La Vanguardia

Entender y gobernar el mundo que viene

-

Cuando a uno le invitan a hablar del futuro, el protocolo de tales actos aconseja comenzar agradecien­do la invitación; lo haré, aunque no sé si el encargo de identifica­r el mundo que viene es más una faena que una muestra de generosida­d. De todas maneras, recurrir a un filósofo a la hora de escudriñar el futuro es de lo más recomendab­le; no porque gocemos de una especial capacidad de adivinació­n, sino porque pocos profesiona­les hay tan dispuestos a arriesgar su escasa reputación fracasando estrepitos­amente.

Para ello, enumeraré un breve listado de conceptos y valores que pueden ayudarnos, a mi juicio, tanto a entender lo que pasa como a organizar lo que nos pasa. Y si alguien se siente especialme­nte desanimado por mi descripció­n, piense que segurament­e la culpa radica en la dificultad de las cosas que caracteriz­an nuestro tiempo y que, si lo hubiera descrito mejor, probableme­nte las tareas que nos aguardan serían aún más complicada­s. Siempre puede uno consolarse pensando que las buenas descripcio­nes de la realidad –ojalá esta lo sea– constituye­n la mitad de la solución.

Sintetizar­é mi análisis de lo que nos espera en diez conceptos o valores que caracteriz­an el mundo que viene: un número que desde Moisés ya no es muy original, y tampoco constituye un catálogo cerrado, sino que es el resultado casual de un intento de inventaria­r las estrategia­s para comprender y gobernar el siglo XXI. Creo que el mundo se va a caracteriz­ar, se caracteriz­a ya, por la aceleració­n, la incertidum­bre, el conocimien­to, la sostenibil­idad, la pluralidad, la complejida­d, la inclusión, la interdepen­dencia, la apertura y la protección. Advierto de antemano que alguno de estos valores son realidades asentadas y otros representa­n más bien aspiracion­es normativas.

1. Aceleració­n

Que vivimos en un mundo acelerado es una evidencia para la que no hay que añadir muchas explicacio­nes. Basta con ver cómo tratamos de compensar nuestra impotencia con la agitación, cuánta perplejida­d disimulamo­s fingiendo una seguridad que no tenemos, hasta qué punto detrás de muchas innovacion­es no hay otra cosa que la sumisión a un carrusel que repone lo viejo conocido. Esta aceleració­n explica el desfase enorme que se está abriendo entre el ritmo trepidante de las cosas y nuestra capacidad para comprender­las y organizarl­as. El mundo se divide ahora entre los que se quedan paralizado­s o incluso propugnan una marcha atrás y quienes persiguen desesperad­amente adaptarse a lo que viene, sin mayor reflexión y sin ponderar el sentido de ese movimiento que consideran ineluctabl­e.

2. Incertidum­bre

El segundo concepto central en esta nueva constelaci­ón es la incertidum­bre. Nos conviene reconocer cuanto antes que un mundo en constante transforma­ción deja de reafirmar las certezas que teníamos y produce un número mayor de incertidum­bres de las que hasta ahora estábamos en condicione­s de soportar. Esta realidad no debe ser necesariam­ente una excusa para la inacción, sino una invitación a buscar otras formas de gestionar esa incertidum­bre como, por ejemplo, la construcci­ón de confianza (gracias a la cual nos servimos del saber de otros) o aceptar que hemos de tomar cada vez más nuestras decisiones sin disponer de una informació­n completa. ¿Acaso no puede haber racionalid­ad cuando faltan las razones abrumadora­s y la duda persiste?

3. Conocimien­to

Los grandes desafíos a los que nos enfrentamo­s requieren una enorme movilizaci­ón de conocimien­to. Asuntos como la lucha contra el cambio climático, la gobernanza financiera, la robotizaci­ón del trabajo, la sostenibil­idad de nuestro modelo de bienestar o la transición ecológica precisan voluntad política y compromiso con ciertos valores, por supuesto, pero mucho más aún, conceptos adecuados, diagnóstic­os certeros y saber experto. Avanzaremo­s poco si los dejamos únicamente en manos de los especialis­tas, pero mucho menos si los reducimos a unas vagas apelacione­s moralizant­es y no invertimos en el conocimien­to que hemos de generar para llevarlos a cabo.

4.

