Las miserias humanas
Houellebecq publica ‘Serotonina’, cuyo protagonista soporta la realidad y la desesperanza gracias a su antidepresivo de referencia
El novelista Michel Houellebecq, uno de los autores más controvertidos de las siempre agitadas letras francesas, publica Serotonina, cuyo protagonista soporta la realidad y la desesperanza gracias a su antidepresivo de referencia.
El próximo libro de Houellebecq saldrá el 4 de enero. Nos abstendremos de hablar mal: la última vez, francamente no nos dio buen resultado”. Genio y figura, Charlie Hebdo recordó esta semana que hace cuatro años, la publicación de Sumisión
(800.000 ejemplares vendidos), anterior novela del polémico escritor, que ahora publica Serotonina (Anagrama, a partir del día 9 en castellano y catalán), siempre en Flammarion, coincidió con la matanza que acabó, en nombre de Alá, con dos generaciones de humoristas.
Aquel 7 de enero del 2015 la salida del libro coincidió con la publicación del Nº 1177 de Charlie
en el que el dibujante Luz, bajo el título Las predicciones del mago Hoeullebecq, ponía dos frases en boca del novelista: “en 2015 pierdo mis dientes”, “en 2002 hago el Ramadán”. Le Lambeau, el formidable libro de Philippe Lançon, sobreviviente del múltiple asesinato –a costa de un via crucis de operaciones y trasplantes; el libro de no ficción más vendido el 2018– evoca una polémica sobre Sumisión.
El anuncio de Charlie coincide con la entrevista de Houellebecq en Harper’s Magazine. Su director, que lo entrevista, lo califica de “gran personaje literario”. Allí, Houellebecq define a Trump como “uno de los mejores presidentes norteamericanos que he visto”. Y elogia que “termine con el imperialismo norteamericano”.
Por todo eso, aunque Serotonina es sólo una de las 493 novelas que salen en Francia entre enero y febrero, nadie duda de que concentrará todos los focos. Los 320.000 ejemplares anunciados, impresionan. Nothomb que como de costumbre convirtió en best-seller su libro anual, y Mathieu, premio Goncourt, líderes de ventas, apenas sobrepasan los cien mil.
Aunque su editor encareció a los pocos críticos al corriente del contenido un embargo hasta el 27 de diciembre, a partir de dos enterados no hay secreto que aguante. En Serotonina, François –el protagonista de Sumisión, que al final de la novela se convertía al islam– se llama, cuatro años más tarde, François- Claude. Y va un poco peor que antes, solo y desgraciado.
Ingeniero agrónomo –como Houellebecq–, su muleta es un antidepresivo, Captorix, a base de serotonina, que algunos llaman droga de la felicidad aunque según prospectos reduce el deseo sexual y estimula las náuseas.
Si el semanario de extrema derecha Valeurs Actuels le dedicó portada (Houellebecq, la gran profecía), en su alter ego de izquierdas, Inrocks, Nelly Kaprèlien, jefa de las páginas culturales aguarda“su novela más crepuscular, más desesperada ”…“traducción de la desesperanza de muchos franceses”.
Y David Caviglioli en l’Obs habla de “una hermosa novela, de una tristeza infinita, la mejor de su autor”. Como siempre, dice, “sus personajes, sus dobles, son solitarios irreductibles, que sólo se someten a una norma colectiva por pereza o fatalismo. Y él tiene esa inteligencia de los pesimistas, no se identifica con ningún partido”.
“Sus personajes, sus dobles, son solitarios irreductibles; y él tiene esa inteligencia de los pesimistas...”