Casi 5.000 migrantes llegan a Barcelona desde Andalucía
El Ayuntamiento y la Cruz Roja han atendido a 3.359 personas desde junio y han alojado temporalmente a 700, las más vulnerables
Djiby Drame, gambiano de 29 años, es una de las 38 personas que ayer llegaron a Barcelona tras una noche de bus desde Guadix, en Granada. Drame desembarcó en la costa andaluza hace menos de una semana con el firme propósito de labrarse un futuro en Europa. En el mejor de los casos, sólo podrá optar a un empleo legal si culmina tres años empadronado y dispone de un contrato de 12 meses a tiempo completo. Misión nada fácil. Para evitar que la inmensa mayoría de los recién llegados desde las costas del sur se vean impulsados a depender de la economía sumergida o a subsistir en la calle, el teniente de alcaldía de Derechos de la Ciudadanía, Jaume Asens, reiteró ayer la necesidad de flexibilizar el acceso al permiso de residencia y de trabajo para poder aspirar a una ocupación digna.
Desde el pasado junio han llegado a Barcelona procedentes de la costa de Andalucía 4.758 migrantes, de los cuales 3.359 han sido atendidos por los dispositivos habilitados por el Ayuntamiento y la Cruz Roja mientras que los restantes han rechazado la ayuda al tener aquí a familiares o amigos u por otros motivos.
Los que han sido alojados temporalmente en equipamientos muniGobierno cipales gestionados por la Cruz Roja han sido 732, los más indefensos, principalmente mujeres solas o con niños y enfermos. “No disponemos de recursos para acogerlos a todos, sólo podemos atender a los más vulnerables”, apuntó Asens, en una de las instalaciones de la Cruz Roja del distrito de Sant Martí. Allí sólo están unas horas para poder ducharse, cambiarse de ropa, comer algo y establecer contacto con familiares o conocidos.
Asens volvió a reclamar ayer al de Pedro Sánchez que levante la suspensión de los fondos de acogida e integración previstos en la ley de Extranjería y que fueron congelados por el gobierno de Mariano Rajoy. Antes del bloqueo, Barcelona ingresaba por tal concepto seis millones de euros anuales, la misma cantidad que ha invertido este 2018 en la atención de personas migrantes y refugiadas.
“Los que deciden quedarse aquí tienen dificultades importantes derivadas de una ley de Extranjería que los condena a la exclusión. Pedimos al Gobierno de Pedro Sánchez y a la Generalitat que no nos dejen solos, hacemos un gran esfuerzo para ayudar a estas personas”, añade Asens, quien también denuncia el uso que hace el Ejecutivo español del Fondo de Asilo, Migración e Integración de la Unión Europea (FAMI). Mayoritariamente se destina a internamiento y a control de fronteras.
“Que Sánchez tome nota después de las elecciones andaluzas. Si tenemos extrema derecha creo que es
Asens pide más recursos para la acogida y para neutralizar el “discurso alarmista de la extrema derecha”
porque existe una falsa sensación de inseguridad, de que la inmigración crece, de su falso discurso alarmista. Faltan recursos pero no tenemos una cifra alarmante, no hay un alud, son personas que podemos acoger bien”, reflexionó el edil.
Los números respecto a los migrantes que deciden acabar su ruta migratoria en Catalunya bailan. Si hace unos meses se apuntaba que era el 30% de los que llegaban, ayer Asens indicó que no era más del 10%. En tal caso serían 475 personas, del total de las 4.758 que han llegado en los últimos seis meses, las que estarían abocadas a ganarse la vida en trabajos irregulares o en la calle. Pero de los 38 hombres subsaharianos que se bajaron ayer de un autocar en la estación del Nord, sólo seis afirmaron seguir su periplo rumbo a otros países europeos. La mayoría indicaron que tenían contactos en Catalunya. Como el citado Djiby, que ha invertido nueve meses para alcanzar la Península con paradas por el camino para ganar algún dinero como mozo de carga. De Gambia pasó a Senegal, Malí, Mauritania y Marruecos. Compartió patera con otras 50 personas, una de las cuales murió en la travesía.