor”, apunta Becchi, que dejó el partido decepciona­do por su nuevo rumbo.

El liderazgo de Di Maio está ahora muy ligado al éxito que pueda tener su renta de ciudadanía. Si todo sigue como predicen los sondeos, el M5E recibirá un varapalo en las europeas en favor de la Liga, que ha dado el sorpasso desde que Salvini está cumpliendo todas sus promesas antiinmigr­ación. Y si los equilibrio­s internos se tambalean después de los comicios comunitari­os, es muy probable que la Liga quiera volver a medir fuerzas a nivel nacional. En unas nuevas elecciones, sin Di Maio, Di Battista sería la opción más lógica para el M5E.

A Alessandro di Battista (Roma, 1978) le comparan con Ernesto Che Guevara. Ya había recorrido América Latina escribiend­o libros, y cuando volvió empezó a recomen- dar la lectura del Che y de Marx hasta que le hicieron diputado en el 2013. El Che Guevara siempre fue para él un ejemplo, e incluso habló de él en el Parlamento como de un hombre que hizo historia al derrocar al poder. En las pasadas elecciones, dijo que su hijo acababa de nacer y prefería tomarse un descanso. Ha hecho un recorrido por tierra desde San Francisco a Panamá elogiando a Trump, ha pasado por El Salvador y Nicaragua y ha escrito sobre el populismo brasileño o las nacionaliz­aciones bolivianas, haciendo reportajes para Il Fatto Quotidiano y Loft (la televisión online del periódico) con su móvil. Prepara su tercer libro, después del éxito de dos primeros.

Fuentes que le conocen bien señalan que nunca ha querido un cargo de responsabi­lidad porque donde se siente más cómodo es como agitador de masas. “Di Maio de momento está tranquilo porque puede resolver el problema de los sondeos. Son dos caras de la misma moneda, él la más institucio­nal, Di Battista el activista”, dicen. No obstante, corren rumores de que podría querer ser el próximo ministro de Exteriores, sustituir a Virginia Raggi en el Ayuntamien­to de Roma o incluso ir a Bruselas como eurodiputa­do. Lo que está claro es que Dibba vuelve para dar guerra, y si no se enfrenta con Di Maio, lo hará con Salvini. El Che grillino vuelve a casa para ejercer de showman, lo que mejor hace Il Capitano Salvini. Ya le ha ido lanzado ataques desde Centroamér­ica. “Le envidio profundame­nte –ha respondido el ministro del Interior–, está en la playa...”.

‘Dibba’ es mucho más carismátic­o y querido que Di Maio, y para muchos era el sucesor natural de Beppe Grillo

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KIM MANRESA Alessandro di Battista fue una de las principale­s figuras del Movimiento 5 Estrellas en la pasada legislatur­a

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