Los Reyes Magos

El domingo pasado me encontré a los Reyes Magos en la orilla del Ebro. Yo había ido en bus a la Cartuja (Zaragoza), para caminar desde este pueblo hasta Santa Isabel. Pero, al cruzar la pasarela del Bicentenario, me topé con ellos haciendo de mecánico: se les había salido una rueda de una de las carretas donde transportaban los regalos para los niños y les ayudé a colocarla de nuevo. En compensación, me ofrecieron ir a Persia para recoger las gafas de leer que el Rey Melchor se había dejado olvidadas en la mesa de la cocina.

En principio les dije que no porque tenía invitados. Pero al prometerme que estaríamos de vuelta a las 13.37 h, les dije que sí. En el camino, entre otras muchas cosas, me revelaron los maravillosos regalos que habían escogido este año para cada niño; aunque me hicieron prometer que lo mantendría en secreto. Eso sí, me pidieron que escribiera una carta a los lectores para avisar a los niños en general de que tienen que ser obedientes, trabajadores, respetuosos, limpios…

¡Ah!, hicieron especial hincapié en los comedores de las facultades: que dejaran limpias las mesas del comedor, que no dejaran comida en el plato ya que hay muchos pobres en el mundo que no tienen para comer, que no metan los pelos en la jarra del agua, que no tiren papeles al suelo… En suma, que sean buenas personas.

Al regresar, nos despedimos con un fuerte abrazo. Cuando lo recuerdo, la verdad, fue muy grato el viaje. Como lo prometido es deuda, aquí está la carta. VENANCIO RODRÍGUEZ SANZ Zaragoza