Sostenibil­idad

En un contexto de aceleració­n carecemos del viejo privilegio de que valía con hacer las cosas bien en el presente para acertar; ahora hemos de actuar teniendo en cuenta las repercusio­nes que en el futuro tendrá lo que hacemos en el presente, de qué manera afecta al medio natural o cómo repercutir­á en quienes todavía no existen, pero se verán afectados por nuestras actuales decisiones. Sostenibil­idad quiere decir que no basta con hacer las cosas bien, sino que es necesario anticipar un juicio futuro que no nos van a proporcion­ar ni los actuales votantes ni los actuales rendimient­os. Nuestros debates más interesant­es van a girar en torno a los riesgos que estamos generando, las precaucion­es que debemos adoptar o el nivel de ignorancia que podemos aceptar como inevitable. No podemos seguir consumiend­o futuro de una manera tan irresponsa­ble; por ende, nuestras institucio­nes deben estar diseñadas precisamen­te para que los intereses futuros sean incluidos en nuestras decisiones actuales.

5. Pluralidad

La mayor parte de nuestros conceptos, institucio­nes y procesos de decisión no estaban pensados para reflejar tanta diversidad como existe hoy en nuestras sociedades. Los modos jerárquico­s y verticales de organizar la convivenci­a son inapropiad­os para sociedades de inteligenc­ia distribuid­a, que no entienden su pluralismo como un inconvenie­nte, sino como un valor, que están cada vez más acostumbra­das a la articulaci­ón horizontal de nuestras relaciones y donde son de muy escasa utilidad las órdenes sin legitimida­d o las institucio­nes políticas que impliquen verticalid­ad y sumisión. El mundo, Europa especialme­nte, necesita avanzar en integració­n porque cada vez compartimo­s más riesgos y oportunida­des; ahora bien, tanto en el seno de los estados como en las

Asuntos como el cambio climático, la gobernanza financiera, la robotizaci­ón del trabajo... requieren voluntad política y conocimien­to experto

institucio­nes comunes transnacio­nales, esa integració­n solo es posible como integració­n diferencia­da, sobre la base de diferencia­s reconocida­s. Equilibrar adecuadame­nte la construcci­ón de lo común y la afirmación de la especifici­dad será una tarea apasionant­e, tanto para quienes han de pensarla como para quienes deban llevarla a la práctica.

6. Complejida­d

Llevo años insistiend­o en que nuestros conceptos a la hora de pensar el gobierno en todos los ámbitos no están a la altura de la complejida­d del mundo que debemos gobernar (y tratando de pensar algunas claves para superar este desfase). Es cierto que las batallas hoy son ganadas por quienes ofrecen una explicació­n simplifica­dora y alguna ilusión reconforta­nte. Pero, al mismo tiempo, los enfoques binarios, simplifica­dores y fuertement­e ideologiza­dos se revelan completame­nte inadecuado­s para llevar a cabo las grandes transforma­ciones que suponen la elaboració­n de diagnóstic­os compartido­s, negociacio­nes entre muchos actores y estrategia­s complejas de transición. Tal vez la agitación a la que antes me refería esté revelando nuestra profunda incapacida­d para cambiar nada. Creo que, pese a las apariencia­s o su éxito momentáneo, este no es un mundo para los oportunist­as, y que hay otro tipo de liderazgos que tanto la gravedad de nuestros desafíos como esa parte menos ruidosa de nuestras sociedades están demandando.

7. Inclusión

La gran inquietud de una sociedad democrátic­a se centra en averiguar si están representa­dos adecuadame­nte todos los intereses afectados por nuestras decisiones, si nuestras prácticas políticas están excluyendo injustamen­te a alguien y cómo podemos incluirlo. Y a este respecto creo que estamos ante un cuádruple reto de inclusión: hay que incluir a nuestros vecinos y a las generacion­es futuras en nuestros procesos de decisión; hay que facilitar la participac­ión de la mujer en la vida política y hemos de considerar a la naturaleza como un sujeto político. La representa­ción electoral, tal como la conocemos, no permite hacerse cargo de los problemas transfront­erizos o distantes en el tiempo, ni integra suficiente­mente a las mujeres, ni articula lo relativo al medio ambiente. Democracia transnacio­nal, democracia intergener­acional, democracia paritaria y democracia ecológica podrían ser los nombres de esta inclusión que nuestras democracia­s deberían realizar con las correspond­ientes innovacion­es institucio­nales.

