La Vanguardia

De cara al próximo lunes

- Quim Monzó

Quién me iba a decir, a estas alturas, que irse de los bares o de las fiestas privadas sin despedirse se convertirí­a en una tendencia socialment­e bien vista? Siempre que he podido la he practicado. Llegar a una reunión y tener que saludar, una por una, a todas las personas que ya están es un palo. Pero tener que repetir todo el ritual a la hora de irse se convierte en un castigo bíblico. Conversaci­ones de despedida intranscen­dentes y tópicas, los “¿ya te vas?, los “tendríamos que vernos más a menudo”, los “a ver si quedamos un día de estos”... Y además, tanto a la llegada como a la hora de largarse, tener que dar besos, incluso a personas que no soportas. Es esta una obsesión creciente contra la cual siempre cabe la posibilida­d de un aviso preventivo:

–Perdona, pero es que tengo un herpes labial.

Dicho esto, la otra persona retrocede con cara aterrada y ni se preocupa de mirarte los labios para verificar si realmente tienes un herpes. Este herpes inexistent­e es la mejor defensa contra los ataques indiscrimi­nados de personas que creen que la máxima expresión

¿Qué mejor que entrar en el nuevo año practicand­o el ‘ghosting’? ¡Feliz 2019!

de felicidad en la vida es besarse las mejillas, ataques que han aumentado desde que desde hace unos lustros los hombres también se las besan.

Como es habitual para que una forma de funcionar triunfe, ha bastado encontrarl­e un nombre en inglés para que incluso aquí se convierta en moda cuqui. En este caso el nombre es ghosting, que se origina en ghost, fantasma. Una persona hace ghosting cuando desaparece de un lugar determinad­o sin aviso previo. Cuando iba de bares, o a fiestas, la excusa habitual era decir que ibas un momento a la barra a buscar otra copa, o al lavabo, y en vez de hacer cualquiera de estas cosas, salías discretame­nte por la puerta. El viejo Bikini de antes de 1992 era el lugar ideal para practicarl­o. Con dos salas claramente diferencia­das (una de rock y la otra de salsa, cada una con salida separada a la calle), estuvieras en la que estuvieras decías que te ibas a la otra y, una vez allí, te deslizabas hacia la salida, que no se veía desde la sala donde habías dejado a la gente con la que estabas.

Antes, al ghosting lo llamábamos despedirse a la francesa, pero se ve que esta expresión no tenía suficiente brillo. En Gran Bretaña lo llaman con su equivalent­e exacto: French leave .En cambio, en Francia lo llaman filer à l’anglaise, despedirse a la inglesa. En Estados Unidos, the Irish goodbye. Llamadlo cómo queráis, es una práctica muy relajante. Los que no la hayáis practicado nunca probadla el lunes, que será Nochevieja. Cuando ya tengáis suficiente, largaos de la fiesta sin decir nada. Lo más probable es que nadie se dé cuenta hasta horas más tarde. La única pega sería que la fiesta la hubierais organizado en vuestra casa, lo que hace que la huida, aunque sea posible, sea más difícil de justificar. Es el castigo merecido por haberla montado.

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