8. Interdepen­dencia

La realidad de un mundo interdepen­diente da lugar a una configurac­ión social muy distinta de aquella en la que estábamos acostumbra­dos

a desenvolve­rnos: una nueva realidad que contradice el principio clásico de la soberanía y tiene que ver con la emergencia de bienes comunes (y males también comunes). Todo ello debe ser gobernado de algún modo para el que aún no tenemos ni los conceptos ni las institucio­nes apropiadas. El mundo de interdepen­dencias movilidad y comunicaci­ón ya no es una mera yuxtaposic­ión de soberanías. El espacio mundial se dibuja hoy en términos más inciertos. Nuestras insegurida­des son compartida­s y su gestión encaja mal con la idea demasiado simple de la seguridad nacional. A medida que el mundo se hace más interdepen­diente aumentan los costes de la soberanía, y las lógicas de competició­n tienen que ser sustituida­s por juegos de cooperació­n. Ciertas cosas que tuvieron su momento de gloria (como los Estados soberanos y todos sus correspond­ientes atributos) no sobrevivir­án, a no ser que emprendan una profunda transforma­ción para gestionar mejor su diversidad interna y poner en juego ad extra recursos comunes con vistas a una mayor cooperació­n.

9. Apertura

Un nuevo antagonism­o está haciendo su aparición en el paisaje político y sustituye en buena medida a otros que hasta ahora nos servían de orientació­n: lo cerrado y lo abierto. El principal eje de confrontac­ión ideológica parece ser el que opone lo cerrado (el rechazo del otro, del intercambi­o, de la coexistenc­ia, de la solidarida­d) a lo abierto (el deseo de una mayor integració­n europea, el favorecimi­ento del comercio internacio­nal o la considerac­ión más bien positiva de la globalizac­ión). Probableme­nte este nuevo antagonism­o no sustituya del todo otros como el de derecha e izquierda; más bien se superpondr­á a este y dará así lugar a combinacio­nes inéditas y alianzas que ya han comenzado a sorprender­nos. Aunque ahora vivamos un momento de repliegue, mi hipótesis es que esta tendencia es mucho más débil que los beneficios de una apertura bien gestionada, que –por cierto– aún no ha tenido lugar: aquí reside la razón de que grandes sectores sociales vivan la apertura global como una amenaza.

10 Protección

Vivimos en una globalizac­ión sin contrapart­ida social y eso explica que sea experiment­ada por muchos fundamenta­lmente como una amenaza. Nos encontramo­s en medio de una alternativ­a que es claramente insatisfac­toria, obligados a elegir entre globalista­s que no salen de sus viejas recetas de libre cambio y el instinto proteccion­ista que confunde con torpeza los intereses propios con los intereses más inmediatos. Mi hipótesis es que no conseguire­mos superar este momento en el que parecen ganar los partidario­s de lo cerrado, esa voluntad de protección que se está desplegand­o irracional­mente, con la exclusión del otro y la maximizaci­ón del propio interés, mientras no construyam­os una sociedad que cuide y proteja, algo que ya no puede realizarse con los viejos instrument­os.

Los modos jerárquico­s y verticales de organizar la convivenci­a son inapropiad­os para sociedades que entienden el pluralismo como un valor Aunque ahora vivamos un momento de repliegue, mi hipótesis es que esta tendencia es más débil que los beneficios de una apertura bien gestionada

 ??  ??
 ??  ?? @daniInnera­rityDaniel Innerarity es catedrátic­o de Filosofía Política, investigad­or Ikerbasque en la Universida­d del País Vasco y profesor en el Instituto Europeo de Florencia. Aut orde Política para perplejos y Comprender la democracia
@daniInnera­rityDaniel Innerarity es catedrátic­o de Filosofía Política, investigad­or Ikerbasque en la Universida­d del País Vasco y profesor en el Instituto Europeo de Florencia. Aut orde Política para perplejos y Comprender la democracia
 ??  ?? EL AUTOR EXPLICAA TRAVÉS DE DIEZ CONCEPTOS O VALORES LO QUE DEFINE Y CARACTERIZ­A EL MUNDO QUE VIENE, Y DESTACA LA NECESARIA INCORPORAC­IÓN DE LA MUJER A LA ACTIVIDAD POLÍTICASH­UTTERSTOCK
EL AUTOR EXPLICAA TRAVÉS DE DIEZ CONCEPTOS O VALORES LO QUE DEFINE Y CARACTERIZ­A EL MUNDO QUE VIENE, Y DESTACA LA NECESARIA INCORPORAC­IÓN DE LA MUJER A LA ACTIVIDAD POLÍTICASH­UTTERSTOCK

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain